El escritor grancanario Alexis Ravelo asegura que, como lector, la literatura le ha salvado de pegarse “un tiro” y sostiene que no eligió ser escritor, sino que le fue ocurriendo: “no lo decides tú sino que te sucede”.
Ravelo (Las Palmas de Gran Canaria, 1971) regresa a la novela negra con La ceguera del cangrejo (Siruela), una historia entre el presente y el pasado sobre la corrupción urbanística en Lanzarote y el activismo ecologista del artista César Manrique, que habría cumplido ahora cien años.
Autor de obras de teatro, colecciones de relatos, libros infantiles y novelas, Ravelo homenajea en su thriller a la figura de César Manrique y su modelo de turismo sostenible que puso en marcha en Lanzarote.
El autor canario ha destacado la “codicia” que ha destruido el paisaje a través de “un depredador que no tiene límites”, el capitalismo que, según el autor, “se apropia de lo que es de todos sin pensar en lo que queda para el futuro”.
“Llevamos una deriva peligrosa en el desarrollismo en lugares que deberíamos preservar. El capitalismo neoliberal sin corazón y los depredadores del medio ambiente nunca se van a preocupar por el medio ambiente y, si nosotros como comunidad no nos preocupamos de ponerles limites, pueden acabar con todo”, sostiene.
En la novela, un militar recién llegado del Líbano aterriza en Lanzarote, donde su pareja, la historiadora Olga Herrera, ha fallecido en un accidente mientras ultimaba una biografía de Manrique. Una muerte que sospecha que no ha sido casual por lo que iniciará una búsqueda que le llevará por los lugares más emblemáticos de la isla.
Inspirada en algunos casos reales de corrupción urbanística en Lanzarote, el título del libro (La ceguera del cangrejo), hace referencia a los cangrejos ciegos de la obra de César Manrique de los Jameos del Agua.
Pero en la actualidad, “somos cangrejos con ceguera, ya que todos los días vivimos injusticias y muchas veces no intervenimos en ellas, a veces por supervivencia o a veces por mera comodidad, miramos para otro lado hasta que acabamos ciegos”, explica el escritor.
Un autor que, explica, no ha tenido una vida fácil y al que la literatura, principalmente como lector, le salvó de pegarse un tiro, recuerda. Pero descubrió las obras de Kafka o Albert Camus que le ayudaron a “evadirse del mundo” y entender por qué su vida “era como era”, un momento en el que fue “inevitable” que terminara escribiendo.