Los años anteriores a su muerte estuvieron plagados por mofas hacia sus adicciones y su aspecto físico. Nadie llegaba realmente al fondo de la situación, realmente nuestra sociedad, incluso en su inconsciente que se suele manifestar en el humor, no está preparada para asumir que un adicto es un enfermo y que no se merece lo que le sucede. Pero mientras hubo chiste fresco nadie se iba a boicotear la fiesta. Estaba tan de moda reírse de Winehouse, que no hacerlo era poco snob.
Pero en el documental “Amy” (2015), vemos a la joven que hay tras el mito, que tuvo que enfrentarse a una fama que la desbordaba al tiempo que combatía sus propias sombras personales. Sombras plasmadas en sus letras que eran mejores cuanto más ácidas, hirientes y autodestructivas.
Desde la adolescencia hasta su muerte
La cinta comienza con una adolecente Amy dedicando una impresionante canción de cumpleaños a su mejor amiga. Desde el primer fotograma comprobamos que su voz no pasa desapercibida a nadie a su alrededor. Años después comprobaríamos que tampoco pasaría inadvertida para el resto del mundo. Y es que Amy hacía con su voz lo que quería y sobre todo quería hacer jazz, soul, R&B y Ska. Quería experimentar con la música de Frank Sinatra que escuchaba en su casa desde niña, (de hecho su primer álbum “Frank” rinde homenaje a este grande de la historia del jazz).
Back to black
Grabó “Back to black” en 2006 es un juego de palabras en inglés y significa “de vuelta a la oscuridad” y a nivel personal para Amy así fue a pesar de que sería el disco que le proporcionara los mayores éxitos de su carrera: con él, la cantante consiguió seis nominaciones a los Premios Grammy, de las cuales ganó cinco, entre ellas, Canción del año, Grabación del año y Mejor artista nuevo. Estos premios convirtieron a Winehouse en la primera mujer en ganar la mayor cantidad de reconocimientos en una sola noche y en la primera artista británica ganadora de cinco Grammys.
Adiós al vibrato insolente
Contrariada por el acoso de la prensa, aturdida por el consumo de drogas, la adicción al alcohol y mientras sufría por el deterioro físico provocado por su bulimia, Amy, era una marioneta dirigida por quienes más debieron quererla. Rentabilizar su voz a toda costa fue el objetivo de su padre, de su marido, de sus productores y ante esta obligación de tener que agradar a cambio de afecto Amy se dejó caer a lo más profundo y oscuro de sí misma.
Murió el 23 de abril de 2011. En un principio su muerte se atribuyó a una sobredosis pero meses más tarde se supo que había sufrido un colapso provocado por el síndrome d abstinencia.Tal vez, Amy nunca fue de este planeta. Fuimos demasiado crueles con su alma y no lo pudo soportar. En este film vemos lo peor de ella, y aún así nos sigue fascinando. ¿De cuántas personas se puede decir eso? ¿De cuántas de nosotros? Una recomendación muy apta para todo aquel que esté dispuesto a sorprenderse con el derribo de sus propios prejuicios.