El cortometraje Nasija, del joven cineasta canario Guillermo Ríos Bordón, ha obtenido el primer premio del Festival de Cine de Berlín en la sección oficial de Confrontación, con lo que ya son cinco los galardones que la obra ha recibido en apenas cuatro meses. “Esto está siendo muy positivo en todos los sentidos, porque se trata de un festival muy importante en cortos”, expresa el director.
Ríos Bordón explica que, desde su estreno, él y su equipo han estado centrados en “mover” la cinta, aunque asegura que es “muy gratificante” obtener estos resultados “después de lo duro que ha sido escribir el guión, rodar este tipo de historia y montarla, porque es un tema terrible”. Subraya que los aplausos y el reconocimiento permiten “notar” que la gente está comprometida con este tipo de historias y rechaza la pena de muerte.
Cinco premios en cuatro meses
Nasija ha obtenido en apenas cuatro meses cinco importantes premios: Cartel Comunicante 2006 (Madrid), el Premio del Público Pecado 2006 (Extremadura), el Guiño al mejor cortometraje en El Ojo Cojo para la integración cultural (Madrid), el Premio Juventud en Alternative (Pamplona) y éste último en Berlín, donde en la sección oficial de Confrontación era el único en español que se presentaba.
Guillermo Ríos Bordón agradece las ayudas que ha recibido para la realización de este trabajo. “En cuanto a los cortos, no nos podemos quejar de las subvenciones que da el Gobierno de Canarias, porque otras comunidades autónomas apenas apoyan este tipo de cine”. A su juicio, en Canarias hay actualmente mucho talento que debe ser potenciado.
Nasija
Nasija tiene una duración de once minutos y su formato es 35 milímetros. La cinta ha sido producida por él y por Teodoro Ríos, colaborando en el guión José Miguel Hernán. La fotografía ha corrido a cargo de Roberto Ríos Marrero (AEC), mientras que del montaje se ha encargado, junto a él, Fran Caramés. El sonido es Tecnison, la dirección artística es de Carlos Saénz y la intérprete y protagonista, Madeleine Diatta.
El corto ha sido rodado en distintos entornos naturales de Tenerife. La historia comienza en una aldea de un país subsahariano, donde Nasija es condenada a morir lapidada, como establece la ley de su pueblo. Durante el breve camino que la separa de la muerte, sus últimos pensamientos van para su madre y su hija, entre los recuerdos de una infancia y una madurez marcadas por el maltrato, la humillación y la resignación.