“Este premio se lo debo tanto a la Academia sueca como a España”, afirmó el escritor Mario Vargas Llosa en una multitudinaria rueda de prensa en la sede del Instituto Cervantes de Nueva York en la que reiteró varias veces, tanto en inglés como español, que España le ha ayudado a ser el escritor que es. “Gracias a editores, críticos y lectores españoles que me han permitido tener una difusión en el mundo que yo nunca soñé que tendría”, reconoció.
El responsable de joyas de la literatura universal como La guerra del fin del mundo o La fiesta del chivo recordó que su primer libro, una pequeña colección de relatos cortos, fue publicada en España en 1959, al igual que ocurrió con su primera novela, La ciudad y los perros, que apareció en 1962 en un momento muy complicado por los obstáculos de la censura durante la España de Franco.
Así, Vargas Llosa tuvo palabras especiales de agradecimiento para Carlos Barral, el editor español que según dijo fue un “apoyo imprescindible” en los primeros años de su vida como escritor, y también para su agente literaria, Carmen Balcells, “a la que también debo muchísimo”. Pero sobre todo, dijo el Nobel de Literatura, “a los lectores en todo el mundo que me han seguido y que me han leído en estos años”.
Idioma “dinámico”
Tras mostrarse “sorprendido” y “agradecido” por recibir el Nobel de Literatura, Vargas Llosa aseguró que el reconocimiento no es solo un premio a un escritor sino a la “maravillosa lengua” en la que escribe, el español, uno de los idiomas más “dinámicos”, “enérgicos” y “creativos” del mundo moderno que hablan 500 millones de personas y que juega un papel muy importante en la civilización contemporánea.
Este premio, dijo el escritor, es también un reconocimiento a lo mejor que tiene la literatura latinoamericana. “Cuando era joven la idea de América Latina en el resto del mundo estaba muy estereotipada, una tierra de dictadores, revolucionarios y catástrofes. Pero ahora sabemos que América Latina también puede parir artistas, pensadores, músicos, pintores y novelistas”, subrayó orgulloso.
Ante la pregunta de una periodista de su país Vargas Llosa respondió. “Soy peruano y lo que hago y vivo expresa el país en el que he nacido y vivido las experiencias fundamentales que marcan a un ser humano: la infancia y la juventud. Perú soy yo aunque a algunos colonos no les guste. Fujimori no me reconocía como peruano y quería quitarme la nacionalidad. España me reconoció la nacionalidad y eso me salvó de convertirme en un paria”. “Perú me ha dado las experiencias básicas de todo lo que he escrito y es parte de mí mismo. España no era mío y se ha vuelto mío, la quiero muchísimo”, insistió.
“Seguiré escribiendo”
El recién galardonado con el Nobel de Literatura explicó que todo empezó con una llamada del secretario general de la Academia sueca a eso de las cinco y media de la mañana. “A partir de ahí comenzó esta locura y todavía no he tenido tiempo de pensar un poco lo que significa este premio”, confesó Vargas Llosa, quien subrayó en todo caso que no cree que vaya a cambiar su forma de escribir o su estilo.
“Seguiré escribiendo hasta el último día de mi vida”, dijo el novelista. “Es mi manera de vivir, lo que organiza mi vida, me da sustento y es también una forma de goce y de placer que me ha dado la literatura”, añadió, tras lo cual reconoció que la concesión de este premio cambiará “de forma transitoria” su vida cotidiana. “Creí que estos meses en Estados Unidos iban a ser muy tranquilos, pero aquí estamos. Pero trataré de sobrevivir”, añadió con una amplia sonrisa.
Vargas Llosa aseguró que la sorpresa fue “total” porque hace años que había dejado de creer que era candidato para el Nobel. De hecho reveló que pensó que se trataba de una “broma” cuando su mujer Patricia le dijo que le llamaban por teléfono desde Estocolmo, momento que le sorprendió leyendo un libro de Alejo Carpentier y preparando su clase del lunes para sus alumnos de la universidad de Princeton. “A partir de ese momento empezó la locura”.