El Gran Canaria se sobrepone al miedo escénico del anfitrión para vencer a un aguerrido Fuenlabrada
El Gran Canaria, de menos a más, consiguió sobreponerse a un mal primer cuarto ante un Fuenlabrada que salió a por todas. Luis Casimiro decidió no dar minutos a Abert Oliver, Eulis Báez o Markus Eriksson hasta el segundo cuarto, cuando llegaron a ir 10 abajo. Cuando se veía negro para los anfitriones, apareció Pablo Aguilar con un triple clave para respirar, hacer rugir al pabellón y comenzar la reacción claretiana, que se consolidó en el tercer cuarto (+12) y llegó al final con confianza para vencer por 107 a 92.
Ondrej Balvin cuajó una tremenda actuación: sus 18 puntos y 5 rebotes (25 de valoración) le valieron la ovación del Gran Canaria Arena en varios momentos clave del encuentro.
El Fuenlabrada entraba con arrojo al partido. Tras las bajas de Popovich y de Sekulic los del Che García se encomendaban a la máxima de no tener nada que perder y Gregory Vargas, con cinco puntos al inicio, daba un golpe sobre la mesa. El Gran Canaria, nervioso, impreciso o como medio dormidos, seguían la estela de los madrileños a duras penas; hasta que llegó la reacción cuando Rupnik conseguía dos triples seguidos para poner la máxima ventaja del partido con un +10.
Pablo Aguilar se visitó de héroe y anotó el primer triple para los suyos y el Gran Canaria Arena, en el que se llegó a escuchar hasta ese momento más al sector del Fuenlabrada ante el miedo paralizante, rugía con la reacción que redujo la distancia hasta el 25-27 al final del primer cuarto.
Vargas, al igual que al inicio, volvía a acertar de tres, pero el Gran Canaria esta vez es otro al del primer cuarto. Casimiro dio sus primeros minutos a la experiencia de Oliver y Báez, además de al francotirador Eriksson. La dirección del base catalán se notaba: casi en el primer balón en ataque que conducía, asistió para un tiro limpio de tres a Radicevic y empatar el encuentro.
El Fuenlabrada seguía picando y haciendo daño, pero de nuevo apareció un providencial Pablo Aguilar para palmear un rebote vital que agarraba Radicevic y asistía al ala-pívot granadino quien, muy punteado, encontraba el camino al aro desde la línea de 6,75 y empezaba a cambiar el sino del partido. El alero sueco calentaba la mano con dos de tres prácticamente seguidas. Eso, unido a un Balvin que no paraba de hundirla provocaba un parcial de 15-2, un +7 o, lo que es lo mismo: 44-37. El suelo del pabellón temblaba y el entrenador argentino paraba el partido.
Pero como había dicho el Che García, el Fuenlabrada no había venido a Gran Canaria a pasearse. A base de coraje, con dos triples seguidos de Smith y de Eyenga (defendido por Brussino), el Fuenlabrada volvía a ponerse incluso por delante gracias al inmenso alero congoleño. Pero un gran Balvin (consiguó el solo un parcial de 0 a 6) desde la pintura o desde la personal, se iba hasta los 14 puntos para dejar el marcador al descanso 58-52.
La defensa fue la protagonista al inicio de la segunda mitad, hasta que Mekel anotaba un triple clave para respirar y jugar con más confianza. La pelota se movía rápido entre las manos de los claretianos en ataque y la buena defensa permitía transiciones que le daban la máxima diferencia del partido al anfitrión: +12 (73-61). Ni un triple de Rupnik impedía el buen momento de juego de los claretianos, que llegó a su punto álgido con un matazo de Balvin que provocó que su nombre fuese coreado en el pabelón isleño, que llegó al último cuarto con el partido encarrilado: 79 a 67.
El Fuenlabrada seguía vivo a base de casta, pero estaba visiblemente mermado, con mucha acumulación de minutos entre sus jugadores (cinco superaban a la mitad del último cuarto los 20 minutos -incluso los 30-, mientras que el Gran Canaria tan solo Rabaseda -encargado de defender a Enyenga- superaba esa barrera). El alero catalán fue vitoreado por los suyos al conseguir dos faltas en ataque que acabaron de encaminar el partido hacia la victoria.
Más frescos de piernas, los claretianos se mostraban superiores e impedían que el marcador bajase de la barrera de los diez puntos de diferencia. Las gradas, teñidas de amarillo, eran una fiesta: “Esto, esto, esto es baloncesto”, gritaba la marea amarilla junto a la del Fuenlabrada que, aún viendo venir la derrota, sus aficionados bajaron de su sector hasta situarse encima del banquillo de su equipo con una comitiva de carnavaleros y aficionados de otros conjuntos para animarles, apoyarles y mostrarles el orgullo que sienten por haber llegado a la Copa del Rey y haberle puesto las cosas difícil al Gran Canaria, que se llevó el encuentro por un marcador de 107 a 92. Las semifinales más canarias de los últimos tiempos.