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Agua de riego que pudre cultivos y enferma la tierra

Cultivos en la finca de Jairo López afectados por agua de riego salinizada, en Icod de los Vinos (Tenerife).

Iván Alejandro Hernández

Las Palmas de Gran Canaria —

“Cultivar se está volviendo casi inviable y conozco a otros agricultores a los que les pasa lo mismo” afirma Jairo López, un agricultor que tiene arrendada una finca de 2.000 metros cuadrados en Santa Bárbara, en el municipio tinerfeño de Icod de los Vinos. Esta zona del Norte de Tenerife tiene una larga tradición agrícola, pero Jairo no puede sacarle rendimiento debido a la mala calidad del agua de riego que proporciona la empresa pública Balsas de Tenerife (Balten), dependiente del Cabildo. “Los cultivos se pudren y la tierra se enferma”, alerta.

López planta espinacas, cilantro, coles, lechugas o habichuelas, que luego lleva al mercadillo o vende a clientes en el municipio. Pero desde hace meses el agua con el que riega sus cultivos tiene “alta salinidad” y sus productos “se echan a perder”. Es abonado de Balten, que le cobra cada dos meses dependiendo de los litros que gaste. “Y es de las más caras, cuesta 48 céntimos la pipa de agua, es decir, 460 litros, mientras que en otras zonas está a 10 o 15 céntimos”.

“Antes tenía cultivos muy buenos y ahora siembro, sale, se seca y se pudre”. Además, “el problema no es solo que se pierdan las plantaciones”, sino que “el agua enferma la tierra”, sostiene López, quien ya está intentando arrendar una finca en otra zona.

La empresa pública, que cuenta con 21 embalses, ocho estaciones desaladoras o 1.150 kilómetros de conducciones para atender a más de 8.000 usuarios, explica que en esa zona obtienen el agua de la galería Vergara y “se hace muy complicado conseguir agua de buena calidad” y “menos salobres” porque tienen “contaminación natural en origen” con “gases de origen volcánico”.

Balten asegura que “muchos agricultores” que son abonados consiguen agua en el mercado libre “de buena calidad” y la mezclan con la que consigue la entidad para regar sus cultivos. Sin embargo, López explica que esto implica “que cueste tres veces más” sacar adelante las plantaciones y critica que no se puedan adquirir ya tratadas.

Para ello, aseguran fuentes oficiales de Balten, habría que llevar esas aguas a una instalación desaladora, lo que conllevaría a que costara el doble, es decir, “en lugar de a 55 céntimos, tendría que venderse a 1,10 euros. Se podría dar agua de calidad, pero se encarece”.

Balten también recuerda a los agricultores que “hay que conocer cual es el origen de las aguas para saber qué cultivos se pueden plantar”, pues “el aguacate o la lechuga no se pueden regar con esas aguas”, pero “para el tomate es óptimo”. Y añaden que desde la empresa pública “poco pueden hacer”.

López recuerda que en los altos de Icod de los Vinos existe una desalinizadora que podría contribuir a mitigar este problema. Esta planta, anunciada desde 2004 para dar respuesta a la mala calidad del agua de la zona, nunca ha estado en funcionamiento al estar pendiente del permiso de la Dirección General de Costas para poder realizar la prolongación del emisario de San Marcos.

Ni desde el Ayuntamiento de Icod de los Vinos ni del Cabildo de Tenerife han atendido a este periódico, a pesar de los reiterados intentos. El concejal de Agricultura, Ganadería, Pesca e Industria del Ayuntamiento de Icod de los Vinos, José Domingo Alonso, mantuvo una reunión con el consejero del Cabildo de Tenerife de Agricultura, Ganadería y Pesca, Javier Parrilla, para tratar este asunto. “Se reunieron después de mi queja”, asegura López, “pero eso es solo humo, no van a hacer nada”.

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