Decenas de miles de palestinos participaron en la franja de Gaza en los funerales por las 18 víctimas civiles del bombardeo israelí, celebrados en medio del luto, la indignación y las peticiones de venganza. “Alá es grande, más que Estados Unidos e Israel”, gritaban algunos manifestantes entre insistentes ráfagas de tiros, mientras otros abogaban por vengar las muertes de sus vecinos.
“Estos israelíes son adictos a la sangre palestina; durante los últimos diez días se levantan únicamente con la intención de venir al norte de Gaza y matar cuantos más palestinos”, dice Abu Ahmed, uno de los militantes que asistió a los funerales. “Esta masacre criminal no pasará sin venganza; los israelíes pagarán muy caro este crimen”, agregó.
Se trata, dijeron testigos presenciales, de los funerales más multitudinarios en la franja este último año y de la mayor masacre de civiles desde el comienzo de la Intifada en el 2000. Las 18 víctimas civiles murieron el miércoles de madrugada cuando al menos dos obuses israelíes impactaron en sus viviendas mientras dormían, en un suceso que el Ejército de Israel ha calificado de “trágico error” y que aún investiga.
Los restos de las víctimas llegaron este jueves en dieciocho ambulancias a Beit Hanún procedentes del hospital de la ciudad y del de Kamal Odwan, a varios kilómetros, donde aún siguen ingresados la mayoría de los treinta heridos que causó el bombardeo, muchos de ellos de extrema gravedad. La mayoría de las víctimas son mujeres y niños, trece de ellos de la familia Al-Athamna, y, tras la oración del mediodía fueron enterrados en un nuevo cementerio de Beit Hanún, por falta de espacio en el antiguo para inhumarlos a todos juntos.
Al lado de cada tumba lucía este jueves una bandera palestina, en tanto que las instituciones públicas han arriado las suyas a media asta en señal de duelo. La Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha decretado tres días de luto por la masacre de civiles y el presidente Mahmud Abás ha responsabilizado a Israel de lo que pueda ocurrir a partir de ahora.
Arrestos por los disturbios
En los funerales participaron decenas de líderes políticos, entre ellos muchos del gobernante movimiento islámico Hamás, así como de su brazo armado, los Batallones de Azedin Al-Kasam, y de otras milicias. Desde que ocurrieron los hechos, las milicias palestinas han disparado contra Israel más de veinte cohetes, en una muestra de indignación y sed de venganza que no auguran la calma para los próximos días.
Las reacciones de protesta por las consecuencias del bombardeo se extendieron también a distintas partes de Israel, donde la comunidad palestina, formada por un millón de habitantes, salió a la calle para mostrar su indignación. La Policía de Jerusalén informó de once arrestados en los disturbios que tuvieron lugar dentro de la ciudad vieja, donde unas 200 jóvenes marcharon desde la Explanada de las Mezquitas hasta la comisaría de Policía frente al Muro de las Lamentaciones.
Otras 200 mujeres se manifestaron fuera de la ciudad amurallada, en la calle Sultán Suleiman, y un tercer grupo junto a la Puerta de las Flores. La Policía, que no había autorizado ninguna de estas manifestaciones, dispersó a las jóvenes por la fuerza y con granadas de estruendo.
En otra parte de la ciudad, no lejos de la segunda de las manifestaciones, dos policías israelíes resultaron heridos por las piedras que les lanzó un grupo de palestinos. En Tel Aviv, en el campus universitario, decenas de estudiantes judíos y árabes se manifestaron contra el Ejército por la masacre.
Los organismos israelíes de seguridad están desde el pasado miércoles en estado de alerta máxima por temor a que los disturbios se agraven y a la reanudación de los atentados suicidas palestinos en su territorio. El servicio secreto asegura tener en su poder más de sesenta amenazas generales y unas quince concretas.