Charlie Hebdo, Syriza, Soria/Clavijo y Fernando Ríos, que no son poco
Charlie Hebdo es una revista satírica inscrita en las tradiciones libertarias del republicanismo francés, nada complaciente con la derecha y que no ahorra críticas a la izquierda esté o no esté en el poder. Sus redactores y colaboradores son ideológicamente variopintos, de la socialdemocracia para allá con los correspondientes desacuerdos, como debe ser, y hay que relacionarla en sus orígenes con la ajetreada década de los 60 del siglo pasado. Nació en 1960 como mensuario y después de no pocas vicisitudes, entre las que figuraron prohibiciones, adoptó en 1992 su actual nombre en el que “Charlie” es referencia a Charlie Brown y el apellido “Hebdo” que se deberá, imagino, a su condición hebdomadaria, es decir, semanal.
La revista tira unos 40.000 ejemplares y fue conocida fuera de Francia en 2006, cuando reprodujo las caricaturas de Mahoma aparecidas en el periódico danés Jyllands-Posten. En 2011 sufríó un ataque con cócteles Molotov a raíz de un número dedicado a la victoria islamista en las elecciones tunecinas. En 2013 publicó La vida de Mahoma y ahora, la mañana del miércoles 7 de enero pasado, tres encapuchados, vestidos de negro y armados con fusiles Kalashnikov, irrumpieron en su sede de la rue Appert, donde asesinaron a doce personas e hirieron a otras tantas, varias de gravedad.
No es preciso cargar las tintas contra tan bárbaro crimen aunque sí parece procedente dudar de que haya sido obra de unos locos fanáticos y no producto de un propósito tan deliberado como el de los países occidentales cuando se lanzan, por ejemplo, al ataque de Irak. Bien conocidas son hoy las mentiras (armas de destrucción masiva, etcétera) con que se justificó aquella agresión y cómo se está demostrando la tesis de que el terrorismo es, entre otras cosas, el recurso que le queda a los pueblos que no disponen de un Estado capaz de levantar, organizar y mantener un ejército con que combatir a sus enemigos. De ahí que necesite el terrorismo planear golpes de gran efecto que hagan el mayor daño y espanto posible. La cantidad de víctimas inocentes en atentados etarras como el del Hipercor o los islámicos de las Twin Towers neoyorquinas, el de Londres o el de Atocha, en Madrid, buscan provocar ese efecto, lo más devastador posible, visto que no se les ponen a tiro los poderosos que ordenan las guerras, siempre a buen recaudo. Por supuesto que hay fanáticos entre quienes perpetran estos actos criminales, pero no es menos seguro que quienes los planifican y ordenan utilizan con perversa racionalidad ese fanatismo.
El terrorismo islamista ha dado lugar al autodenominado “califato”, el llamado “Estado islámico” al que da cuerpo uno de los grupos terroristas surgidos para hacer frente a la invasión de Irak de 2003. El califato quiere dotar a su terrorismo de los medios e instrumentos de un Estado. Pretende hacerse con la autoridad religiosa sobre los musulmanes del mundo y unir bajo su control a todas las regiones en que habitan: Irak, el Levante mediterráneo (Siria, Jordania, Israel, Palestina, Líbano), Chipre y una zona del sur turco. Surgido bajo la tutela de Al Qaeda, el grupo acabó rompiendo con esta organización durante su participación en la guerra civil siria, donde se hizo con el control de un buen trozo de su territorio y proclamarse en 2013 “Estado Islámico” (EI). Un año después, a comienzos del Ramadán de 2014, anunció la intención de crear un califato que comprendiera todo el mundo musulmán. Si no es este el primer intento de un grupo terrorista de erigirse en Estado, lo cierto es que como tal constituye el peligro para Occidente que nunca fue Sadam. Es el principal legado del “trío de las Azores” y utiliza el ciberespacio y las redes sociales para captar prosélitos y mercenarios, entre los que figuran no pocos magrebíes residentes en Europa. Dicen que cuenta ya con miles de hombres, entre 30.000 y 100.000 con un 10% de europeos, dispuestos a conquistar Siria e Irak que sería la base del califato y punto de partida de su expansionismo. Practica, en fin, una interpretación extremista de la sharia, con ejecuciones públicas, una violencia brutal sobre sus rivales chiitas y los cristianos que se niegan a convertirse al Islam, la destrucción de templos y mezquitas, etcétera. Cosas que preocupan menos a los países occidentales que la influencia que ha ido adquiriendo en los ámbitos de la geopolítica y el petróleo y el hecho de ser los terroristas con más recursos económicos de la historia. Se calcula que sus ingresos son del orden de los dos millones de euros diarios procedentes de diversas fuentes, entre las que figura la gobernación petrolera de Deir el-Zour, al norte de Siria. Y se sabe que paga puntualmente a sus mercenarios.
Me he extendido algo en el EI porque ilustra, perfectamente, las consecuencias del aventurerismo en el que participó España gracias a las ocurrencias de Aznar cuando lo de Irak. Nunca puede hablarse de lo que hubiera ocurrido de no ocurrir lo que ocurrió y puede objetarse que, de todos modos como país occidental no iba a quedar fuera de los objetivos del terrorismo yihadista del que fue buena muestra el salvaje atentado de Atocha. Una discusión que ya no tiene objeto en el punto al que han llegado las cosas. Como no la tiene que el ex presidente se jacte de hacer entonces lo que tenía que hacer, con total abstracción de que fue aquella una guerra ilegal que ha puesto al Medio Oriente patas arriba y que los asesinatos del hebdomadario parisino algo tienen que ver con todo eso.
Por otro lado, no nos dejemos engañar por las invocaciones a Alá y a Mahoma, su profeta, porque lo ocurrido nada tiene que ver con las enseñanzas del Corán. Ni pensemos que sus inductores son fanáticos que atentan contra la libertad de expresión, como se ha dicho. El golpe se ha producido cuando ya está en marcha la guerra abierta contra el EI a la que se han sumado varios gobiernos árabes que no se sienten menos amenazados por este terrorismo que trata de estatalizarse. La intención primera es atemorizar a la población. No hay dudas de que al EI ha de presentársele batalla pero sin perder de vista que ganarla servirá de poco si no va acompañada de una reflexión política más justa e integradora. Lo que no deja de ser un deseo, no una posibilidad porque los muertos no los ponen sobre la mesa quienes prefieren la cañonera para regular sus relaciones con esos pueblos. Las víctimas de los atentados suelen ser gentes que estaban o pasaban por allí en el peor momento que la inmensa mayoría de las veces no tenían en el momento de morir ni idea de lo que indujo a los criminales a poner la bomba o liarse a tiros.
El sarpullido de Syriza
Los tópicos defensores de los valores democráticos europeos no saben ya cómo ponerse para aliviar los sarpullidos de Syriza. Su líder, Alexis Tsipras, ha vuelto a salir a la palestra para aclarar que su propósito no es acabar con la UE en mensajes dirigidos, no a los dirigentes europeos, que demasiado saben lo que hay, sino al electorado griego que ellos mismos zarandean con males sin cuento si semejantes radicales alcanzan el poder en las elecciones del próximo 25 de enero. Buscan el voto del miedo y ya puede Tsipras decir misa que ni caso. Las presiones son de tal calibre que en Alemania se han levantado, incluso dentro del propio partido de Angela Merkel, voces críticas contra las injerencias de la canciller en la política interior de un país miembro de la UE. Pero ahí sigue ella, dále que te pego, lo que invita a ciertas consideraciones.
La primera es la elemental respuesta a la pregunta de a qué casta, con perdón, de demócratas pertenecen quienes pretenden condicionar los resultados electorales griegos mediante la intimidación de los votantes. Como es imposible que esos dirigentes ignoren hasta donde pretende llegar Tsipras y que este desconozca las limitaciones de la pertenencia griega a la UE, a la que no quiere renunciar, han de verse las presiones exteriores sobre el electorado griego no como defensa de la democracia sino como el intento de perpetuar el actual dominio de los poderes económico/financieros sobre el democrático nacido en las urnas. A eso se reduce la historia que se traen. En el caso griego ya vimos, en 2011 si mal no recuerdo, cómo Merkel, Sarkozy y Juncker le saltaron al cuello a Yorgios Papandreu, entonces primer ministro heleno, por la osadía de anunciar un referéndum sobre el rescate. Al año siguiente, Syriza casi gana las elecciones tras una campaña en la que se agitó hasta decir basta el fantasma de la salida del euro; que vuelve, por cierto, a estar de nuevo en veremos. Ahora, en vísperas de una nueva campaña electoral, aparece Syriza como mejor colocado; entre otras razones, porque los griegos han comprobado que de poco les ha servido el rescate: de entonces a hoy el índice de paro se ha elevado siete puntos; el PIB ha caído más del 20% y la deuda pública ha pasado del 148% al 175%. Un fracaso de la política de austeridad que, a pesar de su evidencia, no ha determinado cambio alguno en la política económica de la eurozona, que sigue al servicio de los intereses económicos y financieros dominantes.
Quiero decir que conviene apartar de las actuaciones de los principales dirigentes europeos, de los maletillas que los secundan y de su séquito, la defensa de los valores democráticos que pretende representar la actual UE. En el caso de Merkel, tiempo ha tenido de sacar a la banca alemana del embrollo griego. Ella misma ha dicho que no le preocupa el futuro del euro, lo que autoriza a sospechar que si algo le quita el sueño no es la suerte en Grecia de los pobrecitos bancos sino que Syriza se convierta en referencia para otros países; como España donde Podemos suscita las mayores aprensiones. Sin perder de vista, ya algo alejada del conflictivo Mediterráneo, la deriva del Reino Unido. Tanto rehúyen los ingleses la unión con el continente que algún periódico británico relacionó la apertura del tráfico por el túnel de La Mancha con el olor a ajo que supuestamente invadió Londres al quedar franco el agujero. El efecto emulación podría debilitar a la UE como el instrumento que es hoy para los intereses que la controlan. Como comentario adicional, anotaría que no son los intereses de la ciudadanía los que ocupan el discurso de toda esta gente. Y si quieren un ejemplo, ahí tienen a Juncker que si en 2011 fue de los que le cayeron arriba a Papandreu, hoy es presidente de la Comisión Europea con el voto favorable de los países perjudicados por sus actuaciones como primer ministro de Luxemburgo. Entonces, como es sabido, pactó en secreto con las grandes empresas multinacionales que fijaran sede en su país una fiscalidad baja en perjuicio de los vecinos y socios, los que no tuvieron el menor inconveniente en colocarlo al frente de la UE. ¿Puede creerse alguien que no influyó el conglomerado económico/financiero en su elección? Y yendo un poco más lejos: ¿Cree alguien que existe más allá de su mera proclamación una voluntad real de acabar con los paraísos fiscales? El capitalismo sin paraísos fiscales es como un jardín sin flores o una pila sin agua bendita, para qué vamos a engañarnos.
También merece comentario la dimensión enfática puesta en la falsa defensa de la democracia frente al llamado “radicalismo de izquierdas”. Cada cual es, por supuesto, libre de pensar lo que quiera y en uso de esa libertad me referiré a los desastres que según la derechona española, por ejemplo, nos esperan si ese radicalismo consigue parcelas de poder. Desde luego, no negaré a la derechona su aportación a la ciencia política al poner de manifiesto que el radicalismo es como el colesterol, que hay uno bueno y otro malo. El malo, el futurible de izquierdas, llevaría al hundimiento del Estado en virtud de no sé qué determinismo genético. Lo que entendería como otra forma de ver las cosas si no excluyera el recordatorio, vuelvo al caso griego, de que fueron las cuentas falsas con que la derecha engañó a la UE las que agravaron la crisis con un fuerte arrastre sobre otras economías europeas; sorprendente dado el poco peso relativo de la economía griega en el conjunto continental. Dejando a un lado cuanto cuesta creer que la importante presencia de la Banca foránea, en especial la alemana, no detectara antes y con tiempo la engañifa, subrayo cómo la derecha pasa de puntillas ante el recordatorio de lo que considera con benevolencia simple “deslealtad” mientras arremete con grande gritería, como se decía en lo antiguo, contra la reacción ciudadana expresada a través de grupos como Syriza; o Podemos, que va, por lo visto, en el mismo barco.
Entre las últimas versiones españolas de este asunto que identifica democracia y grandes intereses financieros y económicos e ignora los de las clases medias y populares figura la de Joaquín Estefanía en El País del 5 de enero. Parte el articulista del optimismo de Rajoy que habla de “despegue definitivo” y de que España está en vías de recuperación. Unas apreciaciones optimistas claramente preelectorales que no coinciden con el parecer mayoritario de los españoles reflejado en el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) por la enorme distancia existente entre la España real y la gubernamental. Si negar la mejora de varios indicadores macroeconómicos sería cerrar los ojos a la realidad, tampoco la ven quienes callan que España es un país devastado por la crisis e ignoran que su gestión, trufada de lo que Gilliam Tett, del Financial Times, denomina “silencios sociales”, está fuera de los discursos económicos oficiales. Dice Estefanía: “En los discursos de Rajoy y de Guindos no se ha mencionado el crecimiento espectacular de la precariedad entre la gente que aún trabaja, facilitada sobre todo por la reforma laboral del PP (empleos a tiempo parcial, temporales, falsos autónomos, becarios…); la devaluación salarial que ha dado lugar a una caída permanente de la renta disponible familiar muy superior a la de los principales países de nuestro entorno; la multiplicación de la desigualdad de la renta y la riqueza, que ha crecido de manera muy acelerada y que ha hecho de nuestro país uno de los más desiguales de Europa, acompañado de otros que no forman parte de nuestro entorno más cercano; el deterioro sumamente alarmante de algunos pilares del sistema de protección social que ha dejado de ser universal (sanidad, educación y, sobre todo, seguro de desempleo…)”.
El remate del artículo señala el año electoral que le espera a Rajoy como el determinante de que se haya apuntado “a la ideología del pensamiento positivo que se basa en el optimismo de los dirigentes, no en la esperanza de los ciudadanos […] y que cree que multiplicando el mensaje de esa mejora de la macroeconomía las cosas irán menos mal (sobre todo para quienes lo expanden políticamente).”Para Estefanía, en fin, trata el Gobierno que de aquí hasta el día después de las últimas elecciones que aguardan veamos medio llena la botella que, en realidad, está rota y hecha añicos en el suelo desde hace tiempo. Así y todo, recordaré por mi parte, Rajoy se dice convencido de que ganará las próximas elecciones.
CC en la órbita del PP
La verdad es que la gente es mala. Fernando Ríos se ha ido de CC y nada han tardado los hipercríticos en reprocharle que no renunciara también a su cargo en el Gobierno. Esta decisión se la ha dejado a Paulino Rivero, lo que resulta bastante comprensible no solo por cuestiones procedimentales sino porque, la verdad, abandonar un puesto intitulado nada menos que “Comisionado para el Desarrollo del Autogobierno y las Reformas Institucionales del Gobierno de Canarias” no es tarea que pueda acometer nadie sin ayuda. Y menos mal que la retrocesión de Ifni en los 60 y la entrega del Sahara a Marruecos en los 70 evitó añadir a tan grandioso título “y AOE” que le hubiera exigido el DIN A4 para sus tarjetas de visita.
Por otro lado, Ríos ha venido a confirmar la abducción de CC por el PP. Ya envenenó a Clavijo dando que hablar por sus querencias mayormente derechosas y aunque quiso inicialmente disimularlas, resultaban evidentes. Entre otras cosas porque ya ha procurado el propio Soria hacerlas notar con iniciativas tan poco inocentes como solicitar de Clavijo que le ponga a una calle lagunera el nombre de Ana Oramas con lo que venía a indicar que su relación con los nacionaleros va más allá de la estricta cortesía. Y ni les cuento a la vista del afán de la diputada Australia Navarro que lleva una temporada tratando de hacer méritos ante el señorito cargando a Paulino hasta las consecuencias para la población de las decisiones de Rajoy. Como si fuéramos todos unos mentecatos. Pero, en fin, tampoco es cosa de ocuparnos de las ocurrencias de esta señora que no desentona en la mediocridad pepera a la que, eso sí, supera en grosería política.
Lo que no sé es si Clavijo sabe que no es la primera vez que anda Soria por los alrededores de CC cuando hay problemas. Por ejemplo, cuando la primera ruptura se sustanció con la marcha de Román Rodríguez que creó sobre la marcha Nueva Canarias. Mauricio y Soria andaban por entonces a partir un piñón. Estaban ambos dos convencidos de que el PP barrería a Zapatero en las elecciones de 2004 y habían llegado a repartirse los centros de poder e influencia de la provincia de Las Palmas previo acuerdo, según llegó a decirse, con Adán Martín, dispuesto a dejarlos hacer con tal de que no metieran las narices en Tenerife. Por entonces Mauricio tomaba cafenileche en la misma taza de Aznar y eran, para que se hagan una idea de las cabras que guardaba, los tiempos dorados de José Miguel Suárez Gil, uno de los dirigentes empresariales que mejor han marcado el nivel del gremio. Mauricio se la tenía jurada a Román Rodríguez (nunca le perdonó que se hiciera con la presidencia de Canarias) y como nunca tuvo personalmente maldito arrastre electoral, vivía del que le prestaba la militancia sureña de CC, los que luego se irían con Román. Una incomodidad para su natural, lo que llevó a Mauricio a ver en Soria la oportunidad de sustituir un apoyo por otro. Era llegado el momento de quitarse la careta y eso hizo al ofrecerse a los empresarios para lo que gusten mandar, con él de conseguidor. Contaba, claro, con el terminante triunfo electoral del PP que por último no se produjo en aquella dramáticas elecciones de 2004. Estaba Mauricio tan seguro de que había PP para mil años que no consideró necesario aprovechar su presencia en el Congreso de los Diputados para establecer algún tipo de relación con Zapatero. Con la victoria socialista se le fue todo a la porra y sus apaños con Soria dejaron de tener sentido pues al no llegar el PP a La Moncloa, no podía el hoy ministro aportar el respaldo del Gobierno central a las operaciones en las islas.
De todos aquellos trasteos, CC salió muy tocada en Gran Canaria al extremo de que no ha sido capaz dar un candidato medianamente potable a la presidencia del Gobierno entre unos dirigentes que, la verdad, tampoco dan mucho de sí. Esto, las particularidades de la ley electoral y la cohesión insularera que aportó el omnipresente espíritu ático dieron la hegemonía a CC Tenerife, que desde 2003 ha ocupado siempre la presidencia de Canarias. Dicho sea no porque crea que las cosas hubieran sido distintas con un presidente de otra isla (o sea, de Gran Canaria, que las cinco restantes ni pinchan ni cortan, solo incomodan) sino porque me parece significativo que la ruptura ahora de CC Tenerife se produzca también con Soria de por medio con sus elogios envenenados a Clavijo, que se ha apuntado a las destructivas tesis sorianas de relanzamiento de la especulación y otras lindezas para lo que trata de ganarse determinados apoyos empresariales en lo que sin duda le ayudaría el muy ministro. Por un precio, claro. Dice además Ríos que Clavijo se ha virado al insularismo de vía estrecha y no seré yo, desde luego, quien lo niegue. No se puede despachar más de lo que hay en el almacén.
Ríos ha anunciado que va a crear un grupo soberanista y de momento Paulino Rivero no ha procedido a relevarlo en el Gobierno. El ex comisionado, etcétera, dice que hablaran más adelante. No me sorprendería que llegaran a algún apaño y vayan ustedes a saber si estirando y venga a estirar acaban por encontrarse con Nueva Canarias. Muy capaces son todos ellos, para qué voy a decirles de darle ese disgusto a Soria. Que no cuenta con ello de incapaz que es el muy ministro de realizar movimientos de este tipo. A lo mejor me equivoco pero estoy seguro de que se agregarían a la invención otros grupos nacionalistas que claman la unidad. No sé la razón pero tengo la sensación de que Clavijo está haciendo el canelo.
Charlie Hebdo es una revista satírica inscrita en las tradiciones libertarias del republicanismo francés, nada complaciente con la derecha y que no ahorra críticas a la izquierda esté o no esté en el poder. Sus redactores y colaboradores son ideológicamente variopintos, de la socialdemocracia para allá con los correspondientes desacuerdos, como debe ser, y hay que relacionarla en sus orígenes con la ajetreada década de los 60 del siglo pasado. Nació en 1960 como mensuario y después de no pocas vicisitudes, entre las que figuraron prohibiciones, adoptó en 1992 su actual nombre en el que “Charlie” es referencia a Charlie Brown y el apellido “Hebdo” que se deberá, imagino, a su condición hebdomadaria, es decir, semanal.
La revista tira unos 40.000 ejemplares y fue conocida fuera de Francia en 2006, cuando reprodujo las caricaturas de Mahoma aparecidas en el periódico danés Jyllands-Posten. En 2011 sufríó un ataque con cócteles Molotov a raíz de un número dedicado a la victoria islamista en las elecciones tunecinas. En 2013 publicó La vida de Mahoma y ahora, la mañana del miércoles 7 de enero pasado, tres encapuchados, vestidos de negro y armados con fusiles Kalashnikov, irrumpieron en su sede de la rue Appert, donde asesinaron a doce personas e hirieron a otras tantas, varias de gravedad.