Marca la tradición que el fin de semana siguiente a la celebración de San Marcos, la fiesta se traslade a la ermita homónima junto a la playa de Agulo. La octava es una fiesta singular que, lejos del marcado carácter popular de la víspera del 25, se convierte en un reencuentro con las tradiciones más familiares y humanas de sus vecinos. Así, nuevamente la madera de las sabinas se volvió a apilar y a prender para que los saltadores volvieran un año más a completar un ciclo que comenzó el jueves 24.
La procesión de la imagen, acompañada de chácaras y tambores, dio paso al encendido y con él, a una noche de magia que volverá a repetirse en 2015. San Marcos regresa este domingo a su parroquia tras permanecer toda la noche al abrigo de sus fieles en la playa.