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Regalar ataúdes

Manuel Hernández (*)

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Durante la Navidad del año 44 del pasado siglo, los alemanes de Berlín tenían poco que celebrar, con la ciudad destrozada por las bombas aliadas, la escasez de todo y la amargura retratada en sus rostros. Pero aún les quedaba el humor negro transformado en lúgubre. El chiste que circulaba por la ciudad hacía gala de ese humor y decía: “Sé práctico, regala ataúdes”.

Me viene a la memoria esta situación alemana cuando contemplo lo que está haciendo el todavía principal partido de la oposición con Casimiro Curbelo; está regalando el ataúd pero el muerto sigue vivo, pero que muy vivo y coleando.

Lo del Senado, como no sirve para nada –ahí está la ínclita Marimar Julios para demostrarlo–, al PSOE y a Casimiro les debe dar igual. Pero el control de La Gomera, que van a perder –el PSOE, no Casimiro– sí que les debiera provocar alguna reflexión, antes de encargar el cajón para el muerto que los va a fundir en las urnas si decidiera –que lo decidirá– presentarse al Cabildo gomero.

Parece que el partido sociata tiene ganas de experimentar cómo se fabrica un Dimas, salvando las naturales distancias, claro, en la isla colombina.

Parece ser que la experiencia conejera no han tenido tiempo de asimilarla aunque haya durado desde el 82 del pasado siglo hasta hoy; que quieren ver y comprobar cómo una fuerza insularista menor que va a crear Curbelo pueda hacer majo y limpio en todas las instituciones gomeras, incluido el Parlamento. Ya no van a ser tantos más los tres del Hierro; habrá que sumarles al chalaneo político, los de La Gomera.

Curiosa es la táctica socialista: regalar un ataúd a alguien que tiene fama de ganarse muchos votos pagando entierros.

Son las grandes contradicciones de la política hecha en Canarias; nunca se sabe por dónde va a saltar la liebre y más si se deja al animal herido.

(*) Artículo cedido publicado en eldiariodetenerife.com

Durante la Navidad del año 44 del pasado siglo, los alemanes de Berlín tenían poco que celebrar, con la ciudad destrozada por las bombas aliadas, la escasez de todo y la amargura retratada en sus rostros. Pero aún les quedaba el humor negro transformado en lúgubre. El chiste que circulaba por la ciudad hacía gala de ese humor y decía: “Sé práctico, regala ataúdes”.

Me viene a la memoria esta situación alemana cuando contemplo lo que está haciendo el todavía principal partido de la oposición con Casimiro Curbelo; está regalando el ataúd pero el muerto sigue vivo, pero que muy vivo y coleando.