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El volcán de La Palma ensombrece otra Navidad a quienes lo perdieron todo por la lava: “Son las segundas fuera de casa y las más duras”

Casa sepultada por la ceniza junto a una de las bocas del volcán de Cumbre Vieja

Zenia Daswani

23 de diciembre de 2022 21:15 h

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Los vecinos afectados por el volcán de Cumbre Vieja, en La Palma, se enfrentan a sus segundas navidades fuera de casa. Algunos pasarán estas fechas tan señaladas acogidos en hoteles, otros de alquiler y por primera vez, tras la entrega de las viviendas modulares, habrá familias que las celebren en esos contenedores de apenas 60 metros cuadrados.

Goretti, una de las afectadas por la erupción del volcán, comenta que sentimentalmente hablando se acercan unas fechas muy difíciles para ella y su familia. Su madre y sus hermanos también perdieron sus casas hace más de un año. En total, cuatro viviendas en propiedad fueron arrasadas por la lava, lo que ha llevado a su madre de 93 años y a una de sus hermanas, a vivir en las casas modulares y a la propia Goretti, a vivir de alquiler desde octubre de 2021. En la casa de acogida en la que se encontraba en un principio junto a su familia, no había espacio suficiente: “Lo más sencillo era que me trasladara yo porque no tengo animales. Me ha cambiado la vida, todo es distinto donde vivo ahora”. Con respecto a si podrá volver o no a su municipio de origen, responde que no cree que eso vaya a suceder, pues ve que avanza todo muy lento.

En shock, sin poder procesar lo ocurrido

Goretti asegura que no siente el ánimo de estas fechas. “No sé si el año pasado aún estábamos procesando todo lo ocurrido pero desde luego siento que estas navidades serán mucho peores que las anteriores”, explica. Aún no ha hecho planes para celebrar estas fechas y duda de que los haga: “No tenemos nada planeado, eso es lo terrible, no nos atrevemos porque no sabemos cómo seguir adelante”.

Ni ella ni su familia se sienten con ganas de celebrar la Navidad, pues aunque son ocasiones para estar reunidos y a pesar de que su madre por fin haya logrado tener una casa, no pueden disfrutar juntos. “La vivienda es pequeña, está sin terminar de amueblar y no podemos cocinar para todos como hacíamos antes”, dice.

Goretti tiene claro que el paso de los meses ha hecho que vea todo de otra manera: “Ahora somos más conscientes de lo que ha sucedido, estamos más sensibles y más agotados”. Es más, recuerda con cariño que salvaron de la lava las paelleras grandes y los calderos que utilizaban para las comidas familiares, pero sabe que ahora van a tener que donarlas: “No hay lugar donde guardar todo eso, no hay dónde usarlo ni un patio donde cocinar... es otra herida más”.

Sara, una estudiante de 20 años, cuenta que vivía a pocos kilómetros del volcán de Cumbre Vieja. Sorprendentemente su casa, que estaba más cerca que otras, aguantó en pie una semana. A pesar de ello, la familia sabía que esa situación idílica no duraría mucho más: “Le pedimos al alcalde que mandase un dron para poder ver cómo estaba la casa y pudimos comprobar que las de al lado ya habían sido arrasadas, ahí perdimos la esperanza”.

Explica que únicamente pudieron salvar algunos papeles importantes, pues al igual que muchos vecinos, se fueron con dos mudas de ropa apenas dos horas antes de que el volcán erupcionase.

Los primeros días los pasaron en la casa de su pareja. Más adelante, tuvieron la fortuna de que unos propietarios de viviendas vacacionales les donaron una casa en la que permanecieron desde septiembre hasta febrero. “Estamos súper agradecidos, era su negocio, estaban perdiendo dinero por ayudarnos a nosotros”, explica Sara.

En la actualidad, vive junto a su familia de alquiler en El Paso aunque afirma que ya tienen un terreno en el que empezarán su nueva vida: “Teníamos la esperanza de poder tener la estructura de la casa este mes pero se ha retrasado todo. Ya queda poco”.

Sobre las navidades cuenta que el año pasado sus padres no estaban muy animados pero que este año ya hay ilusión y esperanza: “Mi hermana y yo tenemos la responsabilidad de sacarlos adelante, de animarlos... mi padre ha cambiado mucho tras esta situación”.

Explica que es un proceso en el que cada uno lo lleva a su manera pero que intenta sacarles una sonrisa siempre que puede. “Fueron unas navidades diferentes pero intentamos recuperar los recuerdos comprando con nuestros ahorros pequeñas cositas que sabíamos que nos hacían falta”, afirma Sara.

Este año pasarán Nochebuena en Tenerife con sus abuelos y Fin de Año en La Palma, aún no tienen nada planeado pero seguramente lo celebren en la casa en la que se encuentran de alquiler: “Este año hay mucho más ánimo y saber que pronto tendremos un nuevo hogar es lo que nos hace mirar hacia adelante”.

La vivienda de Carlos, un vecino de 57 años, se encuentra en La Bombilla, uno de los territorios que un año después aún sigue en exclusión por los gases tóxicos que emite el volcán. Ningún vecino puede acceder por el momento ni a sus casas o negocios. Por ello, lleva viviendo en un hotel desde el 25 de octubre de 2021.

A pesar de que será el segundo año que celebre estas fiestas lejos de su casa, se muestra optimista. Explica que el 25 de diciembre llevará regalos a sus nietos y que disfrutará junto a su familia: “Estar unidos es lo más importante, tengo esperanza”.

Comenta además que está a la espera de recibir las llaves de una vivienda modular, ya que el Instituto Canario de la Vivienda está estudiando la situación de las familias que han sido desalojadas por las emanaciones de gases tóxicos para ofrecerles alojarse de forma provisional en las casas prefabricadas de Los Llanos de Aridane. Sin embargo, no todos los que se hospedan en el hotel han tenido tanta suerte, pues aseguran que “no hay casas para todos”.

Por su parte, Carlos afirma que ya ha entregado toda la documentación a falta de firmar el contrato, por lo que aún no sabe con certeza si pasará estas fiestas en el hotel o por el contrario, en su nueva casa temporal. Explica que realmente de lo que tiene ganas es de poder regresar a su hogar donde, en septiembre de 2021, dejó todo y se fue con lo puesto.

Otro vecino palmero, cuyo nombre prefiere no revelar, se encuentra desde septiembre de 2021 en uno de los hoteles. Su vivienda se vio afectada por la lava y la única solución que le ofrecen es permanecer a la espera de que se estudie cada caso de manera individual para ofrecerle alguna alternativa. Comenta que ya son muchos meses viviendo en una habitación de apenas 20 metros cuadrados, solo y con la permanente incertidumbre de qué pasará. Esa es una palabra repetida por todos los vecinos con los que este periódico ha tenido la oportunidad de hablar, incertidumbre. No saber cuándo volverán a sus hogares, cuándo saldrán de los hoteles o cuándo podrán tener una vida normal es lo que les agota.

“No me importa cuánta comida pongan, de lo que se trata es de la compañía”

Con respecto a las navidades, explica que el año pasado aún se encontraba en estado de shock, sin poder procesar lo que había sucedido al igual que Goretti. Pero este año no tiene muy claro cómo pasará las fiestas, pues aunque el hotel en el que se hospeda organiza una cena de Navidad, no le encuentra el sentido a acudir solo: “No me importa cuánta comida pongan, en estas celebraciones de lo que realmente se trata es de la compañía”.

Los hoteles en los que se encuentran este vecino y Carlos no admiten visitas de personas que no se hospeden en él, por ello, explica que lo que le gustaría es contar con una ayuda al alquiler: “Tras 15 meses en el hotel si me dan una ayuda podría alquilarme una casa y al menos tener la libertad que tenía en mi hogar”. Comenta que para cualquier movimiento como irse de vacaciones unos días debe notificar al hotel y al Cabildo: “Desconectar de esta terrible situación es necesario pero si quieres irte más de dos días, no te dejan”.

Lali, una vecina de Puerto Naos, se encuentra desde el año pasado sin poder acceder ni a su vivienda ni a su negocio. Los gases tóxicos del volcán han provocado que se decrete una zona de exclusión. Comenta que comenzará a trabajar como empleada en otro lugar ya que no puede reabrir otro negocio sin saber qué va a ocurrir con el que ya tiene. “Aún tengo que pagar el 10% de la Seguridad Social de los trabajadores que tengo en ERTE”, dice.

Comenta que ha tenido que mudarse ya cinco veces y que no está resultando nada fácil encontrar un sitio donde vivir. Además, en uno de los pisos en los que vivía pagaba 600 euros, de los cuales el gobierno le aportaba únicamente 465. Lali asegura que estuvo ocho meses pagando la factura del alquiler sin ayudas, hasta que un día por fin le ingresaron el dinero, por desgracia únicamente era lo correspondiente a los cuatro primeros meses: “No te los pagan cada mes, acabas pagando al casero cuando toca pero sin tener la ayuda que el gobierno te prometió”.

Respecto a las navidades cuenta que siempre le han gustado y que aunque esté la cosa como esté no piensa perder la ilusión: “Estamos cada uno en un sitio, tenemos una sensación de desarraigo total pero son fechas importantes y vamos a continuar con la tradición”.

Recogida de juguetes y entrega de ayudas a los afectados

Verónica es una trabajadora social de Cruz Roja en La Palma, cuenta que desde la organización buscan ayudar en estas fechas lo máximo posible a los vecinos. “Tenemos un campus especial de Navidad para los más pequeños, la decoración de un árbol en la zona de las Manchas e incluso la elaboración de postres y galletas”, explica.

Comenta que aún están realizando la campaña de recogida de juguetes y que han hecho entrega de unas ayudas especiales para familias vulnerables con más de tres menores a su cargo. Verónica ha sido una de las voluntarias que se ha trasladado hasta los hoteles donde se encuentran tanto los afectados por la lava del volcán como por los gases: “Aún tenemos en activo la plataforma Cruz Roja Te Escucha para aquellos que lo necesiten”.

Esta medida nació para dar respuesta a la ansiedad, la incertidumbre y a distintos tipos de problemas emocionales provocados por la catástrofe. Para ello, se habilitó una extensión directa dentro de la línea del servicio: “Al llamar al 900 107 917 y marcar el 1, las personas de La Palma serán atendidas por personal del servicio”.

Cruz Roja explica que desde que el volcán entró en erupción, las personas que han demandado el servicio de atención psicológica responden a diferentes perfiles. Entre ellas, se encuentran personas que presentan estado de shock o que se encuentran en proceso de elaboración del duelo por la pérdida de su domicilio. También aseguran que durante este año atendieron a personas con una sintomatología muy intensa, principalmente de ansiedad, estrés y miedo a causa del ruido, por la ceniza y la cercanía del volcán, las coladas de lava y la destrucción generada por estas. 

Consecuencias en la salud mental de los palmeros

Varios de los vecinos coinciden en que esta situación no solo ha acabado con las posesiones materiales sino también con la salud mental: “Los psicólogos están notando que ahora la gente necesita más apoyo, empezamos a asumir lo que ha pasado y no es fácil”.

Piden además, comprensión y empatía. No saben cómo seguir adelante ni cómo afrontar los pagos por cosas que ya no les pertenecen. En estas fechas, tienen sentimientos encontrados, algunos aún tienen esperanza y celebran las fiestas por no perder la tradición y apoyándose en la familia. Otros, por desgracia, no saben de dónde sacar la fuerza, pues su futuro, como ellos mismos dicen, es incierto.

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