Anelio Rodríguez Candelaria: una promesa del canto de “gran talento musical y artístico”

Jorge Perdigón, el prestigioso tenor palmero, no se equivocó cuando se fijó en su aspecto físico y le dijo: “De esa caja de pecho creo que podemos sacar algo”. Anelio Rodríguez Candelaria (Santa Cruz de La Palma, 1990) acaba de finalizar la carrera de Musicología en la Universidad Autónoma de Barcelona y prosigue sus estudios de canto, que el próximo mes de enero le llevarán a fijar su residencia en Austria o Alemania. “Cuando empezó a recibir clases de canto en poco tiempo apareció una voz de barítono lírico que para un joven de 18 años era poco habitual; voz importante, con gran extensión, color hermoso, todo esto sustentado en un talento musical y artístico (escénico) de enorme valor”, ha recordado a LA PALMA AHORA Perdigón.

El joven Anelio Rodríguez Candelaria, en una entrevista que ha concedido a este digital, asegura que “escogí la carrera de Musicología porque era la que mejor podía compaginar con mi verdadera vocación, que es el canto; y elegí la Universidad de Barcelona porque es la que más cerca está de París, donde viajaba con regularidad a recibir clases con el barítono venezolano Juan Carlos Morales”. “Son dos carreras que se pueden complementar perfectamente; gracias a Musicología he aprendido bastante sobre lo que estoy cantando, de manera que ya no es una partitura solo lo que leo, sino que la puedo situar mejor en un contexto histórico, estético y estilístico, entre otros”, explica. “He podido compaginar los estudios con actuaciones y conciertos, aunque es verdad que a veces había que hacer sacrificios: o dejar de cantar un concierto o suspender una asignatura”, reconoce.

Anelio comenzó a estudiar piano “desde pequeño y más tarde entré en violín”. “Del violín pasé a la viola y toqué muchos años en la orquesta y el cuarteto de la Escuela Insular de Música. Mi pasión por el canto fue algo más tardía y fruto de la casualidad. Mis padres consiguieron entrada para la primera edición de Ópera en el Convento, donde se representó ‘Tosca’ (función que todavía recuerdo a día de hoy como si hubiera sido ayer). Me impresionó todo, no podría escoger nada en particular. La música, los cantantes, el convento, el director, cómo actuaban y cómo cantaban, iluminación, vestuario... Al fin y al cabo la ópera es un cúmulo de todos estos elementos que se unen y forman un todo, una obra.”, señala. “Al día siguiente le pedí a mi padre una grabación de ‘Tosca’ y la ponía todos los días a la hora de la siesta”.

Jorge Perdigón también recuerda aquella escenificación de ‘Tosca’ en el año 2005. “Después de haber presenciado la representación, Anelio decidió que, de alguna forma, su futuro tendría que ver con el mundo de las artes escénicas y más concretamente con la voz; por fortuna, voz sí tiene, ¡y qué material!”, resalta.

Poco a poco, cuenta Anelio, “me fui quedando con melodías y fragmentos, escogiendo momentos favoritos, e incluso imitando algunas frases. Meses después comencé a estudiar con óperas de fondo, sobre todo con unos DVD dirigidos por Jean Pierre Ponelle (rodaban las óperas en estudios, como una película, y luego superponían la música y le añadían subtítulos). Al poco tiempo me encontré a Jorge Perdigón, que estaba dando unas clases de canto a jóvenes en el instituto Luis Cobiella Cuevas, y tras una breve conversación con mi padre, se fijó en mi físico y me dijo algo así como: ‘De esa caja de pecho creo que podemos sacar algo, pásate mañana un rato a probar. Si no has cantado nunca no pasa nada’. Y así era, no había recibido nunca una lección de canto hasta ese momento. Desde esa primera clase todo fue viento en popa, de forma lenta y progresiva. Años después empecé a trabajar en el festival de Ópera en el Convento como chico de los recados, luego comencé a cantar pequeños papeles y, al final, conseguí cantar en una gala lírica, e incluso un papel principal en una ópera”.

Perdigón apunta que “es posible que Anelio tenga la oportunidad de desarrollar una carrera vocal destacada, aunque también sería normal que no consiguiera dedicarse plenamente a este arte, porque, si es difícil comenzar una carrera seria en este mundo, lo es aún más mantenerse”. “Alfredo Kraus me comentaba lo complicado que es este trabajo: ‘Se necesitan tantas cosas que he llegado a pensar que un cantante lírico es una obra de la casualidad: condiciones vocales, musicales, artísticas, tener un óptimo profesor, posibilidades económicas para poder estudiar, buenos padrinos, buena cabeza, inteligencia, amar el canto, capacidad enorme de sacrificio, fortaleza mental para afrontar el enorme desgaste que produce la escena....’. Le auguro a Anelio las mejores perspectivas de futuro, futuro que comenzó una noche de verano de 2005 en el Convento de San Francisco de Santa Cruz de La Palma”, concluye Pedigón.

Anelio acaba de terminar la carrera de Musicología y ahora tiene claro que “es el turno de cantar”. “Viajaré a Alemania o Austria en enero -estoy barajando muchas posibles vías de estudio- para seguir estudiando canto un par de años y luego intentaré entrar en el mercado de los cantantes (agencias, concursos, teatros, etc.,)”, asegura. “Mis principales opciones son Berlín, Viena o Salzburgo, aunque nunca se sabe. Como me han dicho muchos grandes del canto: ‘Si el profesor que te conviene está en China, vas a China, si está en Estados Unidos, vas a Estados Unidos, lo difícil es encontrarlo”.