Carmen Arozena: la esencia del grabado
Allá por el año 1985, por temas de estudios, me encontraba en Madrid, experiencia que debo confesar que al principio me resultaba un poco agobiante y al mismo tiempo motivadora. Para un isleño una urbe de estas dimensiones y sin la presencia del mar, como mínimo es inquietante.
En uno de mis paseos por las galerías de arte, buscando satisfacer mi curiosidad, me bajo en una estación de metro, de forma improvisada y por impulso. Comienzo a caminar por la calle y tropiezo con la galería de arte Tórculo; no dudo en entrar, y veo que la casi totalidad de las obras eran grabados. Doy un ligero vistazo y me encuentro una carpeta llena de obras que me llaman poderosamente la atención; en ese momento, se acerca el galerista y me pregunta amablemente, que si tenía interés por alguna lámina, a lo que yo le respondo con cierta timidez que estaba disfrutando del trabajo tan original que tenía delante. En ese momento se percata de mi acento canario, y no duda en preguntarme de dónde era; yo le respondo orgulloso que de la isla de La Palma, lo que le generó una reacción de sorpresa y me comentó que esa única carpeta que había elegido contenía grabados de una artista palmera, llamada Carmen Arozena.
No salgo de mi asombro por el cúmulo de casualidades que se habían dado para llegar a conocer a esta pintora y grabadora paisana, de la que hasta entonces no tenía noticias. Desde este momento, se despierta mi interés y curiosidad por las técnicas de impresión e incluso motivándome a realizar un curso de grabado con la ilusión de experimentar las posibilidades creativas que esta disciplina puede aportar. Doy gracias al azar y a Carmen Arozena indirectamente por darme a conocer estas técnicas tan antiguas y contemporáneas a la vez, y especialmente la obra de esta genial artista.
Casualidades de la vida…
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