Al dejar atrás 2020, todos hemos deseado que el 2021 sea un año diferente, y que las cosas vuelvan a su cauce natural. Aunque pronto descubrimos que no es tan fácil como desearlo y que no todo está en nuestra mano. Pero hay algo que sí lo está. Auspiciados por el cambio de año solemos fantasear con un cambio de vida, y tan pronto como empieza enero, solemos crear una lista de propósitos que queremos cumplir para alcanzar esa nueva vida. Pero con enero suele terminar la propia motivación por perseguir estos objetivos, ya sea porque los olvidamos o porque nos rendimos.
Cuando nos proponemos una lista de objetivos, solemos hacerlo de una forma que (sin saberlo) ya nos predispone a no cumplirlos, ya que nos proponemos demasiados y, a veces, muy vagos. Una de las muchas formas de acercarse al establecimiento de objetivos puede ser a través del acrónimo anglosajón SMART. Traducido al español, este acrónimo nos viene a decir que los objetivos deben ser: específicos, medibles, alcanzables, relevantes y temporales.
Cuando los objetivos son inespecíficos, es más difícil llegar a ellos, ya que no nos cuentan qué queremos y cómo lo queremos. Por ello, en lugar de un “ponerme en forma”, será más eficaz si nos proponemos un “ir a correr tres veces por semana”, por poner un ejemplo.
Y ¿qué significa que un objetivo sea medible? Pues que lo que hacemos para alcanzarlo tenga cierta trazabilidad para saber si nos estamos acercando o alejando del mismo. Ser feliz, como ya he dicho en este periódico es un objetivo muy vago, ¿cómo medimos eso? Sin embargo, sí que podemos “medir” las veces que llamamos a nuestros seres queridos o las horas que dedicamos a tareas con las que disfrutamos.
Que sea un objetivo alcanzable tiene que ver con ser realistas. Aunque resulte algo obvio, no podemos exigirnos de la noche a la mañana cosas que no podemos conseguir. Y muchas veces, nos lo exigimos. La siguiente característica, que sea relevante, quiere decir que, si los objetivos están alineados con nuestros valores y proyectos de vida, mejor.
Por último, que lo que nos proponemos sea “temporal” viene a decir que debería existir cierta delimitación en el tiempo. Y esto está muy relacionado con la primera característica (específico). Plantear una meta específica y ubicada en el tiempo, como puede ser “estudiar una hora más al día antes de que llegue el mes de exámenes”, ayuda.
Además, muchos objetivos tienen que ver con hábitos, es decir, con patrones de conducta más o menos estables en el tiempo, lo que hace que adquirir determinados hábitos sea complicado. Sea como sea, tenemos que ser conscientes de que la única manera de adquirirlos es repetirlos muchas veces y reforzarlos siempre (con un “premio”, que puede ser el propio hecho de pensar “estoy en la dirección para lograr lo que quiero”). No hay trucos psicológicos, ni atajos.
Otro problema al proponernos metas es que la lista es interminable. Cambiemos de estrategia, abordemos los hábitos uno por uno. Cuando hayas adquirido un hábito, puedes probar con el siguiente. Feliz año de los objetivos.