Ahondar en la emoción

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Desde que tengo uso de la razón, que no sé exactamente cuándo sucede esa circunstancia, me he emocionado al entrar en una Biblioteca. He creído siempre que son lugares extraordinarios, y he tenido la inmensa suerte de vivir en dos de ellas; la que fui formando desde los cuatro o cinco años hasta el día de hoy, y la Biblioteca raíz de mi vida, la Biblioteca de mi abuelo. Ésta última tiene hasta una pequeña escalera para ascender a los lugares más altos, donde a su vez se encuentran los libros más deseados. Fue la primera Biblioteca que ordené, clasifiqué y todos los procesos documentales que puedan imaginar, con todas las particularidades inventadas y necesarias para Luis Cobiella. Podía pasar horas y horas, y tener la sensación de que solo pasaban minutos.

No soy un gran lector, pero sí me gusta abrir todos los libros que puedo, y guardar en mi memoria todas esas reseñas, lugares, frases, estrofas, odas, sentidos, que me permiten la emoción de transmitir la lectura a las demás personas. Y luego, cuando el tiempo me da una tregua, leo todo aquello que me gusta con exactitud, y procuro leer también alguna ‘cosa’ que no me gusta, por aquello de situarme ante un gran campo de flores silvestres, salvajes y libres.

Cuando cumplí doce años hice un viaje con mis padres a Salamanca. Ahí supe lo que quería ser de mayor. Toda la ciudad era una gran Biblioteca. La Casa de las Conchas fue algo hipnótico, incluso recuerdo que fabulé con la posibilidad de vivir en ella algún día. Casi. Diez años después aterricé en esa ciudad mágica y dulce. Caminas sobre la historia. Y estudié, estudié Biblioteconomía y Documentación en una facultad preciosa, donde aprendí lo que soy, y seguramente lo que seré, aunque aún, afortunadamente, no lo sepa, a través de unos profesores magníficos, y con el privilegio de ser ‘poquitos en clase’.

Imagínense que maravillosa etapa, que empezó desde niño y que aún persiste. No es etapa, es algo que no sé.

Hoy sigo siendo Bibliotecario de un municipio también precioso, Breña Baja, donde se ha luchado con garra y coraje para reabrir su Biblioteca. Desde cero hemos creado un punto de encuentro con los libros, y en ella hay toda una metodología para transmitir la emoción de leer, sino no tendría sentido abrir estas puertas de nuevo.

Caminamos hacia una Biblioteca social, de encuentro, de espacios y conocimientos compartidos, de lugares innovadores. No somos ajenos, ni mucho menos, a las tecnologías. Que nadie se confunda, es imposible que los avances tecnológicos acaben con lo nuestro, porque como profesionales tenemos que usar estas herramientas en favor del viento, y no castigar nuestro sentido bohemio con el rechazo a lo que pueda transformar. Sin lugar a dudas, somos el presente-futuro de lo social, lo cultural, lo educacional, entendiendo las Bibliotecas como espacios imprescindibles para el desarrollo como sociedad y como individuos, en el marco antes mencionado. Y para ello, hay una clave que ya estamos probando, la Biblioteca sale al encuentro con los usuarios y usuarias, a los centros educativos, asociaciones de todo tipo. Sin esperar detrás de un mostrador, con la mayor de la actividad posible en las redes y tocando en la puerta de las personas para que se percaten que en las Bibliotecas transcurren sucesos maravillosos. Bastaron cinco talleres en el mayor Instituto de Enseñanza Secundaria de la zona, para que la Biblioteca de Breña Baja se llene cada día, preste muchísimas lecturas, y sea un lugar en el que disfrutar de un buen libro, donde está prohibido el silencio, donde compartir impresiones y expresiones es una obligación, donde pretendemos romper con los índices lectores que azotan cruelmente nuestra comunidad autónoma.

¿Cómo no voy a ahondar en la emoción? Amo mi profesión, la amo de verdad. Es increíble, y supongo que pasa en todas las profesiones, a todos los profesionales que aman su trabajo, haber encontrado un camino en el que suceda lo que suceda caminarás hasta el fin de los días. Es emocionante, porque significa demasiadas aventuras aseguradas, reales, naturales. Cuando amas de verdad, la diversión vital está garantizada.

Soy Bibliotecario y viajo cada día en un libro diferente, surcando los bosques y los océanos, saboreando poemas y ensayos, colores, sonidos, y sobre todo viajo, vivo en una emoción constante a veces buena y otras veces necesariamente mala, pero siempre emocionante, siempre dejando entrar para convertir y transmitir, en todas las posibilidades.

¿Se imaginaban alguna vez un Bibliotecario, Bibliotecaria que pudiera sentir y transmitir tanta orquesta emocional? Y es que no somos personas aburridas y en la sombra, somos el futuro imprescindible, o al menos prefiero vivir en ese ego sano, en esa vanguardia de creerlo de verdad, de crearlo de verdad, de hacerlo sentir de verdad.

Ahondar en la emoción. Qué palabra es ahondar. Qué belleza de palabra es ahondar. Ahonden siempre.

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