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Las guaguas tienen vulva y los micros tienen pene

Dailos González Díaz

La reciente polémica a raíz de la campaña tránsfoba de la organización extremista HazteOír, por medio de una guagua que pretende circular por distintas ciudades del Estado español, me ha llevado a escribir las siguientes reflexiones: 

Por supuesto que se trata de un ataque hacia las personas transexuales que han vivido, y siguen viviendo, discriminación y un no reconocimiento de sus derecho, y tanto más grave aún cuando las personas que están sufriendo esta discriminación y no reconocimiento de sus derechos e identidades están en la infancia. 

Pero que haya salido esta guagua yo la veo como un éxito no de los sectores ultrarreaccionarios, sino del movimiento LGTBI. ¿Quién está definiendo los términos del debate y de la confrontación? Hace 20 años no habría tenido sentido una campaña de “los niños tienen pene y las niñas vulva”, la mayoría de la gente pensaría “mira tú qué obviedad, es lógico”, pero que ahora haya saltado esta polémica hace que eso no sea visto como una obviedad, ellos mismos han sembrado la duda queriendo hacer lo contrario y han puesto de actualidad un debate que había permanecido oculto.

Claro, lo digo como persona con cierta concienciación, mucho me temo que la mayoría de la gente al verlas noticias siga sin entender todo esto. Y eso es una tarea aún por hacer, que los posicionamientos de estos sectores reaccionarios sean visto como absurdos. Está habiendo una campaña reaccionaria contra lo que denominan “imposición de la ideología de género”, pues aceptemos esa batalla, y hagamos que la “ideología de género” sea realmente mayoritaria y sea asumida por la población. Hace falta para ello mucha didáctica, para romper la visión predominante de que el género es algo biológico y no una construcción cultural. Pero no nos dejemos dormir, junto a los sectores tránsfobos y homófobos también está teniendo cada vez más difusión y, lo peor, aceptación, un discurso neomachista, justo cuando están aumentando preocupantemente el número de asesinatos de mujeres.

De todos modos, se ha hablado en distintos lugares de cómo “prohibir” la guagua de HazteOír, y lo considero un error. Cualquier intento de censurar o reprimir legalmente los movimientos reaccionarios se puede volver en contra de los movimientos críticos y que estén por el avance social. Así, sería más probable que se censurara la genial performance de Drag Sethlas que las campañas homófobas que recuerdan a arcaicas quemas de brujas. Lo mismo que cuando se propone ilegalizar a partidos de extrema derecha como Democracia Nacional, con todo el rechazo que me produce el fascismo no considero que sea ese el camino, más que nada porque estoy en contra de una ley de partidos políticos que se usó para la represión de partidos democráticos bajo la teoría del “todo es ETA”. La batalla contra los sectores reaccionarios es, ante todo, cultural: debemos entrar en ella, no en base a asumir los símbolos y el discurso mayoritario, ni tampoco centrándonos en dinámicas internas de si debemos ser de izquierdas o transversales. La batalla cultural, por la hegemonía, debe estar enfocada a obligar al otro a moverse. Que sectores reaccionarios como HazteOír hayan tenido que salir con un lema como el que salieron es en realidad, repito, un éxito del movimiento LGTBI, es éste el que marca la agenda y los términos del debate. Lo mismo ocurrió con el matrimonio entre personas del mismo sexo, que al final hasta el PP, opuesto inicialmente al mismo, ha tenido que aceptarlo (aún a regañadientes) sin atreverse a derogarlo. Ahí están los éxitos, no nos repleguemos a los consensos existentes, pues debemos ser nosotras quienes definamos los nuevos consensos.

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