Los carros de madera y la Carretera del Sur

Los Llanos de Aridane —

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La Carretera del Sur, que se empezó a construir a finales del S. XIX partía desde el puerto de Santa Cruz de La Palma, subía por las vueltas de Calcinas hasta Buenavista y desde allí, uniendo pueblos y caseríos pretendía llegar hasta Los Llanos, lo que no consiguió hasta bien entrado el S. XX. En principio, ni siquiera estaba prevista para vehículos a motor, inexistentes en aquellos años.

El trazado de la nueva vía se adecuó en lo posible al antiguo camino real que, por el sur, no pudo sortear los caseríos de Tigalate Hondo; Los Quemados, que era el núcleo cabecera del municipio de Fuencaliente ni el antiguo caserío de El Charco.

Montes de Luna, Los Canarios y la parte alta de El Charco, sin apenas vecinos en esa época del cambio de Siglo, se vieron beneficiados por la nueva carretera que los aliviaba del aislamiento y de trabajos de carga, por lo general, penosos.

Los periódicos de principios de S. XX hablaban de la paralización forzoza en Las Manchas, en la zona de La Cochera, por la negativa persistente de un propietario, de apellido Simón, a que la nueva vía pasara por sus terrenos.

Antiguos operarios de sorriba que estaban trabajando en la carretera se apenaban unos años después porque la obra se detuvo varios años en Alcalá, justo en lo que luego se llamaría El Paraíso, por falta de presupuesto. Una fotografía de 1905 recuerda la construcción de la Casa Caminera de Las Manchas en la que se aprecian sólo carruajes de tracción animal.

En los años 30 del S. XX, en gobiernos de la II República se procedió al asfaltado, cuyo firme perduró hasta 50 años después.

Con la apertura de la carretera y la aparición de los primeros camiones, desaparecieron para siempre los puertos naturales y barcos de cabotaje que, por mar, eran el medio casi único de transporte de mercancías y pasajeros entre los pueblos de la Isla y el puerto capitalino.

Con el desarrollo económico derivado de la introducción del cultivo de las plataneras en Tazacorte y Argual, el asfalto “republicano” de la carretera del Sur, que se llamaría TF-832, soportó durante 45 años todo el trasiego de vehículos para el transporte de ultramarinos, productos de exportación y personas desde Santa Cruz de La Palma hasta los pueblos del “interior”.

Los Carros. En Las Manchas, a partir de entonces, se ideó un carro de madera, de cierta complejidad en su construcción, que servía para transportar los productos del monte y de pequeñas industrias domésticas (leche, queso, vino y vinagre, pastos, frutos, leña y pinillo) que, aprovechando la leve pendiente de la carretera desplazaba cargas considerables por ella. Todavía tenemos recuerdos de ver la bajada hacia Los Llanos de los carros mancheros cargados de cestas, pacas, pipas y garrafones con los productos de las cosechas de secano para su venta en Tazacorte, Argual y Los Llanos. Cerca del mediodía, los carros de madera que bajaron llenos por la mañana subían con recipientes vacíos hacia Las Manchas movidos sólo por la fuerza motriz de sus dueños que, con correas o sogas, tiraban de ellos en la pendiente que había que sortear al revés. Los hijos de los campesinos solían ayudar empujando los carros por los más de quince kilómetros que había entre origen y destino. El último carro manchero que quedaba se seguía usando por la familia Viña de Los Llanos para trasladar en procesión a la imagen de San Isidro en la Feria de Ganado de las Fiestas de La Patrona.

La guagua del Mensajero. La Carretera del Sur en su recorrido de cerca de 120 años ha sido partícipe, también, es comprensible, de hechos luctuosos. Un tío de quien suscribe, llamado Tomás Jerónimo, fue llamado a filas por el Ejército sublevado justo el mismo día que cumplió veintiún años. Cuando llevaba en el frente de batalla dos años y medio, metralla enemiga afectó a su cerebro por lo que fue devuelto a su domicilio unos meses antes de terminar la Guerra Civil. Para seguir cumpliendo con el servicio militar, fue destinado a un cuartel que habían ubicado en lo que es hoy el Llano de Argual. Las secuelas de las heridas de bala provocaron que cayera de su bicicleta cuando se dirigía al destino, chocara contra una roca, ingresara en el hospital y falleciera.

El accidente más recordado en toda la Isla, por las trágicas consecuencias que conllevó, tuvo lugar en las laderas de la Montaña de Doña María por donde transcurre la antigua carretera. El libro de historia del equipo de fútbol del CD Mensajero, recogido por el investigador y entrañable amigo Paco Antequera, recoge que el partido de fútbol entre el Atlético Paso y CD Mensajero no se pudo celebrar el 2 de diciembre de 1956 por “... sufrir nuestro equipo un accidente al despeñarse el autobús en que viajaban en lugar cercano al conocido por Dos de Copas. En el accidente perdió la vida nuestro compañero y masajista del Club D. Manuel Pérez Calderón (q.e.p.d) y el conductor del mismo y antiguo jugador del Mensajero D. Jaime Carballo Acosta (q.e.p.d), resultando heridos todos los demás jugadores, algunos de ellos de gravedad, como Toledo, y otros menos graves . También resultó herido de importancia el directivo y entrenador del equipo , D. Francisco Duque Pérez”.

Lo extraño de este accidente es que, en Las Manchas, nadie se explicaba, oíamos decir desde que éramos niños, cómo la tragedia no fue completa: los restos de la guagua siniestrada estuvieron visibles en el fondo de la ladera oeste de la Montaña, muchos metros abajo, hasta hace pocos años, evidenciando la gravedad del accidente.

La Cumbre. Hasta la apertura de la Carretera de La Cumbre a comienzos de la década de los 70, la Carretera del Sur estuvo racionalmente cuidada. Los camineros se encargaban de ir parcheando con un piche, que transportaban en unas calderas que lo calentaban con leña, y las cunetas estaban separadas por un hormigón irrompible que decían que estaba conformado por un cemento de prestigio de marca “Cañón”.

Se abrió la Cumbre, se construyó el aeropuerto y llegaron los ferrys con carga rodada y... la Carretera del Sur se abandonó a su suerte.

En casi 15 años de uso sin ningún tipo de arreglos, llegó a ser intransitable, de manera literal. Entre Jedey y Los Canarios era imposible que coches sin doble tracción pudieran pasar por ese tramo. Hubo trabajadores de las fincas de la costa que daban la vuelta por La Cumbre para evitar el acceso por El Charco.

En el primer Gobierno de Canarias, con las transferencias de carreteras, se puso una capa de asfalto frío en todo el trayecto desde Puentes Rotos a Tajuya.

Un proyecto en Madrid. La Carretera del Sur, hasta entonces, estaba siempre con proyecto hecho en Madrid. Al menos eso decían siempre las autoridades para tratar de dar esperanza a pueblos que, como antes de comenzar el S. XX, estaban, de nuevo, casi incomunicados.

Un convenio entre el Estado y Canarias, dentro del Plan de Carreteras, hizo posible que, hace cerca de un decenio, las obras de la nueva carretera empezaran a mover tierras y configurar espacios para su remodelación. Sin embargo, la primera crisis económica del S. XXI hizo que el Estado, que había comprometido el coste de dos tercios de la obra, rompiera el compromiso y dejara sólo al Gobierno de Canarias que, 10 años después de la colocación del cartel de inicio de las obras, parece que acelera su terminación. El resultado es una vía moderna, espléndida cuyo proyecto ya no está en Madrid.