Los astrónomos que descubrieron la calidad del Roque de Los Muchachos para la observación nocturna
La relación de La Palma con las estrellas se remonta a tiempos inmemoriales. Los primeros habitantes de la Isla, los benaoharitas, ya subían a las cumbres para otear la bóveda celeste en busca de respuestas sobre el origen del mundo que, en la actualidad, se continúan indagando, desde la misma montaña, con potentes telescopios.
Sin embargo, no fue hasta principios de los años setenta del pasado siglo cuando se planteó la posibilidad de estudiar el cielo nocturno desde la cima del municipio de Garafía y su utilidad como atalaya para la exploración del universo.
Hace unos días han regresado a la Isla los científicos Thomas Gough y Crispin Heath, pioneros en vislumbrar hace casi 50 años las excelencias del Roque de Los Muchachos como balcón sideral de la comunidad científica. En concreto, han vuelto para hablar sobre las primeras observaciones de medición de la calidad del cielo realizadas en El Roque que sirvieron para situar el observatorio astronómico en la cúspide de La Palma. El Grupo Isaac Newton ha reconocido la labor de estos precursores de lo que, en estos momentos, es uno de los observatorios más relevantes del planeta. El reencuentro con la atalaya del universo que descubrieron ha sido emocionante, reconocen.
-A finales de los 60, principios de los 70, dos equipos buscaban el mejor lugar para observar el sol y el cielo nocturno en el hemisferio norte. ¿Cómo se les ocurrió venir a La Palma?
-Éramos miembros de un proyecto liderado por el Observatorio Real de Edimburgo (ROE) para encontrar el mejor observatorio nocturno en el hemisferio norte y vinimos a La Palma para evaluar el lugar a fin de conocer su potencial real –señala Thomas Gough-.
-¿Tenían alguna referencia previa de La Palma como emplazamiento para instalar un observatorio astronómico?
-Como parte del citado proyecto nos encontrábamos obteniendo datos en Izaña (Tenerife) -comenta Crispin Heath- y allí vimos que la calidad de los parámetros de seeing (calidad de imagen) no eran tan buenos, probablemente porque la forma en que la montaña se orienta hacia el norte, de donde vienen los vientos predominantes, rompe el régimen laminar atmosférico y, como consecuencia, aumenta la turbulencia y la degradación del seeing. Desde Izaña, Thomas, al ver La Palma, tuvo la impresión de que las cumbres del Roque de Los Muchachos podían ser un buen sitio porque, aparte de encontrarse por encima de la capa de inversión térmica asegurando un buen número de noches despejadas, la forma redondeada de la Isla hacia el norte debía conservar el régimen laminar de los vientos.
-El acceso al Roque era únicamente a pie y no había ninguna infraestructura ¿recibieron ayuda local para llegar a la cumbre de La Palma?
-Éramos scouts, de hecho Crispin y yo nos conocimos por ese motivo antes de venir a Canarias, por lo que ir a una montaña con cierta altitud en un sitio remoto no nos pareció imposible, es más tuvimos la sensación de que sería una aventura interesante. Aun así recibimos la importante ayuda del profesor de física Guillermo Rodríguez, oriundo de Las Tricias (Garafía), quien nos ayudó a llegar hasta la cumbre y organizar el transporte y el abastecimiento para los días de campamento. Utilizamos mulas y el suministro de agua que nos ofrecía la Fuente Nueva. No vinimos de manera particular sino como miembros del proyecto liderado por el ROE, que pretendía encontrar la mejor ubicación de un observatorio en el hemisferio norte.
-¿Cómo conocieron a Guillermo Rodríguez?
-Fue un poco casual. Guillermo se encontraba en La Laguna (Tenerife) en los inicios del que posteriormente se convertiría en el Instituto de Astrofísica de Canarias y nosotros, en Izaña, recibíamos el apoyo logístico del Observatorio del Teide y de su director Francisco Sánchez.
-¿Cuál fue la primera impresión del Roque como enclave científico para observar el universo?
-En 1972 se realizaron dos visitas. En la primera, en junio de ese año, subimos con nuestro jefe, y también jefe del proyecto, Bennet McInnes. En el Roque de Los Muchachos nos encontramos con el campamento de los físicos solares, JOSO, que habían llegado antes y que ya estaban haciendo mediciones diurnas de la calidad del sitio. Desde el mismo Roque vimos el topo de Fuente Nueva y pensamos que ese otro sitio, sin habernos desplazado todavía allí, podía ser bueno ya que, aunque de menor altitud, no debería romper el régimen laminar local de vientos como quizás sí sucediese en el mismo Roque. Esto ocurrió en junio y nuestro jefe dijo “Vale, si estáis de acuerdo, volvéis en agosto y tomáis las correspondientes mediciones”. Y volvimos en agosto. Otro aspecto importante fue el telescopio PTT (del inglés, Polar Trail Telescope), que habíamos obtenido del colaborador del proyecto, Merle Walker. Merle era un investigador americano interesado en estudiar la calidad del cielo en el observatorio californiano Lick, y también en otras partes del planeta. Merle nos dejó el telescopio original que diseñó para este tipo de estudios. El PTT nos permitió obtener medidas estándar para evaluar la calidad del sitio. En sólo seis semanas de observaciones, entre agosto y septiembre, los datos mostraron una calidad excepcional, igual o mejor que los sitios que ya habíamos visitado. Desde ese momento tuvimos la sensación de que el Roque de Los Muchachos era el lugar ideal que estábamos buscando y potencialmente el mejor para iniciar un nuevo observatorio internacional.
-¿Se han sorprendido al ver el Observatorio del Roque de los Muchachos en la actualidad?
-Muy impresionados y encantados. También sorprendidos de ver que una pila de piedras que levantamos en 1972 para usarla como montura del telescopio PTT sigue todavía allí, exactamente en el sitio donde la pusimos entonces. Como importante vestigio del origen del observatorio, y para futuras generaciones de astrónomos, sería conveniente señalizar y proteger dicha estructura.
-¿Cómo recuerdan aquella aventura astronómica?
-No fueron tiempos duros. La recordamos como tiempos felices. Nos sentíamos como en casa.
-¿Quién apostó finalmente por el Roque de Los Muchachos como enclave ideal para instalar un observatorio astronómico?
- Fueron muchas decisiones las que se tomaron tras nuestra primera campaña en 1972. Pero la decisión de acercarnos a La Palma a ver el sitio por primera vez la tomamos nosotros cuanto estábamos en Tenerife, con el apoyo de nuestro jefe Bennet McInnes.
-¿Tiene La Palma uno de los mejores cielos del mundo para observar el universo?
-Para mí –señala Thomas Gough- hay tres lugares en el mundo que, probablemente, tengan los mejores sitios para observar el universo. Son la costa occidental de Norteamérica, la costa de Chile y La Palma. La Palma, al ser un lugar aislado, con un cielo oscuro, probablemente, sea el mejor.