Continuamos con un episodio más de la sección Scientia Palmensis dedicada a los científicos nacidos o que realizan su actividad en la isla de La Palma con una entrevista al profesor Rafael García Becerra, biólogo cuya actividad se ha desarrollado casi en su totalidad en la isla de La Palma. El profesor García Becerra (Felo), nació en Santa Cruz de La Palma en 1958. Cursó estudios de Primaria en el Grupo Sur, de Bachillerato en el IES Alonso Pérez Díaz para posteriormente licenciarse en Biología en la Universidad de La Laguna. Después de concluir el servicio militar, en 1986 ganó por concurso oposición el grado de funcionario de Carrera dentro del Cuerpo de Profesores de Enseñanza Secundaria. En el curso 1992-93 se incorporó al IES Luis Cobiella Cuevas donde ha ejercido, en continua formación, su vocación docente que simultaneaba, en su tiempo libre, con proyectos de investigación que le han permitido estar al día en los conocimientos y tecnologías que se aplicaban en la investigación y que luego trasladaba a sus alumnos en el día a día del aula. Esta labor investigadora le ha permitido publicar más de 160 artículos científicos en revistas nacionales e internacionales, así como participar en la realización de varios libros o capítulos de libros dentro del área de la Espeleología y la Entomología. La necesidad de divulgar le llevó a ser fundador y director de la revista de espeleología canaria Vulcania y a presentar algunos proyectos o trabajos a concursos donde fueron reconocidos y galardonados como es el caso del Premio Insular de Medio Ambiente (1996), Premio de Investigación y Ciencia (2005) y Premio de la Biodiversidad (2005) de la Reserva Mundial de la Biosfera La Palma. Toda esta labor se ha visto refrendada en el año 2014 con el nombramiento de miembro colaborador de la Real Academia Canaria de Ciencias, labor que ha sido así mismo reconocida con una distinción por parte de sus antiguos compañeros del Instituto Alonso Pérez Díaz.
-¿Profesor García Becerra, qué proyectos de investigación son los que le ocupan en estos últimos años?
-Son muchos, siempre vinculados con la Biología y Ecología de los insectos canarios. La independencia económica que me daba mi profesión de docente me ha permitido una actividad investigadora autónoma. Sin embargo, habitualmente he establecido una buena y estrecha colaboración con la ULL y últimamente con el IPNA-CSIC. A lo largo de estos años me he centrado en el estudio de la entomofauna canaria, haciendo hincapié en su evolución y adaptación al subsuelo de nuestras islas, pero por razones personales y laborales, con una mayor insistencia en La Palma, donde he ejecutado más de una treintena de informes Técnicos y Detallados de Evaluación de Impacto Ambiental y Ecológico de diferentes áreas, parajes y municipios de la isla de La Palma.
Ahora que estoy jubilado, intento mostrar a la población canaria mediante charlas o conferencias la rica fauna hexápoda que tenemos, al mismo tiempo que me esfuerzo en poner al día mi colección particular y estudiar varias especies nuevas que estamos preparando para dar a conocer a la comunidad científica internacional.
Hasta el momento he descubierto más de 70 taxones de insectos nuevos para la ciencia, 42 de los cuales he tenido el placer de describir, el resto lo han hecho colegas o amigos especialistas en determinados grupos, a los que por amistad y cortesía les he hecho llegar los ejemplares para su estudio.
-¿Qué problemas cree usted que afronta La Palma en el campo de la Biología/biodiversidad y qué soluciones se pueden tomar?
-Siempre me he preguntado cuántas especies han desaparecido en el planeta por nuestra actividad sin que nos hayamos enterado. Consumimos y destruimos territorio sin saber qué fauna o flora existe en ese espacio natural. Por ello creo que es fundamental conocer la biodiversidad que existe en nuestro archipiélago, es básico saber cuántas especies constituyen nuestra riqueza biológica y por extensión nuestra riqueza genética, qué nichos ocupan, qué interrelaciones establecen. Todo esto habría que hacerlo antes de que desaparezcan de la faz de la Tierra por la acción del hombre. Muchas veces he comentado que para querer o amar “algo” primero hay que conocerlo y entenderlo. Para poder proteger y gestionar una especie hay que saber primero que existe, luego cómo se comporta y finalmente aplicar normativas para gestionar la vida.
El principal inconveniente es que esto no es prioritario para los políticos y sus gobiernos, ni siquiera para el pueblo llano. Siempre cuento como anécdota la frase que me espetó un político -medio en serio medio en broma- por mi defensa del Saltamontes de El Remo, decía que: “Por un saltamontes de mierda no vamos a parar el progreso de la Isla”. Pero el dilema es que la mayoría de los conflictos a los que nos hemos enfrentado a lo largo de nuestro desarrollo como sociedad ya los había resuelto la naturaleza y solo hemos tenido que copiarla. Por desgracia, no somos conscientes o no queremos darnos cuenta de su importancia, de hecho, vivimos de espaldas a ella y sin el más mínimo respeto. Lamentablemente aún nos queda mucho que aprender y cada vez queda menos tiempo. La percepción social es que prima la economía por encima de la conservación, sin importar el daño que se esté haciendo a los ecosistemas insulares.
Otra dificultad es que la mayoría de nuestros hijos que realizan estudios superiores se quedan fuera, ya que normalmente, aquí es difícil encontrar un hueco laboral en su especialidad. Es una verdadera pérdida intelectual, una sangría de la que tampoco se escapa la Biología, cuyas salidas profesionales son escasas, vinculadas principalmente a la docencia -cada vez es menos atractiva por lo poco valorada socialmente-, la empresa privada -cuyo tejido no puede absorber toda la demanda- y la administración pública. Por ello, creo que el Cabildo de La Palma, como institución, debería velar por averiguar y proteger esa riqueza genética que custodia La Palma, pero no parece que su interés vaya muy bien encaminado, ya que la Consejería de Medio Ambiente solo tiene un biólogo en plantilla para todo el territorio insular.
-¿Qué mensaje daría usted a los jóvenes palmeros que quieran dedicar su vida al cultivo de la Ciencia?
-Siempre he comentado a mi alumnado que sean apasionados, que si les conmueve la naturaleza y les ilusiona investigar que no lo duden, que luchen y se esfuercen por conseguirlo, de no alcanzarlo directamente que no lo abandonen y que se lo planteen como un maravilloso hobby. Alcanzar la posibilidad de vivir del estudio y la investigación entomológica en este país es casi quimérico. Por ello, hay que ser pragmático y lo primero es asegurar la comida, la sanidad, el transporte, etc. Luego, una vez cubiertas las necesidades básicas, se puede investigar fuera de las instituciones que se dedican a eso. Eso sí, esta segunda opción requiere aún más esfuerzo, pero te da independencia y libertad para hacer e investigar lo que te seduzca. Lo cierto es que nada es fácil, todo requiere muchísimo esfuerzo, continua formación y perseverancia, pero es tan gratificante que merece la pena.