“La experiencia médica que vivimos en Tijarafe era subversiva para las autoridades sanitarias”

Sara Velasco (Ponferrada, 1954) se licenció en Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid en 1977 y, un año más tarde, vivió en Tijarafe, con tan solo 24 años, una experiencia médica radical y comunera que levantó “ampollas” en las autoridades sanitarias. Ahora acaba de publicar su primera novela, El arco de la histeria, en la que recoge aquellas vivencias. “El aprecio enorme que sentí por las personas de Tijarafe y los pacientes, y la fuerza de aquella experiencia es lo que me llevó a escribir este libro”, ha asegurado en una entrevista con LA PALMA AHORA. La doctora Velasco ha escrito ensayos sobre salud, género y psicoanálisis que son referentes en el medio sanitario, universitario y Cátedra de la Unesco. La portada de la obra está ilustrada con una fotografía de la Cueva Bonita realizada por el palmero Saúl Santos. “Es la insignia de la belleza de esta isla que he tratado que atraviese el libro”, dice.

-¿A qué alude el título de su obra El arco de la histeria? El arco de la histeria

-El título procede de uno de los casos clínicos que atendimos. Existe un síntoma llamado arco de la histeria que era frecuente en la medicina antigua. A veces, nos encontrábamos enfermedades que habían sido comunes en el siglo XIX y ya no lo son tanto. El arco de la histeria es un síntoma espectacular, sorprendente, y nosotros lo tratamos también de forma inusual.

-El libro es una memoria novelada y supone su primera obra narrativa.

-Hasta ahora, he escrito siempre ensayos sobre las disciplinas médicas en las que trabajo: medicina, psicoanálisis, psicosomática, salud de las mujeres, género... Mis libros han sido texto de apoyo a la investigación y docencia de sanitarios en la que llevo inmersa muchos años. Pero ahora, deseo escribir novela. Deseo contar, transmitir experiencias vitales, escenas y emociones de la vida. Me interesa más eso que el rigor académico de los ensayos. Por eso, El arco de la histeria es una novela basada en hechos reales. Los nombres están cambiados, excepto el mío -no me importa que me reconozcan-, y los casos contados tal y como quedaron en mi memoria, que a lo mejor no es exactamente como pasaron, porque están teñidos de los intensos afectos que me provocaron, si bien algunas partes están más noveladas.

-¿Cómo recuerda aquella experiencia comunera y radical en Tijarafe?

-Yo tenía 24 años, era una médica muy joven. Fuimos ingenuos y atrevidos. Atendíamos casos graves y problemas de la vida: partos, hemofilia, enfermedades mentales, malformaciones en recién nacidos, prostitución, abusos... de todo. Trabajábamos en equipo, eso entonces era impensable. Y vivíamos todos juntos en régimen de comuna, compartíamos el sueldo, repartíamos el trabajo sanitario, y doméstico también, siempre con el máximo respeto a las parejas que había en el grupo. El recuerdo de la experiencia es tan intenso que ha sido muy emocionante escribirla. Fue uno de los años más intensos y fulgurantes de mi vida. El aprecio enorme que sentí por las personas de Tijarafe y los pacientes, y la fuerza de aquella experiencia es lo que me llevó a escribir este libro.

-¿Recibieron algún apoyo de instituciones?

-Nos apoyaban los estudiantes de La Laguna, que nos organizaron una conferencia en la Universidad, y médicos jóvenes de los hospitales a los que pedíamos ayuda a veces. Incluso, en un caso concreto, nos ayudó la reina Sofía.

-¿La reina Sofía?

-Fue un caso muy emocionante de un niño hemofílico. Es una de las historias del libro. Se nos acababa el suero que había que inyectarle cada vez que sangraba y el laboratorio iba a dejar de fabricarlo. La madre del niño y yo, desesperadas, le escribimos a la reina Sofía una carta a mano pidiéndole sueros. Nos respondió a vuelta de correo enviándonos unas cajas. Al abrirlas, vimos que estaban llenas de frascos del preciado suero. Puede que la reina Sofía lo recuerde aún.

-¿Cuántos médicos participaron en la experiencia?

-Éramos dos médicos procedentes de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, tres expertos acupuntores, estudiantes canarios de Medicina de La Laguna y una auxiliar.

-¿Qué terapias aplicaban?

-Los dos médicos usábamos todos los tratamientos propios de la medicina moderna que aprendimos en la facultad, todo lo que sabíamos y que estaba a nuestro alcance en Tijarafe, claro. Pero además, como la medicina tecnológica no llega a curar todo, ni mucho menos, el equipo de acupuntores, una vez estudiado y diagnosticado el paciente, añadía técnicas de medicina blanda, como fitoterapia y medicina china, sobre todo acupuntura. Hubo mejorías y curaciones muy interesantes con estas técnicas.

-No fue posible ejercer aquella medicina en plena Transición.

-Mientras que estuvimos allí, sí pudimos aplicar los tratamientos alternativos que nos parecía oportuno. Lo que pasó es que también hacíamos intervenciones de salud pública que aún no eran habituales, como reconocimientos escolares, grupos de pacientes, control psicosomático de la hipertensión, preparación al parto, control de epidemias... Quizá eso enervó a algunos sectores profesionales de la Isla. Efectivamente, estábamos en la Transición y lo viejo aún tenía dificultades para aceptar lo nuevo.

-¿Qué molestó a las autoridades sanitarias?

-Trabajábamos y vivíamos seis personas bajo el mismo puesto de médico titular y con su único sueldo. Esto era incomprensible para las autoridades sanitarias. Además, era subversivo. Trabajar en equipo no estaba permitido, algo paradójico porque ahora es la norma. Nos negamos a cobrar las igualas y eso también causó ampollas. No quiero contar más, porque es una novela y no debo desvelar el suspense.

-Pero contaban con el apoyo de los pacientes.

-Siempre sentimos el apoyo y el afecto de los pacientes. Mucho. De la gente del pueblo en general. Nos sentimos muy aceptados y queridos. Con el paso de los años, una se da cuenta de que eso es lo más importante.

-Los versadores le dedicaron décimas a ‘Los médicos de Tijarafe’.

-Sí. Eso nos contó alguien un tiempo después. Y que nos seguían recordando con nostalgia. Con este libro, yo quisiera que los tijaraferos de entonces reciban mi reconocimiento y el cariño con el que los recuerdo y la huella que me dejaron. Estoy agradecida a cada uno de ellos.

-¿Cómo ve el sistema sanitario actual?

-Pues lo que hicimos en 1978 fue una avanzadilla de la reforma sanitaria que se hizo en la Transición. También estábamos en línea con la experiencia del Centro de Salud de San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria), la gente más mayor lo recordará también. En aquel mismo año, en 1978, en Rusia, reunidos 140 países de todo el mundo, acordaron la Declaración de Alma Ata que dictó cómo debía ser la atención primaria médica. Lo que nosotros hacíamos, aunque entonces no lo sabíamos, estaba rigurosamente en línea con aquella declaración internacional que guió la reforma sanitaria en España. Se llevó a la práctica en todo el país durante los años 80 y 90. En esta reforma, se crearon los equipos de atención primaria y centros de salud que funcionaron de forma parecida a lo que nosotros intentamos. Han sido años muy buenos de una nueva medicina. Pero se ha deteriorado mucho. Y mucho más con la crisis, los recortes... En realidad, la atención primaria está otra vez destrozada. Cuando leen el libro las médicas y médicos de los centros de salud actuales, quedan impresionados al captar cómo vivía la gente en esta isla y qué medicina tratamos de hacer en condiciones tan adversas. Los jóvenes médicos no pueden creer que tratáramos cosas tan graves sin medios. A ellos, ahora, les cuesta mover un dedo sin una resonancia o un escáner o sin el informe de un especialista. Los médicos más mayores sienten nostalgia, porque participaron y han vivido el sueño de una nueva medicina que ven simbolizada en lo que se cuenta en el libro. Y ahora ha vuelto a ser devastada esa medicina. Quizá hay que volver a empezar. Lo que nosotros hicimos entonces fue un comienzo. Se cierra el círculo.

El libro El arco de la histeria de la doctora Sara Velasco puede encontrarse en las siguientes librerías: Papiro y La Trasera, en Santa Cruz de La Palma; Lemus, en La Laguna, en Tenerife, y Canaima, en Las Palmas de Gran Canaria.

La obra ha sido editada también en Amazon y puede adquirirse en la siguiente dirección: http://www.amazon.es/s/ref=nb_sb_noss?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&url=search-alias%3Dstripbooks&field-keywords=sara+velasco+arias