Desde una privilegiada atalaya a 586 metros de altura se atisba la inmensidad de la Caldera de Tirajana. Los antiguos canarios construyeron unas estructuras ceremoniales en la cima de un roque de vértigo para alcanzar el cielo desde su imaginario indígena. Es el santuario de La Fortaleza (Santa Lucía de Tirajana, Gran Canaria), un yacimiento singular porque atesora la mayoría de los registros arqueológicos de la cultura de los primeros habitantes del Archipiélago. Es el único que estuvo habitado mil años en el periodo prehispánico, circunstancia que ha permitido a los arqueólogos certificar una evolución que no se observa en otros poblados. Con este reportaje, iniciamos una serie de tres capítulos que nos trasladará a lugares vinculados a las creencias y a la cosmovisión de aquellos colonos procedentes del Norte de África, cuando Roma dominaba el mundo.
Para ascender a la plataforma ceremonial, en el roque de La Fortaleza Grande, solo se puede ir en fila india. Al llegar al santuario, las casas del asentamiento se perfilan diminutas a 83 metros más abajo, la distancia entre el cielo y la tierra. Las vistas a cualquiera de los puntos cardinales sobrecogen. La Fortaleza era el centro de un universo que conformaba la gran caldera de Tirajana. La subida hay que hacerla despacio y con precaución, a través de un sendero rocoso con pasos escalonados entre piedras naturales; en la parte superior, aquellos moradores alzaron muros para acondicionar el camino. Nuestro guía es el arqueólogo Marco Moreno Benítez, cofundador de la sociedad Tibicena, Arqueología y Patrimonio.
La Fortaleza -el yacimiento está configurado por dos roques más (Fortaleza Chica y Fortaleza de Abajo) y una gran explanada donde se encontraba el poblado, la zona de cultivo aún sin excavar y un área funeraria-, afirma Marco Moreno, “reúne una serie de rasgos que lo convierten en un hito paisajístico. Su silueta destaca desde cualquier perspectiva. Manifiesta una gran prominencia que enfatiza su presencia en todo el horizonte visual. Estos atributos, junto con la existencia de cuevas y los abundantes recursos naturales, debieron ser determinantes en su elección como lugar de residencia y también para el escenario religioso”.
El núcleo del área ritual tiene cuatro estructuras; tres de ellas, dos circulares y una ovoide con pasillos estrechos de entrada, destacan “por la calidad constructiva de sus fábricas, con un aparejo perfectamente trabado”. Hay un espacio de combustión, con cenizas y restos óseos de animales, con apariencia de ara de sacrificio, como las existentes en La Gomera y El Hierro. A finales del XIX, el médico y antropólogo Grau Bassas, cofundador de El Museo Canario, sugirió el carácter ritual de las estructuras y calificó de braseros algunas de ellas. Por los resultados obtenidos en recientes excavaciones, “parece que no erró en su diagnóstico”, asevera el gerente de Tibicena.
Los astrónomos César Esteban y Juan Antonio Belmonte, investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), han estudio el santuario de La Fortaleza. Ambos, en 1995, tomaron medidas de orientaciones durante el punto medio temporal entre los solsticios (PMTS) y vincularon este yacimiento con otro recinto ritual: el Almogarén del Macizo de Amurga. Belmonte, uno de los expertos que más ha investigado la relación de los indígenas con el celaje canario, afirma a Canarias Ahora-elDiario.es que “hay una conexión evidente entre las estructuras de la Fortaleza y Amurga, un lugar sacralizado en el que se pone el sol en el equinoccio”. Este primer trabajo se publicó en Journal for the History of Astronomy.
Esteban realizó una investigación más profunda, con el apoyo de arqueólogos de Tibicena, veinte años después. El astrónomo no tiene duda alguna de que las estructuras de la cumbre de La Fortaleza están directamente relacionadas con la cosmovisión de sus constructores. “El 21 de septiembre de 2015”, relata por primera vez a un medio de comunicación César Esteban, “confirmamos fotográficamente que desde la estructura circular central, el ocaso solar en la cercanía de los equinoccios se produce sobre la posición que ocupa el Almogarén de Amurga”, un espacio ceremonial de factura indígena situado a 2,4 km de distancia.
El astrónomo del IAC destaca, como conclusión más importante de su investigación, que “dos estructuras artificiales –los recintos circulares de la cima y el Almogarén de Amurga- están relacionadas astronómicamente con un alineamiento solar a lo largo de la línea que las une con el ocaso solar en el punto medio temporal entre los solsticios (PMTS)”. Esta circunstancia sugiere al científico que “la localización de estas estructuras arqueológicas se ha escogido deliberadamente”.
El Almogarén de Amurga consiste en una plataforma rocosa bastante plana de unos 10 metros por 3,6, donde se contabilizan decenas de cazoletas de distinto tamaño y de forma oval o circular conectadas por canales. Para Belmonte, por su localización, complejidad y tamaño “es el más importante de Canarias”.
Por otra parte, en la base de La Fortaleza Grande hay un tubo volcánico que atraviesa la base del roque. Desde la entrada oeste de este elemento natural, explica Esteban, “también se observa el ocaso solar del PMTS, que coincide con la posición sobre el horizonte del área ritual rupestre del Almogarén de Amurga”. Entre los meses de mayo a julio, “coincidiendo por tanto con el solsticio de verano”, señala el arqueólogo Marco Moreno, “la luz solar atraviesa el túnel y se proyecta al otro lado del barranco”, por el lado de poniente.
Las investigaciones apuntan otro hito arqueoastronómico vinculado a este yacimiento. Durante “el ocaso del solsticio de verano”, señala Esteban, “se produce un alineamiento sobre una pequeña escarpadura situada en la ladera sur de la montaña de Lomo de las Vacas, situada a 6,4 km de distancia”, junto a otro yacimiento rupestre de carácter ritual, el Almogarén de la Manzanilla. “Estos alineamientos astronómicos permitieron a los aborígenes dividir el año en cuatro espacios temporales”, las estaciones.
Diversidad de registros arqueológicos
La riqueza de este yacimiento va mucho más allá de sus vestigios arqueoastronómicos. De entrada es el único que estuvo habitado en Canarias durante un milenio antes de la Conquista. Se han realizado cerca de 90 dataciones recientes que indican que estuvo habitado desde el siglo V hasta el XV –la conquista de Gran Canaria concluyó en 1483 y la de Canarias en 1496, con la caída de los guanches de Tenerife-. Las dataciones del recinto de culto van de finales del siglo VI al XIII.
La Fortaleza lo tiene todo. Es una especie de baúl de la memoria de la cultura de los primeros habitantes del Archipiélago. “Tenemos”, apunta Marco Moreno, “diferentes manifestaciones arqueológicas con distintas temporalidades integradas en un mismo discurso histórico, con un grado de conservación notable”. El arqueólogo añade que el yacimiento “es mucho más grande de lo que pensábamos cuando empezamos a excavarlo en 2012”.
La investigación ha desenterrado un poblado de una quincena de casas, un número que “estamos seguro crecerá en próximas excavaciones”, indica Moreno Benítez. El poblado “nos atestigua dos modelos de poblamiento, uno de casas circulares, que no se conocía en Gran Canaria hasta las excavaciones de La Fortaleza–se construyeron entre los siglos VII y X-, y otro de casas cruciformes, muy comunes en la costa a partir de los siglos X y XI y después se implantaron aquí”. Un hallazgo novedoso es el de “la casa circular más antigua que fue utilizada como refuerzo para la construcción de otra de planta cruciforme”.
La arqueología está mostrando la evolución que se experimentó La Fortaleza, unos cambios culturales que también se han detectado en otros enclaves de la Isla, sobre todo vinculados a los enterramientos, al pasar de cuevas a cementerios tumulares y después del siglo XI-XII a cistas y tumbas en superficie. Esta metamorfosis funeraria sólo se ha detectado en Gran Canaria, aunque en Lanzarote y Fuerteventura también hay enterramientos en cuevas y en fosas, aunque cementerios sólo existen en Gran Canaria –hay dos necrópolis con cerca de 800 tumbas, Maipés y Arteara-. Esta evolución de hábitos funerarios y en la arquitectura de los poblados ha posibilitado una corriente de opinión que apuesta por nuevas arribadas después de la colonización inicial del Archipiélago, durante los primeros siglos de la era común (después de Cristo).
La Fortaleza también tiene registros funerarios, pero sólo se han localizado enterramientos en cuevas, sobre todo en La Fortaleza Chica, aunque en la Grande también se han detectado, por ejemplo, “una pequeña cueva vinculada a enterramientos de perinatales”. Además, hay cuatro estructuras circulares muy interesantes pero “están vacías de cuerpo”, explica Marco Moreno. Se desconoce por qué se construyeron estos cenotafios, cuyo emplazamiento está vinculado al camino de acceso al poblado.
Este yacimiento atesora más huellas de la memoria indígena. Tiene un granero del siglo VI, el más antiguo de Gran Canaria –es la única isla con este tipo de infraestructura para almacenar alimentos-. Las expresiones rupestres tampoco faltan en este enclave: hay grabados antropomorfos, inscripciones alfabéticas líbico bereberes y restos de pinturas en algunas cuevas. También se han encontrado manifestaciones artísticas como ídolos de terracota y pintaderas –especie de sellos de cerámica-.
El último descubrimiento, difundido el pasado mes de febrero, es la prevalencia de la oveja en la actividad ganadera. Y se sabe porque los arqueólogos detectaron que el piso de las viviendas era un compactado de tierra y excrementos de ovejas. ¿Con qué finalidad? “Estamos convencidos de que el objetivo era minimizar la humedad del suelo”, y así dotar de más calidez a la vivienda, informa a esta Redacción el químico Antonio Vicente Herrera Herrera, miembro del equipo de Micromorfología y Análisis de Biomarcadores (Ambilab) de la ULL, dirigido por la geoarqueóloga Carolina Mallol. El doctor Herrera estima necesario seguir investigando para “saber si fue algo puntual en la comunidad de La Fortaleza o un aspecto estructural de la cultura de los indígenas”.
En definitiva, La Fortaleza es un yacimiento capital para la investigación de la cultura de los primeros habitantes de Canarias. El ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana impulsó la creación del Museo de la Fortaleza inaugurado en 2015, muy cerca del enclave, y ha elaborado un proyecto para convertirlo en el primer parque arqueológico de Canarias. El Archipiélago tiene una docena de recintos restaurados y habilitados para visitas, con control de acceso, pero jurídicamente ninguno responde con exactitud a la definición de parque arqueológico recogida en la ley que regula estos recintos. El proyecto de La Fortaleza se presentó hace un año ante la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias. El ayuntamiento tirajanero confía en que su propuesta sea una realidad en el curso de 2024.