La manada de perros abandonados que desde un año habita en la montaña de Guaza, en el municipio turístico de Arona, no será finalmente abatida a tiros, como propuso la consejera insular de Medio Ambiente del Cabildo de Tenerife, Guadalupe Mora, sino que serán capturados vivos y llevados a una protectora de animales en Granadilla de Abona.
La solución de capturar vivos a los perros, la mayoría abandonados y que han sido calificados de “asilvestrados”, fue aportada por los propios cazadores a quienes el Cabildo había autorizado a disparar a matar. “No somos matarifes”, afirmaron en una reunión mantenida hace tres semanas con concejales y policías del Ayuntamiento de Arona, según ha explicado a este periódico el jefe de la Policía Local, Miguel Miranda.
Otro de los motivos para no disparar sobre los animales es que se mueven en una zona en la viven en cuevas personas sin hogar y deambulan turistas, por lo que el tiroteo “hubiera supuesto un grave riesgo que no se ha tenido en cuenta”, añadió Miguel Miranda. “No cabe imaginar qué hubiera pasado si alguien resulta herido”.
La consejera de Medio Ambiente llegó a ofrecer el armamento a los cazadores para que limpiaran de los perros sin control y muertos de hambre, la zona residencial turística, ante el miedo al ataque de los animales, que en ocasiones han bajado hasta Los Cristianos y han asustado a los vecinos.
Escopeta con mira telescópica
“A los cazadores les dieron hasta escopetas con mira telescópica, pero dijeron que no, porque hay una solución más fácil y segura, que es darles de comer en abundancia en una misma zona y, una vez acostumbrados a ir a comer allí, se les tienden trampas y se llevan vivos a la protectora. Si van a comer a una zona no irán a buscar comida a los contenedores”, añadió el mando policial.
La autorización (y requerimiento) de abatir a tiros a los animales ha corrido como un reguero de pólvora por las redes sociales, para mala prensa de la consejera Guadalupe Mora. Su autorización para abatir a esta manada, calculada en unos 15 canes, se basa en una ley de Caza de Canarias de 1998, por la que se permite abatir a un perro que se considere asilvestrado.
Sin embargo, hay informes de veterinarios que aclaran que para que un animal doméstico se asilvestre deben pasar cientos de años, por lo que no debe confundirse animal abandonado con salvaje.