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El municipio canario con vecinos de casi 100 países diferentes donde solo gobiernan formaciones nacionalistas

Toni Ferrera

18 de febrero de 2023 06:02 h

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En un municipio español de poco más de 60 kilómetros cuadrados, alrededor de 70.000 habitantes y 98 nacionalidades diferentes, el partido más votado en las últimas 11 elecciones es de “obediencia canaria”, como suelen referirse actualmente los políticos del Archipiélago a las formaciones nacionalistas. Santa Lucía de Tirajana (Gran Canaria) es el feudo histórico de Nueva Canarias (NC), una agrupación con décadas de historia, que se ha llamado de múltiples formas distintas y ahora teme perder la hegemonía en la comarca. Las altas tasas recientes de abstención y la pérdida del recuerdo de lo conseguido durante los primeros años de democracia, cuando las calles eran barrizales y no había sistema de alcantarillado, entre otras cosas, son parte de la explicación.

El partido pierde fuelle desde 2007, cuando se hizo con el 57% de los votos, hasta ahora, tras solo haber cosechado el 24% de las papeletas en 2019. Tanto es así que, en la última legislatura, solo ostenta la alcaldía desde octubre de 2021 después de haber alcanzado un pacto con Fortaleza (el socio local de Coalición Canaria) y Partido Popular (PP) tras unos meses turbulentos en el consistorio. Con esta tendencia, Nueva Canarias podría ser desbancado del ayuntamiento que más conoce en los próximos comicios, el 28 de mayo de 2023, donde mejor puede expresar su mensaje de “nacionalismo inclusivo”.

En Santa Lucía de Tirajana, el 56,55% de los electores ha confiado en las últimas cuatro llamadas a las urnas en Nueva Canarias o Fortaleza. Mayoritariamente la primera, eso sí. En lo que respecta a las fuerzas nacionalistas más importantes de Canarias, NC y CC, ningún otro municipio de las Islas con cerca de 100 nacionalidades o más se acerca a esa cifra. La Laguna, por ejemplo, donde ha gobernado durante muchos años Coalición Canaria (CC) y conviven ciudadanos de 108 países diferentes, presenta un porcentaje del 35,13%. Le siguen Guía de Isora (32,86%), Santa Cruz de Tenerife (29,94%), Granadilla de Abona (29,89%) y Arona (29,57%), antiguos bastiones de la Agrupación Tinerfeña de Independientes (ATI) y que a día de hoy votan a CC como recambio.

El porqué se da ese registro en Santa Lucía es una paradoja difícil de explicar, en principio, porque conjuga el patriotismo con la inmigración, dos conceptos históricamente antagonistas que en esta región del sureste de Gran Canaria apenas entran en conflicto (o eso parece). El voto extranjero en dicha comarca en favor, sobre todo, de NC, se entiende a partir del asociacionismo, una seña de identidad del lugar, la integración en un entorno afable y la consecución de pequeñas actuaciones simbólicas, como denominar al auditorio de Vecindario, la ciudad más populosa del emplazamiento, bajo el nombre del cantautor chileno Víctor Jara. La estabilidad de gobiernos anteriores y la falta de presencia de alternativas también tienen que ver.

Una lucha de pueblo de más de 40 años

Todo comienza en 1977, cuando Carmelo Ramírez se corona como alcalde de Santa Lucía de Tirajana y se convierte en el regidor más joven de toda España con 26 años. Lo que vino después fue un periodo político hegemónico en un área que creció gracias a la migración interior de la propia isla y de otros puntos del Archipiélago. Miles de ciudadanos alistados para cultivar tomate, el producto estrella por aquel entonces, que terminaron por reivindicar la identidad de su tierra a través del nacionalismo canario de izquierda y sus diferentes siglas. Primero como Asamblea de Vecinos de Santa Lucía de Tirajana (AVSLT), luego como Asamblea Canaria (AC), Asamblea Canaria-Izquierda Nacionalista Canaria (AC-INC), Asamblea Canaria Nacionalista (ACN), Iniciativa Canaria Nacionalista (ICAN), Coalición Canaria y finalmente Nueva Canarias.

“La gente más antigua de la zona no es de allí. Vecindario crece, en los años 40, 50 y sobre todo 60, de familias que vienen de Tejeda, Gáldar… Medianías, fundamentalmente. Hay calles, incluso, en la que los vecinos también lo eran en otras ubicaciones de Gran Canaria. Así, personas canarias que confluyen al llegar a otro sitio, quieren remarcar sus características propias, su canariedad de alguna manera”, explica Antonio Ruíz, quien estuvo varias décadas como concejal de Nueva Canarias en la corporación. Santa Lucía de Tirajana, de hecho, pasa de tener poco más de 20.000 habitantes en la década de los 70, a superar ahora los 73.000. Un aumento, recientemente, motivado por ser ciudad dormitorio del principal núcleo turístico de la isla, San Bartolomé de Tirajana.

Ese “arraigo” del que habla Ruíz se mantuvo vivo en la zafra del tomate, las protestas de las mujeres rurales y las sublevaciones vecinales. Cuenta el libro Los años de la ilusión, que narra el cambio democrático en la citada región del sureste de Gran Canaria, que los ciudadanos de la zona llegaban a planear encerrarse en las oficinas municipales para demandar mejoras, ya sea la instalación del tendido eléctrico en el barrio o la pavimentación de las calles. En el campo sanitario, solo había médicos privados y un ambulatorio “en muy malas condiciones” en el pueblo de Sardina. Así que los primeros cursos del gobierno de Carmelo Ramírez estuvieron marcados por políticas “muy progresistas”, recuerda Ruíz, lo que les hizo obtener 19 de los 21 concejales posibles en los comicios de 1983.

El politólogo y analista político Ayoze Corujo ahonda en esta idea. “Esta población está muy arraigada a lo popular, al nacionalismo de pueblo. Se trabajó bien el tema de las comunidades, del asociacionismo”. Los dirigentes de Santa Lucía, de hecho, presumen de haber creado en 1982 el primero o uno de los primeros consejos ciudadanos del país, en el que se daba poder de decisión en el ayuntamiento a un órgano conformado por organizaciones de vecinos. En un reciente informe elaborado por el Colegio Oficial del Trabajo Social de Las Palmas, los autores destacan la “amplia historia y experiencia en la participación” del territorio, iniciada a raíz de una huelga general por las duras condiciones en los invernaderos de tomate. “Dicha lucha vecinal se considera el germen de ello (…). Hubo un momento en el que el movimiento asambleario terminó ocupando el gobierno”, remacha el texto.

El número de asociaciones actualmente es bastante alto, alrededor de los 100. Y las reuniones entre ellos no se han podido entender, detalla Pino Sánchez, concejala hasta hace unos años de Solidaridad y Salud Pública de NC en el consistorio, “sin escuchar el acento argentino de Alicia, que era una señora que fundó la asociación argentina de aquí y siempre tenía puntos de vista interesantes. O sin la energía de los brasileños, que están todo el rato maquinando cosas”. La defensa que hace Sánchez de una sociedad integradora, además, se ve ratificada en varias publicaciones académicas.

Un estudio realizado por geógrafos canarios de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) precisa que Santa Lucía de Tirajana registra el segundo índice más bajo de segregación residencial de la población extranjera no comunitaria entre los ochos mayores municipios de la comunidad. Otro trabajo de investigación, este coordinado en 2013 por la Asociación de Geógrafos Españoles y financiado por el Gobierno nacional, reconoce una “cuidada atención a la diversidad en programas y actuaciones para la integración de residentes foráneos” en Ingenio, Agüimes y Santa Lucía de Tirajana, con iniciativas como Trueque cultura, Programa de Convivencia Intercultural en la Ciudadanía y Pasos, Capacidades y Destrezas para la Integración. El mismo documento señala un “gran contraste” entre esto y lo visto en las dos regiones turísticas del sur de la isla, San Bartolomé de Tirajana y Mogán, donde, a pesar de la alta presencia de foráneos jubilados y otros extranjeros, “las actuaciones para fomentar la convivencia son muy escasas, por no decir nulas”.

“El ADN de Santa Lucía está compuesto de un montón de cosas. De gente que viene de Juncalillo, de Artenara, de Gáldar, de Lanzarote y Fuerteventura. Y con el tiempo, han seguido llegando de un montón de sitios, pero ahora vienen de Senegal, del Sáhara, de Marruecos, de Cuba… Este territorio, por su ubicación estratégica, a caballo entre Las Palmas de Gran Canaria y Maspalomas, se convierte en un sitio muy atractivo por la cantidad de servicios que presta”, apunta Sánchez. Es el reducto de Gran Canaria, sin contar con la capital, donde viven cinco veces más personas, que más habitantes de Mauritania, Cuba, Venezuela y otros tantos países fuera de la Unión Europea acoge. Y aunque es misión imposible desgranar a qué partido votan por nacionalidad (ninguna web estadística lo desglosa, tan solo el CIS ofrece unas pinceladas en las encuestas de intención voto), no es utópico afirmar que muchos de ellos apuestan por el nacionalismo canario. Ayoze Corujo lo define así:

“Los nacionalismos se construyen porque las sociedades se diferencian en identidades y sentimientos de apego a un grupo determinado. Esa identidad tiene varias variables y puede estar condicionada, por ejemplo, por la lengua, como en el País Vasco y Cataluña. Pero en Canarias no es tanto eso sino el territorio, la lejanía, el hecho diferencial insular. Lo que se suele denominar el colonialismo interno, un agravio comparativo siempre con la metrópoli (…). A mediados de los 90, empieza a circular el concepto de la canariedad, un sentimiento moderado, inclusivo, multicultural del Archipiélago, en el que lo importante no es nacer aquí, sino vivir aquí”, explica el analista político.

Para Corujo, la pregunta clave en esta cuestión es saber cuál es el exogrupo, el colectivo con el que menos se identifica la sociedad canaria: si las poblaciones latinoamericanas y magrebíes que llegan a las Islas hace décadas, o los peninsulares. “Si esas primeras comunidades fueron vistas por los residentes a semejanza de ellos, entonces hay más probabilidades de que se integren. Y eso fue lo que ocurrió, por lo menos en Santa Lucía”, concluye el politólogo. Para Sánchez, que también es licenciada en Historia, “el nacionalismo es un canal para mantener nuestro patrimonio identitario, porque, aunque somos una mezcla de un montón de cosas, esa mezcla tiene forma y es lo canario”.

Los retos del nacionalismo en su feudo simbólico

Tras casi medio siglo de bonanza, Nueva Canarias tocó fondo en las pasadas elecciones con su peor resultado en 40 años, a pesar de volver a ser la formación más votada. El desgaste de tantas décadas gobernando y las ganas de cambio, unido a la pérdida de líderes carismáticos, le pasó factura, según apunta el estudio ¿Cómo influye el liderazgo político en el comportamiento electoral subestatal? Una aproximación cualitativa, que precisamente especifica cómo los vecinos veían a los alcaldes anteriores, Carmelo Ramírez, Camilo Sánchez y Silverio Matos, como regidores más cercanos a diferencia de la sucesora Dunia González, catalogada como una “técnica, más gestora”, y que abandonó el barco en 2019, liderado ahora por Francisco García López.

Además, las tasas de abstención continúan aumentando. En el año 1991, no votaron uno de cada cuatro vecinos. En 2019, no lo hizo uno de cada dos. Tan solo en ocho municipios canarios se registró un abstencionismo mayor que en Santa Lucía de Tirajana (48%), lo que podría estar relacionado, por un lado, por el aumento de la población extranjera, pero, también por otro, por la escasez de representación que estos ciudadanos obtienen en las instituciones municipales. Según datos facilitados por Santiago Pérez-Nievas y María Soledad Escobar, investigadores de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), tan solo el 4,1% de los candidatos en los comicios locales de 2015 (en toda España) había nacido en terceros países, mientras que el peso total de la comunidad inmigrante en el país suponía entonces el 24% del conjunto poblacional.

“El escaso reconocimiento de los derechos políticos de los inmigrantes es uno de los principales retos a los que se enfrentan la mayoría de las sociedades receptoras de ellos, entre ellas la española”, agregan los expertos en declaraciones a este periódico. En Canarias, según los mismos valores manejados por Pérez-Nievas y Soledad Escobar, un 38% de los candidatos de origen extranjero pertenecían a partidos nacionalistas o regionalistas. Y en cuanto al origen, el 40% procedía de algún país latinoamericano. El desafío para NC se centra en atraer a estos votantes y, como reitera Pino Sánchez, trasladar a las nuevas generaciones el legado de lo logrado antaño, visto estos días por los más jóvenes de forma difusa.