Los habitantes del casco de Mogán no podrán disfrutar, de momento, de la piscina municipal recepcionada por el Ayuntamiento el 12 de agosto de 2010, cuya inauguración preelectoral estaba prevista para los próximos días por parte del grupo de gobierno del PP presidido por Francisco González.
Desperfectos de consideración han aparecido en el fondo de la pileta casi medio año después de darse por concluida la obra realizada por Instalaciones Inabensa SA, por un importe de 447.950 euros, cuya dirección corrió a cargo del arquitecto Sergio Álvarez y la dirección de ejecución de la misma por la mercantil Miranda Inmoconsulting SL, del arquitecto técnico Manuel Miranda.
Un informe municipal al que ha tenido acceso CANARIAS AHORA concluye que durante el mes de diciembre, cuando el Ayuntamiento decidió poner en marcha la instalación cuatro meses después de su recepción, al vaciar el agua de la piscina que había servido para las preceptivas pruebas de estanqueidad previas a la recepción de agosto, “se había producido un levantamiento o abombamiento del pavimento del fondo”, según firma el 10 de enero el arquitecto jefe del Departamento de Vías y Obras y Servicios Públicos, Manuel Bueno.
Al detectar esas grietas producidas por el peso del agua estancada durante los cuatro meses anteriores, el Consistorio encargó directamente a la empresa adjudicataria la reparación de los desperfectos tras el vaciado de la piscina, y a pesar de ello, “se producían nuevos abombamientos, roturas y desprendimiento de piezas de revestimiento” en el momento de llenar de nuevo el vaso. Según el informe municipal, “los daños detectados se han producido por la separación y desprendimiento de la capa de relleno de hormigón ejecutada sobre la estructura del fondo”.
El Ayuntamiento ha iniciado los trámites necesarios “para depurar responsabilidades” de los desperfectos aparecidos, sin que en su momento se hubiese puesto en contacto con el director de la obra, Sergio Álvarez, para comunicarle la existencia de esos daños, como ha hecho constar el arquitecto en las alegaciones al Ayuntamiento.
Según expone Álvarez León, después de realizarse las pruebas de estanqueidad en verano no se produjeron dilataciones ni filtración alguna y el vaso de agua permaneció lleno “durante un periodo de varios meses hasta el punto de tener que renovar el agua -en diciembre- por haberse llenado de limos”.
El arquitecto considera que quien debía velar por la correcta ejecución de la obra era el aparejador y director de ejecución de la misma y desde el momento en que aparecen los desperfectos en el fondo del vaso no entiende por qué el Ayuntamiento no le comunicó su existencia, así como el encargo al contratista para la reparación con el fin de que pudiera verificar la correcta ejecución de los trabajos.
En las conclusiones que aporta al Ayuntamiento, el director de obra indica que de la observación de los desperfectos detectados en el fondo de la piscina se deduce que la causa que origina los mismos está en “una mala ejecución de las órdenes dadas y recogidas en proyecto y de la vigilancia y ejecución de las mismas” y pone como prueba “la picina de hidroterapia adjunta en la cual se proyectó la misma solución y en la no se ha detectado problemática alguna”.