Como un torrente

Pasan los años y Juan Fernando López Aguilar sigue casi igual. O pareciéndose cada vez más a sí mismo. Como un torrente de palabras que salen a borbotones y que siempre tiene prisa. La última de JFLA ha sido la divulgación de un manifiesto sobre los males del PSOE en el que pone el dedo en todas las llagas, critica el socialismo twiter (sic) y hace temblar el misterio. O casi. “Está en juego la pervivencia del PSOE”, ha escrito en el dicho papel de 32 de folios que se puede descargar en la web de El País.

Allí argumenta que así como la primera legislatura de Gobierno de Zapatero estuvo repleta de grandes logros, en la segunda “el círculo de la influencia en el decision making se fue restringiendo progresiva pero inexorablemente”, apareciendo los “signos de obsecuencia y adulación” que “acompañan a la personalización del poder y al abandono del razonamiento compartido y deliberativo”. Ahí es nada.

Según reflexiona JFLA, el proceso se fue agudizando progresivamente tanto en los órganos de dirección del PSOE como en “el generalato del Consejo de Ministros” y condujo a que “el obligado manejo de la crisis económica y sus vértigos ampliase los márgenes y riesgos de errar y recrudeciera sus efectos”. Ello habría llevado a que el PSOE en este momento padezca “desorientación respecto de casi todo” y esté atravesando una crisis “de propósito, de ideología, de identidad y de agenda”. Bueno, pues ya nos vamos enterando de algo.

“Estamos heridos internamente”, clama. Pero, a pesar de eso, “las heridas del Congreso de Sevilla están ya restañadas”, matiza en conversación con el periodista cuando le pregunta por el enfrentamiento entre Chacón y Rubalcaba. “No estamos en periodo precongresual y tenemos tiempo. Y Alfredo debe manejar bien los tiempos. Y tiene tiempo para manejarlos. Dispone de tiempo. Lo que tenemos que hacer los demás es ayudar a la actual dirección a no equivocarse”.

Oiga, y esto que usted dice ahora y las ideas que hay en su manifiesto, ¿son también de aplicación en Canarias? Son el tipo de momentos en que el exministro de Justicia refrena su natural verborrea y se tienta bien la ropa, pensando en lo que va a contestarr . Eso sí, la diferencia con lo que pasaba hace unos años es que ahora está mucho más tranquilo en esos trances. Ya no tiene allí responsabilidades y asegura que no ha tenido nada que ver con la elección de Patricia Hernández o de Javier Abreu en sus agrupaciones locales. Y, desde luego, no tiene ningún interés en volver a la política canaria.