Cuentan los libros de historia que, hasta mediados del siglo XIX, el istmo de Guanarteme estaba cubierto por una enorme duna de arena rubia; uniendo Gran Canaria con el que algún día fue el islote de La Isleta. Las imágenes de la época lo corroboran. El campo de dunas se podía recorrer de lado a lado en tan solo unos pasos; tenía una longitud de poco más de cuatro kilómetros y tan sólo un kilómetro de distancia separaba ambas orillas.
La playa de Las Canteras está situada en la vertiente occidental del istmo de Guanarteme. Los sedimentos llegaban hasta el litoral, formando una duna costera que recorría en paralelo la orilla de la playa. Tras esta primera línea, un campo de dunas libres que podían alcanzar hasta los 12 metros de altura. Las corrientes marinas conducían la arena hasta esta zona de la costa y posteriormente, los vientos alisios se encargaban de arrastrarla hasta tierra firme. De esa forma, la arena podría circular con libertad por el istmo, atravesando el campo dunar, hasta llegar a la costa oriental y la entrada de la vieja ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
Teniendo en mente esa imagen tan lejana para las nuevas generaciones, es difícil asimilar cómo aquel paraje natural se convirtió con el paso de los años en un jardín plagado de edificios, donde el sonido del mar se confunde con las bocinas de los coches; las prisas ganaron la partida a la calma; y la naturaleza aún trata de luchar contra las heridas que le provocó la mano del hombre. La misma mano que creó una barrera artificial de hormigón que paralizó el fluir natural de las cosas, y que en la actualidad genera un problema que preocupa a todos: la acumulación de arena.
Tino Armas, webmaster de la página miplayadelascanteras.com, conoce la playa a la perfección. La visita a diario desde hace 50 años, tiempo suficiente para conocer el movimiento natural de la arena y los efectos que su acumulación está causando en el medio marino. Armas teme que de prolongarse en el tiempo esta situación “la playa de Las Canteras se convertirá en un mar de arena y terminaremos bañándonos en una charca”. Con sus palabras hace alusión a la enorme riqueza biológica que esconde la Bahía del Confital y que la acumulación de sedimentos está sepultando. Y recuerda que “ya la arena tapó los sebadales que eran el refugio de muchas especies marinas; ya no se ven centollos, cada vez hay menos pulpos y menos cuevas. Cuando no quede más remedio, y como consecuencia de no haber actuado con rapidez y eficiencia, la única solución será meter un barco para dragar y esto hay que evitarlo. Tenemos que involucrar a todas las instituciones para hacer un estudio y salvar la playa para las generaciones venideras”.
Dos extracciones, ninguna conclusión
En dos ocasiones se tomaron medidas para evitar que la acumulación siguiera afectando a la playa. Sin embargo, las extracciones masivas que se realizaron en 2003 y 2009 sólo sirvieron para solucionar temporalmente el problema. Ningún estudio posterior comprobó el comportamiento de la arena o si los sebadales volvieron a resurgir en los fondos de la dársena. En esas dos ocasiones se retiraron un total de 86.000 m3 de arena, 30.000 en la primera extracción y 56.000 en la segunda. Una cantidad que si tenemos en cuenta los estudios batimétricos disponibles desde 1999, no es suficiente porque el ritmo de acumulación de arena dentro de la dársena es de unos 10.200 m3 al año.
El primer y ambicioso proyecto impulsado por las concejalías de Playas y Medio Ambiente del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria en el año 2000, denominado Proyecto Básico de Dragado de la Dársena y Evaluación Detallada de Impacto Ecológico de la playa de Las Canteras, pretendía recuperar la vida marina de la dársena, dragando un total de 346.000 m3 de arena que se habían acumulado en los últimos 50 años. Una actuación muy compleja que provocó que el ayuntamiento capitalino decidiera optar por una extracción superficial de parte del excedente de arena seca, que haría desaparecer el 41% de los 10.200 m3 de arena que se acumulan anualmente en la zona de abrigo de La Barra. Este proyecto tampoco se llevaría a cabo por el elevado coste que supondría, imposible de asumir en solitario por el consistorio. La solución llegaría de manos de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, que buscando una alternativa para la renovación de la arena e infraestructuras de la playa de Las Alcaravaneras, vio una buena oportunidad de rehabilitación en el trasvase de arena sobrante de Las Canteras. Y así se hizo. En 2003, las máquinas comenzaron la extracción de aproximadamente 35.300 m3 de arena.
Tan sólo seis años después se decidió proceder a la retirada de 56.000 m3 de arena, que tendrían como destino la playa del Veril en San Bartolomé de Tirajana, dándole así la posibilidad de tener una nueva zona de baño gracias al excedente de Las Canteras. Sin embargo, pese a los esfuerzos por conseguir unos niveles equilibrados de arena en la playa capitalina, el 'Estudio Integral de la playa de Las Canteras', elaborado en colaboración por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y la Universidad de Cantabria (UC), y que sirvió de base para realizar la extracción de 2009, demostraba que la tasa de acumulación de arena ascendía a 2.600 m3 al año, siendo la zona más afectada la que se encuentra entre los hoteles Reina Isabel y Cristina, donde la arena ha aumentado un metro de altura. Es decir, quedaba científicamente demostrado que el problema no se había erradicado.
Armas es partidario de una nueva extracción que permita corregir los niveles de arena, “la acumulación de sedimentos se acentuó este año por el número de temporales que sufrió la Playa este invierno; porque con cada reboso o temporal, la arena que entra por la Cicer se desplaza, favorecido por los alisios y las corrientes, hasta la zona más azocada que es la que se encuentra cerca de La Puntilla”. E incide en que “después de la última extracción tendrían que haber hecho un seguimiento científico, para conocer cuál es la evolución de la arena; sin embargo, a pesar de que la Dirección General de Costas se había comprometido, ese estudio nunca se hizo y cinco años después se vuelve a notar el exceso de arena seca”. Pero este no es más que la parte visible del problema.
Las principales complicaciones que sufre la Playa son dos: la desaparición de los sebadales y con ellos la biodiversidad del fondo marino y la disminución del calado de la dársena, lo que provoca que la Barra esté cada vez más cerca de la orilla, y las barquillas de La Puntilla tengan dificultades para navegar con tranquilidad por la zona cuando hay bajamar.
“La biodiversidad se ha ido perdiendo progresivamente”, afirma Vicente Benítez, presidente de la Sociedad Atlántica de Oceanógrafos, que insiste en que “al desaparecer los sebadales se ha perdido parte importante de la biodiversidad; la forma de recuperarlos es devolver el calado que tenía la parte sumergida de la playa hace 20 ó 25 años, y eso, no se puede conseguir con la extracción de arena seca”. A pesar de que las dos extracciones realizadas hasta el momento no fueron suficientes para recuperar los sebadales, Benítez asegura que la playa continúa teniendo una vida muy rica, “es un auténtico acuario para los usuarios, a los que les gusta 'margullar' y pasear por la playa”. Critica que a pesar de los datos científicos y técnicos que obran en poder de las administraciones desde hace más de una década, aún no se hayan tomado decisiones al respecto; y sobre todo, que tras dos extracciones de arena seca, no se haya hecho un seguimiento ambiental de la respuesta de la Playa, teniendo en cuenta que “lo más importante es la parte sumergida, la que hay que entender”.
La acumulación de arena que se ha estado produciendo desde principios del siglo XX como consecuencia de la edificación del istmo ha cambiado poco a poco la fisonomía de la Playa. El espacio que separa la orilla en La Puntilla de la formación geológica de La Barra es cada vez menor. Y no sólo eso; la profundidad también se ha reducido en gran medida como consecuencia del exceso de arena tanto en la zona seca como en las profundidades marinas. Armas teme que de seguir así la situación, deje de haber agua entre La Barra y la orilla de la playa y explica que “La Barra era la orilla natural de la playa prehistórica y eso lo recuerda la naturaleza. Cuando se formaron los volcanes, con ellos surgió La Isleta; el zoco que allí se produjo benefició la acumulación de sedimentos. A partir de ese momento el agua comenzó a entrar por la zona de la Cicer y por el Barranco de la Ballena, y la dársena comenzó a erosionarse. Toda esa arena que formaba las grandes dunas que llegaban hasta el Estadio Insular se está acumulando en la playa, porque no puede caminar hacia atrás, así que lo hace hacia La Barra”.
A tenor de la experiencia de Armas y los estudios de Benítez, la extracción es innegociable; es más, tendría que haberse hecho de forma más continuada y evitar una situación más violenta en el futuro: el dragado de la dársena.
El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria mueve ficha
Las evidencias físicas invitan a la extracción de arena y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, conocedor de esta necesidad desde hace décadas, planteó la posibilidad de una nueva extracción fijada en un primer momento para el pasado mes de mayo. Sin embargo, tras un giro de rumbo en el último momento, se optó por pedir consejo a la ULPGC, encargando un estudio a Ignacio Alonso Bilbao, doctor del departamento de Físicas de la Facultad de Ciencias del Mar.
Adelina González, concejal de Ciudad del Mar, en declaraciones a Canarias Ahora explicó que “las actuaciones que se habían hecho hasta ahora se hicieron con parcialidad, se extrajo donde sobraba y no se hizo seguimiento. Sin embargo un ecosistema no funciona de forma parcial, hay una certeza y es que hay una acumulación de arena en una parte. Tenemos que ver cuál es la mejor actuación para ir en connivencia con el medio natural. Hay zonas en las que falta arena y no tenemos la certeza de la cantidad que hay ni para cuanto tiempo”.
“Necesitamos el conocimiento de los investigadores, de los que realmente han estudiado el problema y ellos serán los que nos den las pautas de comportamiento para hoy y para el futuro”, añadió González. Las dos principales hipótesis de actuación que se barajan son el trasvase de arena a otras zonas de la Isla, como ya se hizo en las anteriores extracciones, o volver a introducir la arena en el sistema. La segunda opción es la que más convence Alonso Bilbao, quien explica que en el punto en el que se encuentra la investigación, “pensamos que lo más beneficioso para la playa es no sacar arena de la Bahía del Confital por un motivo, porque es de donde viene la arena. Hasta que no se haga un estudio riguroso de los fondos y no saber hasta cuándo va a seguir suministrando arena, no vamos a sacarla. Podemos encontrarnos con que el año que viene la Bahía deja de suministrar arena, o tal vez lo hace durante 100 años más. Mientras no conozcamos esa variable, vamos a ser cautos y no seguir sacando arena”.
El estudio que el Ayuntamiento encargó a la ULPGC trata de determinar el estado ideal de la playa desde un punto de vista sostenible y duradero. “Para llevarlo a cabo estamos estudiando con enorme precisión la evolución que ha llevado la playa desde 1940 hasta la actualidad. Hemos utilizado una cantidad ingente de fotografías aéreas, se han referenciado y estamos cuantificando con la mayor precisión posible, el avance o retroceso de la línea de costa a lo largo de toda la playa. De esta forma podremos determinar con precisión en qué zona se acumula arena”, y aclara Alonso Bilbao, “aunque eso ya se sabe, queremos conocer cómo es la acumulación que se produce”.
El investigador reconoce que desde el punto de vista científico, el mayor problema es la desaparición de las peñas como consecuencia de la acumulación de arena, que ha terminado por sepultarlas. “Eso representa sin duda una pérdida de geodiversidad en el entorno de la playa; no son solo elementos característicos sino que además, son sitios donde hay una biodiversidad mucho más importante que en la arena; el hecho de que se entierren las peñas tiene sus implicaciones”, continúa Alonso Bilbao. Y aclara que “la arena es un ecosistema menos rico que las rocas. En los sustratos rocosos abunda mucha más vida, tanto animal como vegetal, y toda la vida asociada de peces que se alimentan gracias a ellos. De ahí, la importancia de evitar que las peñas se pierdan”.
La intención del ayuntamiento capitalino es hacer llegar a la Dirección General de Costas una propuesta basada en el estudio de Alonso Bilbao; y Costas, en última instancia, tendrá que decidir cuál es la mejor opción para solucionar el problema medioambiental que afecta a la Bahía del Confital desde mediados del siglo XX. Pero antes de enviar esa propuesta González quiere compartir los resultados del estudio con el Consejo de Participación Ciudadana, “porque apostamos por la gestión participada de los actores de la playa de Las Canteras”, asegura.
Inmaculada Medina, concejal del PSC-PSOE en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, no entiende este cambio en la decisión de extraer arena después de que la Dirección General de Costas consintiera la operación, por tratarse de una actuación necesaria para la Playa. Según Medina, “no se trata de un capricho; era la recomendación que el Ministerio de Medio Ambiente y Costas habían hecho para evitar que se acumularan entre 60.000 y 70.000 m3 de arena. Al final, lo que han hecho es mirar para otro lado. La playa de Las Canteras es una joya que hay que limpiar y mantener”.
Por su parte, Benítez reclama la participación ciudadana en todo el proceso, “considero fundamental sentarnos en la misma mesa para empezar a tomar decisiones, hacer seguimiento de las actuaciones, y en función de esto poner en marcha las siguientes acciones. Lo que no comparto es la opinión de encargar más estudios científicos para tomar las decisiones en el futuro. La biodiversidad no va a cambiar porque no se tomen decisiones y probablemente, el sistema se siga acumulando”. Del mismo modo alerta del peligro de introducir la arena en el sistema como plantea Alonso Bilbao, y lo hace porque según Benítez, “el sistema de la Playa tiene la dinámica interrumpida desde principios del siglo XX; pero mantiene la misma dinámica desde hace décadas y no va a cambiar aunque modifiquemos el punto donde se coloca la arena. El oleaje y las corrientes serán los mismos. El sistema es el mismo y también la energía que entra en él”.
Armas se muestra también reacio a la propuesta que, al parecer, está tomando ventaja: la devolución de arena al sistema no termina de convencerle. Cree que introduciendo arena en la zona de la Cicer no sólo afectará al campo de olas que actualmente aprovechan multitud de escuelas de surf, sino que cuando regresen los temporales esa arena puede terminar en el mismo sitio de donde se sacó. “Yo apuesto por sacar arena de la zona de La Puntilla y hacer un seguimiento de esa extracción de arena seca; ver cómo se desenvuelve la playa y si es necesario repetir la operación cada año. Si no sacamos la arena y nos negamos a tomar medidas drásticas, llegará un punto de no retorno en el que para salvar la playa habría que meter una draga”, concluye Armas.
Rafa Rodríguez, doctor en Biología y miembro de Los Verdes, en declaraciones a Canarias Ahora, explica que en la playa de Las Canteras se dan dos procesos, la incorporación constante de arena y la redistribución de arena dentro de la propia dársena. “En función de qué destino final queramos para la playa nos encontraremos con una hipótesis de trabajo u otra. Si queremos que recupere su dinámica natural hay que sacar arena y no incorporarla al sistema. Para permitir esa recirculación de los sedimentos y la incorporación de nuevos volúmenes desde el exterior, necesitamos eliminar unos tapones cercanos a la barra donde se han acumulado piedras y arena, formándose una especie de bocadillos que impiden que la arena se mueva dentro del sistema. Eso significa que la acumulación se está formando en sitios donde debería haber paso libre a la circulación de arena”. La opción que plantea Rodríguez, implica no sólo la extracción de arena seca como se venía haciendo hasta ahora, también es necesario retirar arena húmeda.
“La playa de Las Canteras no tiene una foto fija, es una playa viva”, insiste González, “hay que estudiarla y entenderla para que las actuaciones ayuden a la naturaleza y a su ecosistema”. Uno de los puntos a tener en cuenta en el estudio es el uso que se le quiere dar a este espacio dentro de la capital. La concejala explica que “el uso actual de Las Canteras es más social; ahora es más amplia que en 1954, acoge más gente y se ha convertido en el parque urbano de Las Palmas de Gran Canaria; pero también tenemos en cuenta su biodiversidad”.
Rodríguez critica esta postura: cree que lo primero que se debe dilucidar es el uso que se le quiere dar a la Bahía del Confital y si realmente se le quiere dar un uso más social con mayores niveles de arena, “debemos pensar en la reincorporación de arena al sistema, dejando que las corrientes redistribuyan la arena que está desajustada”, y añade que, “el atractivo de Las Canteras es su biodiversidad, lo viva que está, cómo cambian los paisajes y eso da vida a la playa; el uso de los bañistas se hace sólo en verano, el resto del año, sólo los que vamos a diario y la conocemos bien, la consideramos como algo vivo”.
Las extracciones masivas de 2003 y 2009 generaron malestar entre vecinos, comerciantes y usuarios de la playa. Las ingentes cantidades de arena extraídas, beneficiaron a las dos playas a las que se destinó; sin embargo se desconoce el efecto real que tuvo en Las Canteras. Nunca se puso en marcha un estudio posterior que evaluara los resultados y si esa mecánica de extracción de arena seca era la adecuada para las necesidades de la playa.
González reconoce que esas extracciones fueron más impactantes porque no se tenía una visión de conjunto; en la actualidad, “apostamos por una gestión permanente y sostenible. Pretendemos que el estudio se mantenga en el tiempo, no queremos hacerlo durante sólo dos meses, ni llevar a cabo una extracción brutal. Estamos pendientes de conocer cuál es la mejor decisión”. Aunque eso sí, González admite que el Ayuntamiento apuesta por hacer pequeñas extracciones que a penas causen molestias a vecinos, comerciantes y usuarios, con el fin de recuperar la biodiversidad. “Manteniendo de forma permanente la investigación conoceremos si será necesario hacer una extracción de la Bahía del Confital o no”, concluye González.
Biólogos, químicos y técnicos se han puesto en varias ocasiones a disposición del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, para ofrecer su conocimiento en beneficio de la playa de Las Canteras. El próximo mes de julio, el consistorio tiene previsto reunir al Consejo de Participación Ciudadana para hacerles partícipes de las conclusiones del estudio iniciado por la ULPGC. A partir de ahí, será la Dirección General de Costas quien tendrá que dar validez a dicho estudio y tomar las medidas oportunas.
La arena, enemiga de la ola perfecta
La arena, enemiga de la ola perfectaCada día decenas de surfistas llenan la zona de la Cicer, pertrechados con sus chaques y sus tablas en busca de la ola perfecta. La llaman ‘El Lloret’, un tubo de dos a tres metros de gran velocidad que se ve pocas veces, y es considerada por muchos como una de las mejores olas de toda Europa, compartiendo honores con las que se generan en El Confital.
El comportamiento de las olas varía en función del viento, pero en gran medida, influenciadas por el fondo sobre el que rompan. Esta circunstancia hace de la playa de Las Canteras un lugar excepcional para su práctica. Al tratarse de una playa viva en la que las mareas van arrastrando la arena, las condiciones van variando a lo largo del año. Miguel Ortega practica surf y conoce bien la Cicer, explica a Canarias Ahora que en este momento “la playa tiene más arena de la cuenta; en invierno los temporales del oeste y el viento arrastran la arena, y hacen que aparezcan las piedras. En primavera y verano, vuelve la arena a la playa y esto hace que las olas sean de peor calidad”.
La posibilidad de que una extracción de arena en La Puntilla termine devolviéndola al sistema a través de la Cícer preocupa a los aficionados a este deporte. Ortega entiende que es necesario ayudar al proceso natural de la playa retirando la arena seca que se acumula en la parte alta; pero devolviéndola a través de la Cícer haría que, tarde o temprano, volviese al punto de inicio. Al mismo tiempo que “nos puede afectar muchísimo la arena, porque la rompiente de la ola sería un desastre. Las olas rompen por los desniveles que tiene el fondo; es lo que se conoce como bajas. Si hay un nivel de arena muy alta, las olas romperían en línea y no es lo que más interesa en el surf”.
El exceso de arena acabaría con las buenas olas que los surferos cabalgan cada día. Lo ideal para ellos son olas que rompan progresivamente, con una pared abierta. Si se hiciera un trasvase de arena hasta esta zona, las olas se cerrarían; es lo que en la jerga del surf se conoce como cerrojo.
Esta zona de la costa se ha convertido en los últimos años en escenario de competiciones valederas para las clasificatorias mundiales de la Asociación de Surfistas Profesionales por la calidad de sus olas, ahora en peligro, por la posibilidad de convertirse en el punto escogido por los investigadores para devolver la arena al sistema de la playa de Las Canteras.