La música de la famosa canción de Luis Fonsi les sirve para conectar rápidamente con un público que esperaba las frases conocidas, no una letra diferente y encima, feminista. Pero la melodía es contagiosa y enseguida los escolares de distintos colegios de Primaria que llenan el patio de butacas del CICCA corean la nueva letra y se mueven a su ritmo. Cuando las notas suenan, ya lleva tiempo en escena un personaje que da miedo. Es el machismo, que piensa en voz alta y les cuenta sus perversas intenciones de dominar la humanidad separando a hombres y mujeres; haciendo creer que los primeros son mejores y superiores a las segundas.
“Tendremos el control y el poder de todo, vamos a dominar los pensamientos y los sentimientos… Pero ya no lo cuento ¡lo hago!
Para empezar, separación y división, asignaremos cargas distintas a niñas y niños: lo que deben hacer y lo que no, lo que deben sentir y lo que no, lo que deben decir y lo que no… Esto les distanciará. Pero… al hechizo le falta el ingrediente más interesante: la división de tareas: los cuidados, unas cuidarán de todos y otros, no cuidarán. Y esto nos dará mucho money.
Y con el hechizo de la desigualdad, pensarán que así es, creación divina, creación natural. Necesito una caca-cola, que se me ha quedado la boca seca de tanto conjurar…
Y no me volveréis a ver pero estaré entre vosotros, susurrando al oído qué hacer y qué no, qué decir y qué no. Jajajajaja, jajajaja“ (risas terroríficas)
Del hechizo salen dos mochilas, rosa y azul, cada una con sus respectivos contenidos: amor romántico, muñecos bebés, otra muñeca, y una tercera, calderos de cocina, maquillajes la una; coches de carreras, juguetes bélicos, una espada láser, la otra. Ana y Jorge las cogen pero ella no llega muy lejos, su mochila pesa muchísimo, no así la de él. Mientras, nada más irse el machismo, aparece en el escenario Elisabeth Joy-Miss Purple (en referencia al color de la igualdad), una joven atrevida, lectora y aventurera dispuesta a cuestionarse el estado de las cosas, sobre todo tras chocar contra un gran libro de tapas color violeta, Historia de las luchas y rebeldías de las mujeres. La parte de la Historia que no nos quisieron contar. “¿Lo leo?”, les pregunta a los escolares. “Que lo lea”, le responden. En el primer capítulo se lee: “Todas las personas, a cualquier edad, podemos expresar cómo nos sentimos. Las emociones, los colores, los juguetes no pueden separarnos”.
Conjuro contra la desigualdad
La historia que desarrolla la ColectivaCaos continúa durante 40 minutos en los que las actrices que integran la compañía no dejan indiferentes a nadie: ni a docentes ni a alumnado ni al personal técnico ni a las chicas acomodadoras del CICCA. Invitadas por la Concejalía capitalina de Igualdad que gestiona Diana Mujica, Pamela Valenciano, Elizabeth Joy y Rosalía Soley ofrecieron hace unas semanas a escolares de 5ºy 6º de Primaria de varios CEIPS de la ciudad Me sobra la mochila, un espectáculo teatral que combina magistralmente música y humor con un llamado a la participación de los menores, a los que se pregunta si consideran justas o injustas las diversas situaciones contaminadas de estereotipos sexistas que se escenifican.
“Muchas veces no me siento niña ni niño. La verdad es que no me siento humana. Me sobra la ropa y la mochila”, le confesó una noche Ximena, de 7 años, a su mamá, Rosalía, actriz salvadoreña con cara de niña, algún año más de los que aparenta y un frenillo encantador que acentúa su dulce acento centroamericano. En la obra, da vida a Ana, una niña que a sus 9 años sufre la ignorancia y la presión de una madre machista más preocupada por el qué dirán de sus vecinos y porque su hija se vista, arregle, juegue y actúe como se espera de una niña que por dejarla volar a su antojo y permitirle crecer sin el peso de los estereotipos de género. A Ana le gusta jugar con su buen amigo Jorge, quien, interpretado por Pamela Palenciano, sufre por no poder llorar cuando algo le duele, se traga su miedo si Ana lo asusta con un reptil porque le dan asco y llora a escondidas cuando su padre o sus amigos le llaman nenaza por decir que le gusta bailar como a Billy Elliot y que le encantaría tener muñecas para poder jugar a ser papá.
“Esos son los pesos de la mochila rosa, maquillaje, cuidado, muñecas, una feminidad artificial impuesta desde que son muy pequeñas… En esa escena, los niños y niñas se quedan impactados. Huy, qué fuerte -te dicen-. Eso es con lo que cargo y ni me había dado cuenta, cuenta Pamela. Con Ana se encontrará Miss Purple, quien tras leer el libro y sacar de su interior las gafas moradas con la que se ve el mundo sin divisiones sexistas ni pesadas cargas de expectativas de género, está decidida a devolver a la Humanidad a su estado primigenio, antes de que machismo, capitalismo y patriarcado hicieran su aparición. Para ello, se lanza a hacer magia usando el Conjuro contra la desigualdad que descubre en sus páginas y del que hace partícipe a los menores, que lo repiten a coro.
“A Ana le gusta jugar con su buen amigo Jorge, que sufre por no poder llorar cuando algo le duele, se traga su miedo si se asusta y llora a escondidas cuando su padre o sus amigos le llaman nenaza”
Primero, inhalamos un soplo de justicia..Después parpadeas dos veces equidadPor último, mueves los brazos en libertad y gritas: ¡¡¡conjuro contra la desigualdad!!!
Unos menores que al finalizar la obra escuchan, con la conocida melodía de La Bella y la Bestia, este deseo:
Quiero tener una mochila nueva, que no me pese solo a mí, y poderla compartir, en la libertad de ser quien quiero ser.
El teatro, potente herramienta de cambio social
Desde que en septiembre del año pasado estrenaran la obra en Madrid, donde residen, se sienten orgullosas de su contribución a la lucha por la igualdad y, de hecho, ese es uno de los objetivos por los que Palenciano creó la compañía en marzo de 2017: promover la cultura de la equidad. “La obra se gestó durante 9 meses y se parió en Alcalá de Henares. Pamela ya llevaba meses con su monólogo No solo duelen los golpes y el libro Si es amor, no duele. Las tres teníamos la necesidad de abordar temas de equidad de género, porque es vital trabajar esta cuestión desde la infancia, que vean por qué surgen estas desigualdades y por qué nos clasifican en rosa y azul. El teatro es la mejor herramienta para contar cómo son las cosas y sobre todo y más importante, cómo podrían ser, qué soluciones podemos dar, desde la imaginación, la creatividad, el sentido del humor”, explica Rosalía. Tras la función, es habitual que parte de los espectadores se queden y comenten. “Es interesante y enriquecedor ver las respuestas que te dan, que no les ha gustado, por ejemplo, que se rían del niño… es muy alentador porque puedes pensar que ese comportamiento que les ha parecido malo o inadecuado en la obra, intentarán no volver a hacerlo en la vida real”, comenta Elisabeth, que asegura asimismo lo importante que es hacer llegar estas ideas a los adultos. “Una familia nos dijo: muchas gracias, el mensaje ha calado, ahora es trabajo nuestro hacer que siga”, recuerda.
A pesar de lo inmensamente gratificante que les resulta su trabajo, no siempre encuentran receptividad y sintonía. “A veces vamos a lugares o colegios donde el público no está sensibilizado con el feminismo, y de hecho, ha habido centros escolares donde a algunos profesores no les ha gustado el mensaje. No importa, ya sabíamos que iba a ser una obra que iba a incomodar, porque parece una obra infantil pero es realmente un teatro familiar. Convoca a tener otro tipo de pedagogía con los niños y acompañarlos de otra forma, de manera colectiva. El público es variado y las reacciones también. Porque realmente, cualquier persona, de cualquier edad, puede identificarse con alguno de los personajes, el de la madre machista, el del machismo, el de los menores… Además, la obra también aborda la prevención de la violencia, porque la violencia surge de la desigualdad. Así que nuestro objetivo es llevar el mensaje a los distintos ámbitos: porque la educación no solo está en el sistema educativo, académico, sino en el nido, en la casa, y es de ahí desde donde tenemos que partir para construir una sociedad igualitaria, y diversa, con respeto y con amor, porque desde el amor es desde donde tenemos que vernos. La responsabilidad la tenemos que asumir todos, escuela, familia… Hay que darle la vuelta a las pedagogías y aprender a educar y a acompañar a niños y niñas desde el feminismo, desde la equidad y la diversidad”, explica Pamela Palenciano, que encarna también al divertido y multicolor Uniqueernio.
“La educación no solo está en el sistema educativo sino en el nido, en la casa, y es de ahí desde donde tenemos que partir para construir una sociedad igualitaria y diversa”
La ColectivaCaos, curiosas, rebeldes y luchadoras
Colectiva Caos es un grupo formado por mujeres feministas que buscan a través del teatro dar otras formas de entender las relaciones humanas y con la sociedad. Se definen como un grupo de mujeres curiosas, rebeldes y luchadoras. “Cada una es distinta de la otra, por eso no somos lineales y a veces somos impredecibles. Eso nos hace ser una colectiva dinámica que crece de las complicidades”, explican en su facebook. Desde sus perfiles en redes sociales, ColectivaCaos difunde el proyecto y busca modos de dar continuidad a una aventura “difícil de financiar pero en cuya trascendencia en el futuro de la sociedad estamos firmemente convencidas”, comenta Ana. Entre otras acciones, al acabar la función los asistentes pueden adquirir camisetas con el personaje de Uniqueernio, que también se venden on line, en ambos casos a 10 euros.