¿Quién no cuenta con inconvenientes y obstáculos para llevar a cabo cualquier proyecto que desee acometer? En el caso de J. Benito Fernández, natural de Tomiño, un municipio de la provincia de Pontevedra, sorprende que haya concluido la biografía de Rafael Sánchez Ferlosio sin hablar con el propio personaje. Tres años de trabajo, tesón, cientos de entrevistas, muchas horas de escritura y sobre todo su confianza ante las distintas opiniones, no siempre clementes, le permitieron seguir hasta el final, cumpliendo así con el propósito inicial de hacerla llegar a las librerías. “Me llena de orgullo encontrarla expuesta en un escaparate, por supuesto, pero lo que verdaderamente me emociona, -asegura Benito-, es verla en las bibliotecas al alcance de todos. Un libro necesario para entender el acontecer de nuestro país y al autor de El Jarama y de El Testimonio de Yarfoz, para muchos, el intelectual vivo más importante de nuestro país”.
Cuando uno lee debe preguntarse ¿Quién es el que habla? ¿Desde dónde o desde qué sitio me habla? Para quien haya tenido o quiera tener una novela, relato, ensayo o artículo de Rafael Sánchez Ferlosio entre sus manos y se haya planteado estos interrogantes va dirigida esta biografía. Un libro de 605 páginas que permitirá al lector responder a dichas preguntas. Fue la motivación de J. Benito Fernández cuando decidió involucrarse en tamaña empresa: “Debemos saber quién es el pensador y autor de tantas páginas repletas de vivas reflexiones sobre nuestra sociedad y cultura”, consideró el autor de la biografía. Pero antes de hablar del libro recientemente publicado, El incógnito Rafael Sánchez Ferlosio. Apuntes para una biografía sería oportuno responder a: ¿Quién es el biógrafo en este caso y desde dónde nos habla?
Se introdujo en el mundo de la literatura con eso que los cursis llaman la literatura del yo, -recuerda J. Benito- libros de memorias, biografías, epistolarios… “Con 15 años leí Carta al padre de Franz Kafka y quedé atrapado, hoy sigue estando entre mis libros de cabecera”. Seducido por las memorias y las autoconfesiones, cuando leía un libro le gustaba saber qué había detrás, es decir, cómo era quién había escrito el libro. Y eso no es más -explica el escritor- que producto de la vida que ha llevado, de su entorno, lecturas y circunstancias.
Un libro libro te lleva a otro y luego a otro
Desde ese primer enamoramiento por el género hasta que escribió su primer libro, el pudor y la falta de seguridad hicieron transcurrir 28 años. Se estrenó como biógrafo en 1999 con El contorno del abismo. Vida y leyenda de Leopoldo María Panero, y por el que se le conoce, no sólo en Gran Canaria también en la península, como el biógrafo de Panero. “Me cayó ese San Benito, valga la redundancia -comenta de buen humor- y no renuncio a ello, claro”. Publicación gracias a la que se hizo un hueco entre el gran público lector.
“Yo no decidí hacerme biógrafo -asegura Fernández-. Empecé y un libro me llevó a otro y luego a otro”.
El flirteo que mantuvieron Leopoldo María Panero y Eduardo Haro Ibars hizo que se cruzaran sus historias y acabó escribiendo la que sería la segunda biografía: Eduardo Haro Ibars: los pasos del caído, con el que quedó finalista del Premio Anagrama de ensayo en 2005. Confiesa que se divirtió mucho, “está lleno de ramalazos roqueros, debido a que el biografiado vivió de lleno la movida madrileña”, época que también vivió el biógrafo. “Es un libro escrito a ritmo de rock”, dice J. Benito.
El escritor sigue trabajando, hilvana una tras otra, historias al ritmo que le sugieren los personajes y su propia intuición.
Luego salió un libro que pasó muy desapercibido, Gide/Barthes. Cuaderno de niebla -subraya J. Benito-. “Me gustó mucho escribirlo porque empecé a idearlo treinta años antes, aún conservo las notas con las fechas. Me dio el punto del estructuralismo en los años 80 y empecé a leer a Roland Barthes, a través de él descubrí a André Gide que fue su gran maestro y así brotó la idea; los dos homosexuales, los dos escritores, los dos franceses, los dos viajeros, los dos protestantes, casi tuvieron vidas paralelas. Es muy didáctico y surgió con la intención de dar a conocer esas lecturas que me habían apasionado, de cara a los universitarios”.
“Hay quien no comprende que hiciera la biografía de Rafael Sánchez Ferlosio sin hablar con él”, comenta el biógrafo J. Benito Fernández
Hace dos años que terminó de escribir la biografía de Ferlosio y desde entonces trabaja en la de Juan Benet. Asegura que ya ha leído gran parte de su obra y está a punto de concluir el trabajo de campo, pero aún no ha empezado a escribir una línea, por lo que faltarán unos años, -predice Fernández-, para que se publique. Sería la quinta biografía escrita y publicada por el autor.
“Nunca escribiría sobre un marinero o un oficinista cualquiera, para eso ya tengo mi vida”. Como biógrafo sólo se siente atraído por los literatos y le fascinan los personajes raros o heterodoxos, los que se salen de la norma y que, de alguna manera, van contra los sistemas sociales, ya sea por lo disconforme, distinto en el caso de Ibars y Leopoldo o por los deslumbrantes conocimientos de Sánchez Ferlosio; en cualquier caso, todos personajes fuera de lo común.
No le gusta la palabra “maldito”, prefiere “periférico”. Recuerda el comentario de Eduardo Haro Ibars sobre este asunto: “Yo no me considero maldito, otra cosa es que se me maldice”. Leopoldo María Panero también se refirió al adjetivo como poco apropiado y se defendía, no le gustaba. “Un maldito es un poeta que no vende y yo tengo una obra sólida publicada”.
Otras figuras que ha tenido en cartera y que despertaron el interés del biógrafo han sido también escritores magníficos pero no de grandes ventas. El novelista sevillano Alfonso Grosso, el poeta salmantino Aníbal Núñez, el cuentista Gonzalo Torrente Malvido (hijo de Torrente Ballester); todos fallecidos.
Hice la biografía contra viento y marea
Le irrita que le pregunten si la biografía de Sánchez Ferlosio se hizo con su consentimiento o no. “Yo puedo escribir de quien me dé la gana, otra cosa es que me arriesgue a una denuncia o una demanda en los tribunales porque le ofendo, porque cuento mentiras o por lo que sea. Hice la biografía sabiendo que era un personaje difícil y no me iba a entender”.
J. Benito Fernández había advertido ya que Ferlosio no es partidario del género pero no se cuestionó nada más. El biógrafo cuenta en el libro una anécdota que confirma la aversión a la información personal. El atentado de la Cafetería Rolando, también conocido como atentado de la calle del Correo, cometido el 13 de septiembre de 1974 por la banda terrorista ETA-V Asamblea, causó un total de trece muertos y varias decenas de heridos. Entre los detenidos, hubo varios de afiliación izquierdista y vinculados al Partido Comunista como Alfonso Sastre y Eva Forest, grandes amigos de Ferlosio. Durante la detención sacaron datos biográficos de ellos, algo que a Sánchez Ferlosio le indignó.
“Sánchez Ferlosio merece tener una biografía en la calle. Es un intelectual vivo que ha sido Premio Cervantes y el conocimiento de su obra es necesario”, afirma J. Benito
Otra declaración que señala Fernández sobre este tema, es su opinión acerca de que aparezca la foto del autor en la solapa de un libro, -Ferlosio dice que el autor no es nadie, que tiene que desaparecer-.
Frente a la opinión de Ferlosio, a quien le parece impúdico el que se hable de la intimidad de cada persona, el biógrafo cree que un personaje público, como es él, tiene que tener una biografía en la calle porque se trata de la historia de la literatura, es un clásico en vida. “No cuento con la aquiescencia de él, ni me preocupa tampoco porque le trato con respeto. Aunque sé que él no la leerá, sí puede ocurrir que sus allegados le dejen caer algún comentario sobre ella. Estoy seguro que no se va a molestar en desdecir o comentar nada al respecto”.
Táctica y estrategia
No fue Mario Benedetti el único que usó la táctica y la estrategia fuera del campo de batalla tal y como lo entendemos. J. Benito también echó mano de las tácticas y la poesía para llevar a cabo la árida gestión de llamadas e intentos de contar con la colaboración de Sánchez Ferlosio. Cotejar y matizar datos con el novelista le hubiera facilitado la tarea. En la introducción del libro, el biógrafo cuenta un regalo que su hijo Guillermo, entonces con seis años, le hizo con motivo de su cumpleaños.
La criatura, -como narra el biógrafo en las primeras páginas-, que sabía del trabajo que llevaba entre manos su padre, quien por curiosidad del menor en alguna ocasión le había enseñado incluso fotos de Sánchez Ferlosio, en complicidad con su madre ideó un “libro” a sus espaldas sobre el novelista.
J. Benito recibió el regalo envuelto en papel de celofán. Tres folios doblados en cuatro, grapados y con doce carillas escritas e ilustradas por el pequeño. Fernández se emocionó y al saber de la admiración de Ferlosio por la infancia, lo introdujo en un sobre con un tarjetón donde le explicaba la anécdota y lo entregó al buzón.
Desconocemos la reacción de Sánchez Ferlosio a esta misiva.
El autor, que ha recibido entre otros galardones el Premio Cervantes en 2004, cuyo discurso de recepción llevó el título Carácter y destino, recomendable su lectura, Premio Nacional de las letras españolas en 2009 y Premio Internacional de ensayo Caballero Bonald por su libro Ensayos 3. Babel contra Babel. A pesar de ello no es lo debidamente conocido, opina J. Benito. Cuenta con el prestigio que le ha otorgado su elevadísima prosa, quizás por ello, -tampoco lo pone fácil-, añade su biógrafo. La erudición genera una distancia con el gran público que no siempre es fácil recorrer, pero ahí está para quien quiera hacerlo.
“Si quisiera ganar dinero me dedicaría a hacer biografías de banqueros, pero no es lo mío”, asegura el escritor gallego
“He leído la obra completa de cada uno de los literatos que biografío, no me queda otra”, sostiene Fernández. Ferlosio es muy difícil de leer. Lo más accesible para el gran público lector es su narrativa, aunque destaque por su trayectoria reflexiva y la agudeza de sus planteamientos en los ensayos. J.Benito recomienda sus relatos o cuentos así como sus tres novelas: Industrias y andanzas de Alfanhuí, para unos, un antecedente del realismo mágico de Gabriel García Márquez. Para otros; la última muestra de la novela picaresca española (1), El Jarama y El testimonio de Yarfoz.
Los ensayos, género en el que destaca Ferlosio, son una consecución de reflexiones en las que demuestra la inmensa cantidad de conocimientos que tiene y su enemistad con los discursos simples. Las asociaciones que hace para llevar al papel sus pensamientos despiertan el asombro del lector, -como dice Fernández en alusión a su erudición-, es capaz de explicar la historia de los botones en la baja Edad Media. Le preocupan las cosas que al resto de los mortales no nos preocupan, -afirma el biógrafo-, eso fue una de las cosas que más me llamó la atención, ¿por qué dedica tantas páginas al arte de la guerra o las batallas de la Grecia Clásica?
Estoy de acuerdo con la afirmación de Borges cuando dice que, efectivamente, la literatura es literatura, pero hasta un punto. Seamos realistas, -dice J. Benito-, es cierto que un escritor se nutre de las lecturas y del fruto de la imaginación pero la ficción no es tanta ficción. Son pocos los autores tan prodigiosos como para inventar todo un universo. Hay muchas cosas que son parte de su vida, por eso un biógrafo tiene que leer toda la obra del autor, porque sabe que siempre va a encontrar atisbos biográficos.
Siendo un hombre sedentario, no proclive a los viajes y que sólo hizo el bachiller, aunque se pueden encontrar biografías en las que lo califican como Licenciado, sólo realizó algunos cursos de Filología semítica pero no llegó a terminar nada, resulta admirable el dominio del lenguaje y el exhaustivo trato que da a la narración, por ejemplo. La estudia en sí misma, pero también se ocupa de su influjo en el pensamiento y en las ideologías. Sus reflexiones relativas al lenguaje, la realidad, la historia, la religión o la moral no pasan desapercibidas. En sus textos pone en entredicho el ideal del progreso, critica la mentalidad sacrificial o expiatoria promulgada por el Cristianismo y más aún por algunas ideologías revolucionarias.
De talla moral, XXL
Ferlosio no es un relativista, no es un escéptico, no es un nihilista, tampoco se le puede incluir entre los anarquistas aunque tenga vetos de ello. Su ideología es radicalmente independiente, no tiene ataduras con nadie; Cuando El País, en plena guerra del Golfo, le envió a Israel como corresponsal en 1991, sugiriéndole enviar unas crónicas y otros trabajos periodísticos, ocurrió algo poco común. Allí lo recibió el periodista diplomático, natural de Bilbao, que también trabajaba para El País Peru Egurbide, que hizo de guía por el lugar, lo estuvo paseando, visitaron la Gran Mezquita, se bañaron incluso en el Mar Negro. A la semana estaba de vuelta y no traía ni una línea escrita. Cuenta su biógrafo, que llegó absolutamente abochornado y quiso incluso devolver las dietas y gastos al periódico. Su argumento fue que no había encontrado a nadie con quien debatir.
Un hombre que siempre se ha criado en palacios, con servidumbre, en una familia de terratenientes pero que hoy pasea en zapatillas por el barrio donde vive: Prosperidad, ubicado en la zona Norte de Madrid. Fernández lo define como hombre humilde, capaz de pedir perdón, sin la soberbia que suele acompañar a las personas de tremenda talla intelectual. En el año 86, -relata J. Benito-, cuando se firmó el manifiesto de la entrada de España en la OTAN, él firmó a favor junto a otro medio centenar de intelectuales y artistas españoles. Los responsables del texto de ese manifiesto eran su cuñado y editor Javier Pradera y el escritor Juan Benet y fue su cuñado quien lo llevó de la mano a la firma, cuando él se había cansado de escribir contra la entrada de España en la OTAN. La contradicción que le supuso el hecho cometido, desembocó en noches de insomnio y preocupación.
“Un biógrafo es un reconstructor de realidades. Un ser humano que cuenta la vida de otro ser humano, ni más ni menos”, aclara el biógrafo
Cuando muere su madre en el año 94, Ferlosio hereda y le llegan los inevitables impuestos consecuentes al fallecimiento. Ferlosio no contaba con la cantidad monetaria que debía pagar y por ese entonces colaboraba esporádicamente con El País y se le ocurrió proponer al periódico una columna semanal en la última página, hoy escritas por Manuel Vicent o Félix de Azúa. El periódico aceptó y cuando fueron a negociar el dinero él pidió la cantidad exacta que tenía que pagar a hacienda,-comenta J.Benito-, como muestra de la honradez y claridad en sus actos.
El documento en el que se narran estos y otros hechos y cientos de anécdotas que han conformado la vida de Rafael Sánchez Ferlosio está ahora en plena etapa de promoción. Se ha presentado en el Club Faro de Vigo acompañado por el periodista Fernando Franco y en la Librería Portadores de Sueños en Zaragoza, acompañado por el catedrático de literatura, crítico y poeta Túa Blesa. Las próximas presentaciones serán en Madrid en la sede del Instituto Cervantes y en Coria, Cáceres, donde todavía se conserva el palacio (antes de los duques de Alba), propiedad que heredó el célebre político y escritor Rafael Sánchez Mazas, padre del emblemático novelista Rafael Sánchez Ferlosio.
La biografía siempre supone un riesgo para el escritor, a pesar de la rigurosidad de los datos recabados y el cotejo de los testimonios conlleva el riesgo implícito de tener que componer, reconstruir una vida. A J.Benito Fernández, le acompaña la incertidumbre de si el personaje que tiene la oportunidad de leer su propia vida, la considera fascinante o no. “Primero porque habrá cosas que ni el propio biografiado recordará y segundo porque hay cosas que paso por alto porque las desconozco. Al fin y al cabo, el personaje está leyendo una vida que le cuentan de su vida. Esto es bonito ¿no? A mí me encantaría poder leer mi vida contada por otra persona”.