Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.
BRIAN DENNEHY YA NO VOLVERÁ A SONREÍR.
Tras un largo ir y venir entre distintas productoras, otros tantos directores y una largísima lista de actores, el trío compuesto por Michael Kozoll, William Sackheim y el actor Sylvester Stallone escribieron un guión -del cual se llegaron a desarrollar hasta media docena de borradores distintos- en el que pulieron la historia original y dejaron al personaje del sheriff sin la mayoría del bagaje del que le había dotado el escritor David Morrell en su relato original. En parte, ésta fue la razón por la que el actor Kirk Douglas, quien debía dar la réplica al coronel Samuel “Sam” Richard Trautman, abandonó el proyecto, ya que consideraba que el nuevo retrato del sheriff no respetaba el espíritu original de la novela, ni el final desarrollado por el escritor de origen canadiense.
Sea como fuere y dicho todo lo anterior, el personaje de Sheriff William “Will” Teasle hubiera debido estar mucho más desdibujado en la pantalla de no ser por el carisma y la impronta del actor norteamericano Brian Manion Dennehy, fallecido el pasado día quince de abril.
Con los mimbres de los que dispuso el actor, éste fue capaz de construir un personaje bastante tridimensional, ambiguo y moralmente cuestionable, quien, sin caerte del todo bien, tampoco detestas, cosa que sí suele pasar con muchos de los villanos histriónicos que beben de los estereotipos al uso, en la gran pantalla. Queda claro que el desmedido del Sheriff tiene experiencia militar -aunque sólo sea viendo las paredes de su despacho- y que sus acciones se mueven siguiendo un cierto código, diametralmente opuesto éste al del coronel Samuel Trautman, pero hay uno. Incluso hay momentos en los que Will Teasle trata de entender las razones que mueven a personas como Rambo y al coronel que lo entrenó, razones que, por mucho que quiera, tampoco puede entender, dado que el mundo en el que el Sheriff se crió, y los valores sobre los que se sustentaba aquella sociedad, nada tienen que ver con el momento en el que se encuentran ahora.
Quizás la ambigüedad de la que siempre hizo gala el actor cuando interpretaba a personajes como éstos se sustentaba, en gran medida, en su sonrisa, capaz de lograr que Will Teasle o Cobb, el no menos desmedido y amoral Sheriff de la ciudad de Silverado, te pudieran llegar a caer bien, obviando el tipo de personas que, en realidad, eran. Casi se diría que, mirando dicha sonrisa, te molestaba que el personaje fuera “el malo” de la película o aquel que debía enfrentarse al protagonista “bueno”...
Y también es cierto que con dicha sonrisa Brian Dennehy dijera que, por encima de todo, él era actor de teatro, ganador de dos premios Antoinette Perry Award for Excellence in Broadway Theatre, conocidos como Tony Award -el máximo galardón que se concede a un actor teatral en los Estados Unidos de América- al mejor actor protagonista, además de obtener un Laurence Olivier Awards, un premio concedido por la Society of London Theatre, que reconoce el trabajo de un actor teatral que ha trabajado en la capital británica. Por ello, siempre consideró que su trabajo en el cine y la televisión estaba en un segundo plano, detrás de sus interpretaciones sobre un escenario, por mucho que su valía estuviera fuera de toda duda cuando cambiaba las tablas por un plató o los exteriores en los que se rodaron cualquiera de las películas en las que participó.
Sirva como ejemplo su interpretación en una película tan impresionante, intensa y desasosegante como lo es The Belly of an Architect (Peter Greenaway, 1987). Según el propio actor, ésta fue su mejor actuación y hay que añadir que la simbiosis entre el actor protagonista y el escenario en el que éste se mueve es total.
Después hay trabajos que se siguen considerando “menores”, tales como F/X: Murder by Illusion (Robert Mandel,1986); F/X2: The Deadly Art of Illusion (Richard Franklin,1991) -ambas junto al actor australiano Bryan Brown-; y su interpretación del alienígena antareano Walter, en la película Cocoon (Ron Howard, 1985). Éstas son menores, si se las compara con la mencionada realización del director británico Peter Greenaway. Sin embargo, en todas ellas, Brian Dennehy supo brillar con luz propia y dejarnos un muy buen sabor de boca cuando lo veíamos actuar en la gran pantalla.
Dicho todo esto, hay una película en la que la capacidad de combinar la ambigüedad anteriormente comentada junto con la lucidez para ver más allá de las apariencias puso sobre la mesa la enorme solidez interpretativa del actor.
Best Seller (John Flynn, 1987) titulada, originalmente Hard Cover, juntó al actor con James Wood, otro de los grandes intérpretes contemporáneos. En este caso, su personaje, el teniente de policía y aclamado escritor Dennis Meechum, unirá fuerza con un despiadado asesino llamado Cleve, antiguo brazo ejecutor tras el éxito y la expansión de una empresa llamada Kappa International. Cleve quiere que el autor escriba sobre los verdaderos orígenes de los que fueron sus jefes, pero el policía desconfía del rigor y de la palabra de alguien a quien él considera es un engendro que debería estar pudriéndose en la celda de una cárcel.
Poco a poco y sorteando mil y un inconvenientes, ambos no solamente se entenderán, sino que llegarán a respetarse, por mucho que sus motivaciones sean tan distintas como las de Will Teasle y Samuel Trautman. Además, la narración va ganando enteros hasta llegar al desenlace final, de ésos que no se olvidan, tanto por su intensidad, como por el mensaje con el que termina el discurso narrativo.
Best Seller fue una de esas películas que la gente no quiso ir a ver al cine y que, después, merced al mercado del videoclub y de la televisión ganó una cierta notoriedad que, en realidad, ya debió tener cuando llegó a las pantallas en el año 1987. En ella, el actor ofreció su mejor cara, con esa sonrisa que tanto encandiló a los espectadores, y también esa atractiva ambigüedad con la que sorprendió a propios y extraños cuando First Blood y Silverado se estrenaron en los cines de todo el mundo.
Sólo espero que, llegado el momento final de su existencia terrenal, la nave antareana que lo dejó en el este mundo, se lo llevara de vuelta a un lugar donde poder seguir deleitando a todos aquellos seres que, a buen seguro, disfrutarán con la enorme impronta y con el talento de Brian Manion Dennehy.
© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2020.
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Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.
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