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Se hace camino al andar: qué es y cómo funciona un centro cívico

Centro Cívico Suárez Naranjo

Eva González

Las Palmas de Gran Canaria —

No pocas veces parecen insalvables las trabas burocráticas y las cosas más cotidianas se nos escapan de las manos. Se alejan convirtiéndose en imposibles. Otras veces el organizarnos se nos hace difícil y no somos capaces de aprovechar las oportunidades por no llegar a un acuerdo.  Lo cierto es que la realidad la creamos las personas y depende de nosotros que esta sea más amable u hostil.  En el caso de los centros cívicos, pieza clave de la organización social, ha habido un abandono claro por parte de la Administración según Sergio Millares, actual concejal del área de Gobierno de barrios y Participación Ciudadana de Las Palmas de Gran Canaria. Lo que ha sorprendido a la corporación, que asegura estar haciendo todo lo posible para facilitar la andadura y el funcionamiento de estos centros, es el trabajo que un grupo de personas por  propia iniciativa, cuenta y riesgo y con escaso apoyo están llevando a cabo. Sergio pone como ejemplo el Centro Cívico Suárez Naranjo y el Local Social de la Plaza del Pueblo de la Isleta, de hacia dónde podrían caminar las cosas.

Ser y sentirse parte de la ciudad es una realidad, que a veces encuentra impedimentos y obstáculos. El motivo sería un tema mucho más complicado de explicar; el mal reparto, la inercia del modelo que hemos generado entre todos, la dejadez, pero claro…vaya usted a ordenar eso ahora… Lo cierto es que existen organismos y figuras para impedir que las personas queden fuera sin poder participar o expresarse, evitar la centralización de poder y las distancias tan violentas que se crean entre los ciudadanos y los organismos de gobierno. Digamos que el instrumento más cercano del que disponen los ciudadanos para participar en la comunidad son los centros cívicos. Si atendemos a la función que cumplen, como reconoce Sergio Millares, deberían estar entre las prioridades de la gestión local. Pero la realidad, hasta ahora no ha sido esa.

Son muchos los centros cívicos que hay en España y muchos también en nuestra Comunidad Canaria. Sólo en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria tenemos catorce, según la relación facilitada por el Ayuntamiento. Si como nos dice Sergio los consideramos junto a los locales sociales, es decir los metemos en el mismo paquete, con las mismas condiciones y forma de gestión, aunque en teoría son organismos diferentes, contaríamos con sesenta en total.  Veamos qué es en teoría un centro cívico. Luego nos acercaremos al Suárez Naranjo para ver, cómo se organizan y qué uso se le está dando a ese espacio público ubicado en el Distrito Centro, concretamente en la Calle Pamochamoso.  Uno de los dos que nombra Sergio Millares como posibles referentes.

¿Qué es en teoría un centro cívico?

Los centros cívicos son equipamientos socioculturales de carácter público, ubicados en los distintos barrios o distritos de la ciudad. Espacios polivalentes adaptados a distintos usos.  Tienen cabida todos los grupos, entidades y ciudadanos del entorno sin ningún tipo de restricción. Si. Todos. Da igual que seas inmigrante, flaco, sabio, bajito, con bigote o sin, simpático o no. Si has nacido, ¡bienvenido!

El Ayuntamiento es el órgano encargado de mantener estos equipamientos. La gestión está basada en la participación ciudadana, siendo ésta el eje vertebrador de estos equipamientos. Se entiende la participación ciudadana como el derecho y el compromiso del ciudadano, individual y colectivamente, a participar activa y directamente en la toma de decisiones que afectan al desarrollo vecinal y cultural de la población. En definitiva, son espacios de encuentro para la cultura, lugares de libre transmisión e intercambio de conocimientos a través de la experimentación colectiva.

Dos de las primeras comunidades autónomas que dictaron leyes de participación ciudadana fueron Valencia y Canarias. En nuestro caso hablamos del año 2010, Ley 5/2010, de 21 de junio, de Fomento a la Participación Ciudadana.  Pero ya estamos acostumbrados a que una cosa es la Ley y otra muy diferente su cumplimiento. Y volvemos a los obstáculos burocráticos, señalando que ha habido algún intento de reforma sin éxito y que podemos esperar a que se decidan, lo hagan, y todas esas cosas que aburren más de la cuenta. Sin menospreciar la ley  y mientras pasan los años, las vidas y se ponen de acuerdo, hay personas que se han acogido a lo que dijo Antonio Machado, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”, y por suerte podemos ver que algunos ciudadanos organizados, con esfuerzo y voluntad tienen algo que mostrar.

Los entresijos de la gestión del CC Suárez Naranjo

El espacio público donde hoy se encuentra el CC Suárez Naranjo hace cinco años estaba en desuso. No fueron pocas las trabas que hubo que deshacer para lograr el funcionamiento de hoy en día.   Este año han sido más de seiscientas personas las que se han inscrito en actividades y talleres, organizados por  la Comisión Gestora del Centro y el Ayuntamiento incluyendo la Universidad Popular. “Alrededor de mil usuarios pasan por el Centro a la semana”, nos cuenta Nereida Mendoza, trabajadora social del área de Participación Ciudadana y miembro de apoyo del Ayuntamiento. “A veces, echamos de menos, que las personas que asisten no sólo demanden servicios, eso funciona de maravilla, sino que haya más convivencia, aportaciones de ideas para desarrollar proyectos. A la vez, agradece el trabajo de los voluntarios por la dinamización del centro y valora que el barrio de Arenales, donde estamos, sea  conocido por otro tipo de prácticas además de las habituales, como la prostitución característica de esta zona”.

Dácil León, coordinadora de talleres y también miembro de la comisión, pide voluntad política para que no sean tantos los obstáculos con los que hay que lidiar. “Tenemos un reglamento de centros cívicos obsoleto que no permite el margen de maniobra que podríamos alcanzar”. Así lo reconoce también Sergio Millares, quien apuntó que haría falta establecer una hoja de ruta básica que cuente con el apoyo de las distintas fuerzas políticas. “Es necesario  que todos nos comprometamos a continuar el camino. Consejos de participación de distrito, presupuestos participativos, regularización y dinamización de los CC.CC y Locales sociales, y Escuela de Ciudadanía son los cuatro ejes que estamos impulsando”. También señaló que para él es importante que los ciudadanos sean capaces de establecer una red de participación, que no pueda ser disuelta con facilidad si hay un cambio de gobierno. Recordó, como algo muy positivo que el Centro Cívico Suárez Naranjo siguiera funcionando con  la anterior legislatura del PP. Millares asegura que se está avanzando para lograr establecer un marco legal que los ampare.

Por su parte, Octavio Cardoso, tallerista de informática y miembro también de la comisión, explica que los cambios que debieran darse tendrían que ir enfocados a que la representación fuera de los ciudadanos y de las asociaciones y no del Ayuntamiento, puesto que es el núcleo central y la característica de un organismo como este.  Y, con respecto a los grupos políticos, ellos empezaron a trabajar con el PSOE, continuaron con el PP y siguen hoy con Podemos. “Nos da absolutamente igual quién esté gobernando. Lo que a nosotros nos preocupa son los ciudadanos y vecinos del barrio. Hemos conseguido que en un barrio donde sólo se hablaba de prostitución, ahora se hable de un centro donde se hacen talleres, charlas, y a donde vienen personas de toda la isla a realizar actividades”.

Antonio Rodríguez, tesorero de la comisión, asegura que el centro  funciona por el empeño de los ciudadanos, los voluntarios y los talleristas. Porque a pesar de estar a cargo de tres áreas diferentes del Ayuntamiento; Patrimonio, Distrito  de Arenales y Participación Ciudadana, “no contamos ni con el personal que marca la ley ni con  presupuesto. Tengo que decir que me siento orgulloso de lo que estamos aportando al barrio”.

Octavio Cardoso cree que la diferencia que han podido marcar con otros centros cívicos es que aquí no ha venido una asociación a apropiarse del centro, se ha logrado formar una comisión de personas variadas y diferentes que dialogan y se ponen de acuerdo para llevar a cabo distintas acciones. Y eso es lo difícil. “Mientras la sociedad civil no sea capaz de sentarse, escucharse y plantear un proyecto común no va a ninguna parte. A Tino Prieto, miembro de la comisión y del Partido Humanista se le llenan los ojos de emoción imaginando que este modelo se pueda trasladar a otros centros cívicos.

Golpe a golpe, verso a verso

Garoé Fernández imparte el taller de Dibujo, y asiste como alumno al de Guitarra Moderna.  Vive en el barrio desde hace más de veinticinco años y asegura que no supo de la existencia del “Suárez” hasta hace dos años. Poco después comenzó como tallerista y alumno. La experiencia le está resultando sorprendente, “al principio pensé que la gente iba a demandar más entretenimiento pero no, te encuentras muchos casos en los que desean conectar, aprender y avanzar. Algunos vienen con un amplio recorrido en talleres y me he dado cuenta que aquí ”el nuevo“ soy yo”. Garoé comenta que está dando lo que es  “el ABC” del dibujo, bodegones, escalas tonales, encajes…también reconoce que le llama la atención el funcionamiento del Centro, “es un pequeño núcleo de personas capaces de generar bastante actividad y con gran capacidad organizativa. Teniendo en cuenta las condiciones en las que se desarrolla este trabajo es una actividad titánica por parte de los organizadores”. Le planteo a Garoé   “la incógnita de Oro”; ¿cómo puede difundirse más la labor de un centro como este y las ventajas que ofrece? El secreto es la participación de los ciudadanos, pero claro, si no lo conocen, es difícil.

 Mientras intercambiamos pareceres en la puerta del centro, a las nueve de la noche, van saliendo el resto de alumnos del taller de Guitarra Moderna. Julio Correa, uno de ellos, treintañero,  dice que la experiencia está siendo enriquecedora. “Es un lugar de cultura, intercambio y conocimiento además de hacer una labor solidaria que viene bien en el contexto social en el que se encuentra”. Todos salen con la guitarra al hombro, Mónica Jakubwska, otra de las alumnas, es polaca. “He conocido mucha gente y llegué aquí sin puñetera idea de guitarra, ahora mismo si quieres te puedo tocar una canción”. -No le voy a hacer sacar la guitarra de la funda ahora que ya se iban-, pienso. Le doy las gracias y sigo recabando información grabadora en mano.

Salvador Cuyás acompaña a Enrique Santana mientras éste se fuma el cigarrito en la entrada del Suárez, ambos alumnos del taller de Escritura Creativa. Mientras el primero, de algo más de sesenta años define el centro como un lugar de encuentro lleno de posibilidades para la gente, para el segundo que pasa los cuarenta es un lugar donde se podría promocionar a los jóvenes del barrio, descubrir nuevos talentos y sobre todo desarrollar ideas. Ambos coinciden en que el funcionamiento es algo anárquico porque se confía en la buena voluntad de la gente y a la vez es encantador por lo mismo, porque abre un espacio para los que quieren aportar algo a los demás.

Enrique por su parte, como trabajador en un Centro de Menores echa en falta la vía administrativa de que colectivos como ese u otros puedan acceder al Centro. Nos explica, “Si vienen cinco niños a un taller son cincuenta euros al mes que yo no podría justificar ya que el Centro podría emitir un recibo pero no una factura que es lo que me  exigen”. Además resalta la importancia de un lugar donde se mezclan personas de  todas las edades. “Podemos ver a las voluntarias de la biblioteca, señoras de unos sesenta años ofreciendo su tiempo y su experiencia, dice Enrique, que a veces se deshecha toda la experiencia de los mayores que al fin y al cabo han vivido más y pueden ser dadoras de ideas y sabiduría ”. Para Enrique, asistir al Centro es una vía de escape y una oportunidad para desarrollar habilidades que, a él sólo en su casa, le da pereza.

A Salvador le gusta estar activo y tiene claro que cuando termine este curso se apunta a otro, dice que de estar parado ¡nanai de la china!  

Y es que con esta filosofía de seguir andando y haciendo es como se consiguen las cosas, esperamos sea el principio de un camino que se pueda ramificar y siga reportándonos a todos buenas experiencias.

 

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