Cuando la ayuda a la dependencia es escasa y la cuidadora también se desgasta

Antonio, junto a su esposa Inmaculada (derecha) y María Rosa Pulido (portavoz de la plataforma de residencias dignas) a la izquierda.

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Inmaculada tiene 74 años y desde que se jubiló, hace ocho años, lleva cuidando a su marido, Antonio, de 81, que por múltiples patologías quedó en silla de ruedas. “Entró al hospital caminando y salió sin poder caminar”, explica a este periódico. Entonces, él fue reconocido con el grado I de la Ley de Dependencia y con un 51% de discapacidad. Pero los años pasan y su salud se ha ido deteriorando. Ha ido perdiendo cada vez más la movilidad y tiene incluso que usar espesantes para comer. Hace poco estuvo ingresado con una neumonía. 

Su cuidadora señala a este periódico que la ayuda que perciben es muy escasa. Actualmente, Antonio recibe una hora de ayuda a domicilio durante cuatro días a la semana, pero a partir de ahora, cuando empiece 2025, esta prestación se verá reducida a tres días a la semana. Esto le ocurre a muchas otras personas que lo han contado a este periódico, a las que se les ha informado que, debido a la subida del IPC y de los salarios, y al no aumentarse  la cuantía de la ayuda a la dependencia a las familias en relación a esas otras subidas, estas se ven en la tesitura de que se les reduce el número de horas a la semana. “Es muy duro”, explica Inmaculada. 

La plataforma de residencias públicas y dignas para mayores de Gran Canaria ha estado pendiente de este caso y ha acudido a las instalaciones de Dependencia del Gobierno canario a informarse para ayudar a Inmaculada con la gestión y presentación de nuevos informes para que se le aumente a Antonio tanto el grado de dependencia como el de discapacidad. María Rosa Pulido, portavoz de este colectivo, señala a este periódico que las cuantías deberían haber subido desde 2023 como anunció entonces el Ministerio de Derechos Sociales. Asimismo, recuerda lo duro que es para muchas familias realizar todos estos trámites sin asesoramiento y en un mundo cada vez más digitalizado. 

Inmaculada teme que la revisión de grado tarde demasiado tiempo y en los últimos días ha estado recabando informes sanitarios de su marido en el Hospital Doctor Negrín que muestren que su situación ha empeorado. Explica que con la ayuda que percibe ahora, viene una persona de una empresa de ayuda a domicilio para ayudarla a levantar a su marido de la cama por la mañana temprano y sentarlo en la silla de ruedas. También lo suele acompañar a un pequeño paseo. Es lo que percibe de esas cuatro horas a la semana que en enero pasarán a ser tres. 

Pero estar pendiente de una persona con una movilidad tan reducida supone también que hay que levantarlo de la silla para acostarlo de nuevo en la cama, asearlo, llevarlo a las citas médicas … Para poder hacer todo ello, también paga con su pensión unas horas a un hombre que la ayuda en días puntuales, pero explica que nada de esto es suficiente, ya que de su marido hay que estar pendiente las 24 horas. 

Ser la cuidadora de una persona dependiente también supone un desgaste físico y emocional. Inmaculada es el ejemplo de lo que ocurre cuando la cuidadora también es una persona que se va haciendo mayor y la ayuda a la dependencia es escasa. En su caso, explica que también se ha deteriorado su salud, ya que presenta problemas en los hombros, en los que se ha realizado varias filtraciones. 

Cuenta que está en lista de espera para una colocación de hombros. Por ello, ha valorado agilizar la ayuda a la dependencia para ella también. “Pasan los años y ni él puede colaborar como antes ni yo estoy igual”, aclara. “No puedo ni levantar bien los brazos, no puedo ni con la fregona. Soy autónoma aún, pero hay cosas que ya no puedo hacer, como por ejemplo conducir”, incide. 

Inmaculada y Antonio viven en el barrio costero de El Puertillo, en Arucas, en una vivienda pequeña que han adaptado como han podido a las necesidades del marido. El salón cocina, que ocupa la primera planta junto al único baño de la casa, es ahora la habitación de Antonio, ya que ahí es donde se le ha colocado una cama articulada. En la planta de arriba duerme Inmaculada, que tiene que bajar las escaleras para atender a Antonio y para acudir al baño.  

Inmaculada también narra que era auxiliar de enfermería antes de jubilarse y eso le ha permitido poder atender mejor a Antonio. Le gustaría que la ayuda a la dependencia le cubriera un poco más, que al menos “me vinieran a limpiar lo grande a casa”, señala, además de contar con ayuda para levantar a su marido, asearlo y pasear y que la persona pudiera venir todos los días. 

Cifras de la ayuda a la dependencia en Canarias 

En Canarias hay 51.827 personas con derecho a la ley de dependencia reconocida. De ellas, 7.554 no están recibiendo la prestación pese a tener reconocido el grado de dependencia. En el mes de noviembre se produjeron 1.203 altas de resoluciones de grado y 498 bajas, lo que da lugar a 705 solicitudes. 

Actualmente, de las personas que están reconocidas dentro del sistema y que cuentan con la prestación, la mayoría percibe una prestación vinculada al cuidado en el entorno familiar (19.915). Le sigue la prestación vinculada al servicio (con la que las familias suelen contratar empresas) y que supone un total de 15.091. A ello, le siguen 6.574 personas que están en centros de día o noche; 5.979, con atención residencial; 4.505 perciben prevención de la dependencia y promoción de la autonomía personal, además de 3.948 que reciben teleasistencia y 2.759 ayuda a domicilio.

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