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Canarias tiene la incidencia más alta de diabetes infantil de España y la razón puede estar en sus genes norteafricanos

Alumnado de Educacion Infantil en un colegio de Canarias. (EFE)

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Canarias tiene la incidencia más elevada de España de diabetes mellitus tipo 1 en la población infantil y una de las más altas de Europa. Los estudios realizados hasta la fecha sitúan la horquilla entre los 30 y los 35 casos por cada 100.000 niños y niñas y año, una cifra que prácticamente dobla la media de todo el territorio nacional (17/100.000). Las razones de esa diferencia tan marcada no están del todo claras. Según los expertos, en el desarrollo de esta enfermedad autoinmune influyen factores ambientales, como la exposición a determinados alimentos desde temprana edad, los niveles de vitamina D o el padecimiento de infecciones víricas, pero también una predisposición genética. 

Un artículo recién publicado en BMC Pediatrics, una revista de acceso abierto que publica estudios de investigación revisados por pares y que forma parte de la editorial Springer Nature, ofrece una “hipótesis plausible, basada en evidencias y con bastante peso” para poder explicar, al menos en parte, esa particularidad isleña: la carga genética norteafricana. 

El endocrino pediátrico Yeray Nóvoa, miembro de la Asociación Canaria de Investigación Pediátrica, es el autor principal de un artículo que firman otros trece especialistas de diferentes ramas sanitarias. La hipótesis del estudio es que “un fondo genético común”, resultado de la migración de poblaciones árabes y norteafricanas y de la mezcla genética resultante, “puede ayudar a explicar” la mayor incidencia de diabetes infantil de tipo 1 (niños y niñas de hasta 14 años) en poblaciones “árabes, norteafricanas, sardas y canarias”.

El punto de partida son los estudios que lidera Carlos Flores, doctor por la Universidad de la Laguna, sobre la composición genética de la población de Canarias, única en Europa. Los actuales habitantes de las Islas son “una mezcla histórica de europeos occidentales, norteafricanos y africanos subsaharianos”. Un artículo publicado a finales de 2022 en la revista Scientific Reports, del grupo Nature, cifró entre un 17 y un 23% la huella del norte de África en el ADN de los canarios y las canarias contemporáneas. Es el distintivo del Archipiélago. Ninguna otra región europea tiene una proporción tan elevada de esa ascendencia. La influencia de la península ibérica (principalmente Galicia y Portugal) supera el 70% y la subsahariana ronda el 3%. Esos estudios también confirmaron que el último acontecimiento de mezcla se produjo hace aproximadamente catorce generaciones.

El estudio publicado en septiembre analiza el ADN de 309 niños diagnosticados de diabetes tipo 1 en Gran Canaria y de 222 sin esta enfermedad. El autor principal del artículo explica que la mayoría de los genes vinculados con esta patología se asocian al sistema inmune. La investigación se centra en una región genómica, denominada HLA, que representa “hasta el 50% del riesgo genético” de la diabetes mellitus tipo 1.  

Nóvoa señala que, dentro de esa región hay genes que predisponen a la enfermedad y otros que protegen frente a ella. El principal hallazgo del estudio es la baja prevalencia en el conjunto de la población infantil de Gran Canaria (no sólo en la que padece diabetes tipo 1) de unas moléculas protectoras llamadas HLA-DQB1 con ácido aspártico en la posición 57. En la población de control (los menores sin diabetes), un 58% de los genes analizados carecían de ese aminoácido con efecto protector frente a la enfermedad. Este dato se asemeja al de otras poblaciones que también tienen cifras altas de diabetes. 

“La diabetes tipo 1 tiene una base genética que no sigue las leyes mendelianas clásicas, es decir, que no sigue el patrón de herencia directa en el que, si tienes uno o dos genes determinados, tienes la enfermedad. En la diabetes hay una predisposición genética. Esto significa que hay personas que tienen esa carga genética y desarrolla diabetes y hay gente que tiene esa carga y no la desarrolla. Es decir, la genética no predice con el 100% de certeza que vaya a desarrollar la enfermedad, pero hace que sea más probable”, explica Nóvoa. 

El estudio fija varias correlaciones. En primer lugar, la mayor incidencia de la enfermedad en Canarias y la baja prevalencia de ese gen protector. Por otro lado, hay regiones del genoma de la población isleña en las que tiene “mucho peso” la ascendencia del norte de África. Y entre ellas, con una carga que se cifra en torno al 50%, está el HLA. Otro dato refuerza la hipótesis. En el mapa de países con mayor incidencia de la diabetes tipo 1 en todo el mundo figuran, por ejemplo, Argelia o Túnez, además de otras regiones de la península arábiga o Cerdeña. En esa “extensión migratoria”, en ese corredor desde la península arábiga hasta el norte de África, Cerdeña y Canarias, se aprecia una afección más elevada de la enfermedad. 

El pediatra señala que no hay estudios sobre la incidencia de la enfermedad en Marruecos, pero sí hay datos indirectos. Por ejemplo, de personas originarias de este país que residen en España o en Italia. Y también se ha detectado una incidencia elevada. Nóvoa insiste. Con el conocimiento y las evidencias actuales, no se puede hablar aún de una relación de causalidad, pero sí de una correlación. Los resultados del estudio abren una vía para seguir explorando, con investigaciones a mayor escala, el papel de esos genes en el origen de la diabetes tipo 1.  “Este artículo no lo explica todo, por eso hay que seguir profundizando en el estudio genético para comprender mejor las diferencias”, sostiene. En la actualidad se están desarrollando otras investigaciones sobre la genética de la diabetes tipo 1 en Canarias mediante estudios colaborativos en los que participan hospitales de la mayoría de las Islas. 

“El paradigma está cambiando” 

Nóvoa explica que el paradigma en el tratamiento de la enfermedad está cambiando. “Nosotros no estamos curando la diabetes tipo 1, lo que estamos haciendo es que las personas con diabetes puedan sobrevivir, eso sí, cada vez con mayor calidad de vida.  Cuando somos capaces de detectarla en fases tempranas, en el momento en el que comienza a aparecer actividad autoinmune, sin llegar a producir una elevación de las cifras de glucemia, ya empezamos a tener tratamientos que pueden retrasar su aparición dos o tres años”. Por ello, continúa el endocrino pediátrico, se están empezando a plantear estrategias de cribado poblacional para detectar esas personas que la pueden desarrollar en un futuro. 

La diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune. Se produce porque las células defensivas del cuerpo “destruyen” las que producen insulina. Esta hormona es la que permite el paso del azúcar desde la sangre al interior de las células para su utilización como fuente de energía. Es el tipo de diabetes más frecuente en la edad pediátrica y sus mecanismos son diferentes a la del tipo 2. La diferencia radica en que en esta última “no hay destrucción autoinmune, sino una resistencia a la acción de la insulina, sobre todo relacionada con la obesidad, con el exceso de tejido graso, que hace que a la insulina le cueste más actuar para bajar las cifras de azúcar, llegando a sobrecargar tanto el páncreas que ya no puede responder”. 

Los mecanismos son diferentes y las causas también. En la diabetes de tipo 2 hay una asociación clara entre la aparición de la enfermedad y la obesidad, relacionada con los niveles socioeconómicos más bajos.  En los estudios sobre la diabetes mellitus tipo 1 se suele hablar de condicionantes ambientales y genéticos, pero de momento no hay “un 100% de seguridad sobre los factores que realmente predisponen” a padecerla.

“En las enfermedades autoinmunes se habla de la teoría de la higiene. Se ha observado que personas procedentes de países en desarrollo, en los que normalmente hay una baja incidencia de enfermedades autoinmunes, que emigran a países más desarrollados, comienzan a presentar enfermedades autoinmunes con cifras similares a la de los países de adopción. Se piensa que la baja exposición a enfermedades infecciosas en la infancia en los países desarrollados hace que el desarrollo del sistema inmune sea diferente y predisponga a más enfermedades autoinmunes”, expone el pediatra. 

“Nosotros estamos intentando profundizar en el conocimiento de los mecanismos de la diabetes en Canarias. Eso puede facilitar que, en un futuro no muy lejano, podamos desarrollar estrategias de cribado dirigidas a nuestra población, alcanzando así una mayor eficacia”, concluye Nóvoa. 

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