Caos en Urgencias del Hospital Negrín: “Siento impotencia al ver a un paciente de 90 años esperar 13 horas en una camilla”
“Cuando me fui a las 20.00, tras acabar mi turno, sentía mucha impotencia. Es el trabajo que más me gusta, pero pensé en irme y no volver”. Pilar (nombre ficticio, para preservar su identidad), enfermera del servicio de Urgencias del Hospital Doctor Negrín de Gran Canaria con más de una década de experiencia, relata así su última jornada laboral. “Atendí a unos cien pacientes en doce horas. Uno de ellos, un señor de 90 años, diabético e hipertenso, que había ingresado por una infección respiratoria. Llevaba más de trece horas esperando en una camilla para subir a una planta de Medicina Interna”. La profesional sanitaria describe un caos en el servicio. Cuando entró, a las ocho de la mañana, se podían contar 26 pacientes postrados en camillas a ambos lados del pasillo ante la falta de camas donde ingresarlos.
Ni la ampliación del servicio, con 28 nuevos boxes en un espacio de 300 metros cuadrados inaugurado el pasado miércoles, ni la campaña publicitaria difundida por la Consejería de Sanidad para descongestionar las urgencias de los hospitales e invitar a la población a acudir a los centros de salud han logrado aliviar el colapso en el complejo de referencia del área norte de Gran Canaria. “Cada vez se hace más insoportable”, sentencian desde la plataforma de trabajadores Mueve el Negrín. “Los metros cuadrados no curan a las personas”, añade un portavoz de Asaca (Asociación Sindical Autónoma de Canarias).
A falta de datos oficiales (la Consejería de Sanidad no ha respondido aún a las preguntas formuladas por este periódico el pasado lunes) y sin haber llegado aún al pico de incidencia de la gripe, el panorama que dibujan los profesionales que trabajan en el servicio de Urgencias del Doctor Negrín es desalentador. Las fuentes consultadas por este periódico hablan de una media de veinte pacientes en camillas en los pasillos cada mañana desde la inauguración del nuevo espacio. No pueden ser trasladados a planta por falta de camas. Algunos esperan a ser derivados a las clínicas concertadas. Otros aguardan por una plaza en un centro sociosanitario ante la imposibilidad de sus familias de hacerse cargo de ellos.
La saturación ha obligado a abrir durante los últimos días la denominada planta de transición, que cuenta con 15 plazas y que fue utilizada durante los cinco meses que duraron las obras en la nueva área de observación. Tampoco esta medida ha sido suficiente para evitar el colapso y la acumulación de pacientes en los pasillos. “No damos abasto”, afirman los trabajadores, “las nuevas camas no han quitado el número de pasillos, la situación es incluso peor”. A la cifra dada por el gerente del hospital la pasada semana de una media de ocho horas de estancia en las urgencias por paciente, los profesionales sanitarios añaden otros datos alarmantes, como las hasta siete horas de espera para poder ser trasladado en ambulancia o las cuatro horas para conocer los resultados de una analítica.
“Me he visto en una situación con once pacientes en la zona de críticos, que está habilitada para seis camas, porque no hay plazas en la UMI (Unidad de Medicina Intensiva). Ahora han puesto siete camas nuevas para agudos que lleva un solo enfermero, cuando en otras, como por ejemplo la UMI, no nos permiten llevar más de dos”, explica Pilar. “No estamos haciendo enfermería. Pinchamos, sacamos analíticas y corremos. A mí me gusta llamar a los pacientes por su nombre, cuidarlos, pero nos hacemos un poco inhumanos. Con 80 pacientes en doce horas, no me da tiempo ni a mirarles a la cara”, admite la enfermera, que entiende las quejas de los familiares y les insta a “poner las reclamaciones que tengan que poner”.
A ello se le unen carencias puntuales de material en el servicio. Pilar relata que en su última jornada faltaban mascarillas nebulizadoras o tomas de oxígeno y que en la estación de medicamentos no había ni siquiera paracetamol, lo que les obligaba a “buscar en todos los rincones” y a llamar a Farmacia para que un celador pudiera subir a planta y conseguir los medicamentos. “Estaba harta de buscar una jeringa o una mascarilla, hasta que no vinieron a las 16.00 a reponer, tenías que recorrerte el servicio para encontrar una”, dice.
Las fuentes consultadas coinciden en que, más allá de aspectos que efectivamente inciden en la sobrecarga asistencial, como el envejecimiento de la población o los picos puntuales provocados por la calima o por la gripe, el problema de fondo radica en la falta de una planificación integral, que no se limite a actuaciones puntuales para parchear las limitaciones del servicio, y en una insuficiente dotación de medios humanos. La Consejería de Sanidad se comprometió a contratar a quince enfermeros y tres médicos para reforzar las Urgencias del Negrín tras la ampliación. “De momento, no hemos visto más que cinco nuevos enfermeros, uno por cada grupo”, afirma Pilar.
Tanto la plataforma Mueve el Negrín como el sindicato Asaca sitúan uno de los focos del problema de saturación de Urgencias en las carencias de la plantilla de refuerzo, “vital para atender con calidad”. En la actualidad solo hay dos enfermeros y dos auxiliares para todo el hospital, no solo para Urgencias. Joaquín Jiménez, portavoz de Asaca. reclama un incremento de la asignación presupuestaria para dotar adecuadamente esta plantilla de refuerzo, de la que se puede tirar ante las contingencias que surjan en cualquier punto del hospital. “Se han ampliado las Urgencias, pero no ha habido un cambio estructural. Todo está conectado, a lo mejor la solución no está en actuaciones concretas en urgencias y se requieren más camas de hospitalización para trasladar a los pacientes cuando salen”, explica el representante del sindicato, que cita, a modo de ejemplo, el embudo que se genera en el servicio porque no se ha ampliado la plantilla de rayos y laboratorio, lo que retrasa la realización de determinadas pruebas, placas y analíticas. Una opinión que coincide con la manifestada por la enfermera Pilar y por la plataforma Mueve el Negrín. “El colapso no es de Urgencias, es del hospital. Con plantas cerradas y sin nuevas contrataciones, aunque pongas 300 camas más, es imposible resolverlo”, dice la primera.
La enfermera asegura que tanto ella como sus compañeros de servicio están viviendo una situación límite. “El otro día vi salir a una compañera llorando. Tenemos los traslados en mayo y va a haber una estampida. Yo tengo claro que me voy a ir”.
El círculo vicioso
Los profesionales sanitarios insisten: buena parte de las urgencias tratadas en los hospitales se puede resolver en los centros de salud, pero es preciso agilizar el acceso a la Atención Primaria, que también denota signos de saturación. La Plataforma de Trabajadores de Urgencias Extrahospitalarias de Gran Canaria, un colectivo que aglutina a unos 400 profesionales, lleva semanas denunciando el colapso en los centros de salud, con tiempos de espera de hasta cinco horas en sus servicios de urgencias.
El círculo vicioso se completa con la otra lista de espera, la de la Atención Primaria a demanda, la puerta de entrada al sistema sanitaria. Según datos recabados por esta plataforma tras visitar los centros de salud más saturados de la isla de Gran Canaria, algunos pacientes deben esperar hasta 14 días por una cita con su médico de cabecera (en Cuevas Torres o Barrio Atlántico, por ejemplo), una demora que acaba repercutiendo en los servicios de urgencias.