El impacto del cambio climático sobre los océanos en el hemisferio sur es menor del que se temía, en comparación con el que experimentan en el norte, que es “enorme”, ha indicado este miércoles el director del Instituto de Ciencias del Clima de la Universidad de Pricenton (EEUU), Jorge Sarmiento.
Los estudios indican que la circulación del mar en el sur está siendo afectada por el cambio climático, pero “los cambios no desfavorables totalmente”, ha explicado Sarmiento tras la inauguración, en Las Palmas de Gran Canaria del cuarto Congreso Internacional de Ciencias Marinas. “En el norte, el impacto es enorme, mientras en el sur hay cambios pero no parecen ser tan dramáticos como se temía”, ha detallado este profesor de Ciencias de la Tierra de Princenton.
Esta diferencia, ha añadido, se debe a que los océanos del hemisferio sur rodean la Antártida, que actúa como “barrera robusta frente a aguas de latitudes bajas que asciendan”. El Atlántico, sin embargo, es más susceptible a los cambios porque los continentes pueden guiar corrientes hacia el norte que modifiquen la salinidad y las propiedades del agua.
El sur, por el contrario, es más resistente, porque al no haber continentes en gran parte del hemisferio este tipo de transporte es más difícil. “El mar del sur continúa sirviendo como freno al calentamiento global, y aunque ha sido afectado en parte, no del todo”, ha explicado Sarmiento.
El océano del hemisferio austral absorbe mucho calor de la atmósfera y dióxido de carbono, y en esa zona se produce un afloramiento de nutrientes del mar profundo que luego se desplazan hacia el norte y sustentan aproximadamente las tres cuartas partes de la vida que se produce allí. Si ese mecanismo de nutrientes se detiene totalmente, la producción biológica se vería afectada en un 75% y podría llegar a morir, ha advertido Sarmiento.
Incertidumbre sobre El Niño
Los indicadores actuales impiden saber con exactitud si el fenómeno de El Niño se producirá este año, tal como se espera, y cuál sería su intensidad, lo que dificulta prepararse adecuadamente para él, ha indicado este miércoles el especialista de la NOAA Francisco Werner.
“Es un fenómeno global que se sentirá en todo el mundo, si es que ocurre”, con consecuencias atmosféricas, como más lluvia, menos huracanes en el Atlántico y cambios de comportamiento en los flujos pesqueros, ha señalado Werner, director del Centro de Investigación sobre las Pesquerías del Suroeste de la Agencia Nacional de los Océanos y la Atmósfera de Estados Unidad (NOAA). Durante su participación en el cuarto Congreso Internacional de Ciencias Marinas, ha explicado que “parece que El Niño se producirá hacia el último trimestre del año, pero se desconoce su intensidad” y cómo debe prepararse la industria pesquera.
El Niño provoca el desplazamiento de algunas especies de peces hacia los polos, de manera que, por ejemplo, las sardinas se dirigen hacia el norte mientras las anchoas van hacia el sur, ha indicado este científico norteamericano. El fenómeno comienza en el Océano Pacífico tropical, cerca de Australia e Indonesia, modifica la presión atmosférica en zonas muy distantes entre sí, provoca cambios en la dirección y en la velocidad de los vientos e incrementa las lluvias en la región tropical.
“Es cuestión de tratar de saber qué sucederá para optimizar los recursos”, pues en el mar, por ejemplo, habría menos anchoas, se incrementarían las sardinas, los atunes y los peces tropicales, algunos mamíferos marinos se dirigirán hacia el norte y las tortugas aparecerán en lugares donde no suelen acudir. Werner se ha referido también a los afloramientos marinos, que suceden cuando las corrientes fuerzan la subida de agua profunda oceánica hacia zonas con luz solar.
“El afloramiento es el primer paso en la cadena alimenticia, es el fitoplancton, le sigue el zooplancton y a continuación, la pesquería, por lo que, sin afloramientos, la población de peces puede verse afectada”, ha relatado. Los afloramientos se producen en las costas occidentales de los continentes, en zonas como Canarias, California y Sudáfrica.
El viento y otros fenómenos trasladan los nutrientes a la superficie, ha indicado Werner, quien ha señalado que se desconoce cómo pueden resultar afectados por el cambio climático, ya que depende de la interacción entre la tierra, el océano y la atmósfera. Es necesario observar los cambios que se producen en el planeta, así como la diferencia de temperatura entre el mar, la tierra y la atmósfera, lo que puede provocar un aumento del viento, con consecuencias hacia los afloramientos,
De momento, todo son hipótesis y se trabaja con modelos. La hipótesis fundamental es que los flujos entre mar, tierra y atmósfera variarán dependiendo de cómo evolucione la erosión de la tierra y los cultivos, por ejemplo, o de que se proteja la vegetación y ciertas zonas cerca de la costa, ha indicado Werner. Actualmente se analizan procesos similares con variables diferentes, como la costa de California y la costa occidental africana, que tienen una gran diferencia de vegetación.