Ben Magec-Ecologistas en Acción promueve el consumo de agua de abasto en lugar del agua embotellada, por resultar más sana y mejor para el medio ambiente. Reclaman un control público del agua, y animan a población a exigir a las administraciones eficiencia en su tratamiento previo y su depuración posterior.
La Federación ecologista advierte que el consumo de agua embotellada no es en absoluto más saludable que la ingesta de agua del grifo. Mientras que el agua que llega a los hogares ha debido someterse a controles sanitarios cuyos resultados deben ser publicados y actualizados regularmente, el agua embotellada en envases de plástico corre el riesgo de asimilar trazas de sustancias tóxicas muy peligrosas. Entre ellas, destaca el bisfenol-A (BPA), un disruptor endocrino que además puede causar el crecimiento de células cancerígenas, motivo por el cual la Unión Europea lo prohibió de los biberones infantiles desde 2011. Según María Hernández, química y miembro de Ben Magec-Ecologistas en Acción “al adquirir una botella de agua no tenemos ningún tipo de garantía de que esa botella haya sido conservada en un lugar fresco y sombreado durante el tiempo transcurrido desde el envasado hasta su compra. La exposición al sol y a altas temperaturas en general, puede hacer que el agua contenga sustancias químicas muy peligrosas para la salud”.
Sobre las ventajas para el medio ambiente, la organización ecologista recuerda la necesidad de reducir el número de envases de plástico y vidrio que se fabrican y posteriormente se vierten como residuos. Hernández advierte que “cada botella de plástico que consumimos tarda unos 700 años en descomponerse. Si esta botella de plástico es de PVC polivinilo y es incinerada, desprenderá agentes carcinógenos sintéticos al ambiente”, y además añade “la reutilización de botellas de PET es también desaconsejable, pues pueden desprender un carcinógeno humano denominado DEHP, lo que las convierte en botellas de un solo uso, por lo que lo mejor es siempre evitar el uso de agua embotellada”.
Sin embargo, hay que reconocer que en muchos lugares de Canarias la calidad y el sabor del agua de abasto generan desconfianza a la hora de consumirla. Según la Federación ecologista, esta situación podría ser revertida con una gestión eficiente y una inversión decidida, pero “ésta es una responsabilidad de los gestores, y la ciudadanía debe exigir que se cumpla la obligación de garantizar que el agua que se paga sea óptima para su consumo, porque no sólo estamos hablando de un derecho, sino además de un servicio por el que estamos pagando y que en muchos casos no se nos está prestando”.
Añaden que este derecho debería garantizarse no sólo en lo referente al consumo privado, sino también mediante fuentes u otros dispositivos expendedores de agua potable de forma gratuita en lugares públicos.
Por otra parte, Ben Magec-Ecologistas en Acción reitera su apuesta por el control público del agua, y recuerda que la factura que abonamos recoge también una partida dirigida a su depuración posterior. En este sentido, añaden que “la depuración de las aguas previa a su vertido es una asignatura pendiente en Canarias. En estos momentos están arrojándose miles de litros de agua sin depurar, que están contaminando el mar y provocando problemas que podrían afectar a la salud humana. Si el agua fuera tratada correctamente podría ser reutilizada como agua de riego. De esta manera no sólo se abaratarían los costes de la agricultura, sino que además se reduciría la presión sobre los ya sobreexplotados acuíferos de las islas”.
Finalmente, la Federación aclara que la gestión del agua debe contemplar también la reducción de los contaminantes potenciales de los acuíferos, “como el exceso de fitosanitarios utilizados en la agricultura, o la presencia de pozos negros en numerosos núcleos urbanos y rurales que aún carecen de red de alcantarillado”, concluye la representante ecologista.