Crónica de una muerte anunciada por falta de una gestión correcta en la planificación turístico-urbanística. Esta situación cumple el refrán de matar a la gallina de los huevos de oro, ya que el verdadero recurso natural de Sotavento, su playa, desaparece día a día, por culpa de la barrera que han creado hoteles, apartamentos y la autovía, que impide la dinámica normal de la arena.
Como en la famosa novela de García Márquez, la desaparición de las dunas en la playa de Sotavento es la crónica de una muerte anunciada. El profesor de Ciencias del Mar, Ignacio Alonso Bilbao, investigador del Grupo del grupo de Geología Aplicada de la Universidad de LasPalmas de Gran Canaria (ULPGC), determinó en 1997 una de las principales razones científicas del porqué de la desaparición del sedimento en las dunas y la playa de Sotavento, en el Parque Natural de Jandía.
Las fotos aéreas desde 1963 a 2016 lo verifican. En algunos puntos de Playa de La Barca o Playa Esmeralda (que son parte de la enorme playa de Sotavento), los mojones que delimitan la zona marítimo terrestre de costas han pasado a formar parte del paisaje submarino. El chiringuito que hace unos años estaba a 50 metros del agua tuvo que desplazarse hacia atrás en varias ocasiones huyendo de las olas, y finalmente ha desaparecido por falta de espacio.
Las instalaciones del Centro de Windsurfing y Kitesurfing de Rene Egly se han tenido que mover también varias veces hacia atrás durante los últimos años, y las propias carpas del Campeonato del Mundo de Winsurfing, que se instalaban todos los veranos a pie de playa para dar cabida a este evento internacionalmente conocido, ya no tienen sitio, y se han tenido que desplazar a la parte superior del risco; este año, incluso la carpa dedicada al material náutico de los participantes se instaló también sobre el risco muy lejos del agua, para protegerla de la marea.
Según Ignacio Alonso, las últimas investigaciones realizadas ya en 2006 por encargo de la Dirección de Costas, del Ministerio de Medio Ambiente, determinaron que en cuarenta años se habían perdido 300 metros de amplitud de playa; casi ocho metros al año, una tasa de erosión que se da en muy pocos lugares del mundo.
En 1997 una tesis doctoral realizada durante cinco años por Javier Alcántara Carrió, hoy profesor de la Universidad de Sao Paulo, puso el dedo en la llaga: la industria turística no puede vivir dando la espalda a su principal recurso, la playa. El trabajo demostraba cómo el estudio del medio físico y su dinámica sedimentaria constituyen una herramienta fundamental para llevar a cabo una adecuada planificación y gestión de las zonas costeras.
Las extensas playas de Sotavento, particularmente en los tramos centro y sur del istmo, que son tan valiosas como reclamo para los visitantes del sur de Fuerteventura, sólo pueden explicarse como el fruto de los constantes aportes de material sedimentario, siendo el viento el principal agente encargado de su arrastre.
Como afirma Ignacio Alonso Bilbao, “ahora por razones antrópicas, principalmente de tipo urbanístico, esta arena ha dejado de depositarse en la playa, pero la dinámica sigue su curso y como siempre en determinadas temporadas del año el mar se lleva el sedimento que ya no se repone”.
“Es un claro ejemplo de cómo matamos la gallina de los huevos de oro por falta de gestión del territorio”, subraya Ignacio Alonso. “Se trata de un tramo de litoral único y por ello forma parte del Parque Natural de Jandía; además constituye una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y un Lugar de Interés Comunitario (LIC), y ha sido objeto de diversos proyectos de estudio del cambio climático, financiados entre otros por la UNESCO. Además, estas playas son conocidas internacionalmente por las pruebas puntuables para el Campeonato del Mundo de Windsurf, y todo ello garantiza una plena ocupación hotelera a lo largo de todo el año. Pero ese éxito turístico ha traído consigo un exceso de ocupación del suelo (hoteles, urbanizaciones de apartamentos, carreteras, zonas ajardinadas) en los espacios colindantes al espacio protegido generando un efecto pantalla y creando una barrera que ya no deja entrar la arena”.
A todos estos obstáculos para la dinámica de la arena se le suma la construcción de la autovía que cruzará de norte a sur la isla de Fuerteventura. También se añaden en estos últimos veinte años diversas extracciones mineras en el interior del jable en la zona de Barlovento que casi han agotado los depósitos fósiles de arena del mioceno y pleistoceno.
Otro factor que ha influido en el deterioro de la playa es que ya no están en uso los hornos de cal que funcionaban hasta los años sesenta, utilizando como leña la vegetación de la zona, según los ganaderos más mayores de la zona. Ahora estas plantas de aulaga se expanden cada vez más e impiden la movilidad del jable. El aumento de las matas que fija la arena es también debido a la paulatina desaparición del ganado caprino que antes pastaba suelto en ese área, afirma Alonso.
Esta situación sirvió de ejemplo para que se grabara un programa de El Escarabajo Verde de La 2 a principios del año 2000 en el que se explicaba cómo la presión urbanística continúa dando la espalda al conocimiento y conservación de los valores naturales de esta zona, y cómo las herramientas de planificación como el Plan General de Ordenación de Pájara o la autovía han preferido no hacer caso a los científicos, para ahorrar el dinero que mañana habrá que pagar entre todos.
La autovía de la discordia
Durante la década de los noventa, en plena época desarrollista, se planificó una autovía, dentro de la idea de que cada isla cuente con un “eje norte-sur” que facilite el acceso rápido de los turistas desde el aeropuerto a los rincones más apartados. Esta autovía, hoy en construcción, está trayendo ya consecuencias nefastas para el paisaje de la isla más antigua de Canarias. En sus trazados, muy poco respetuosos con los valores medioambientales de Fuerteventura, se echa de menos una mejor adaptación a la impresionante geografía majorera, mientras se hace evidente que sobran cemento, puentes, pasos elevados y rotondas.
Aunque la actual responsable de la Consejería de obras públicas del Cabildo Insular de Fuerteventura, Edilia Pérez, está realmente preocupada por proteger y conservar los espacios y ecosistemas naturales de la isla, la “maquinaria pesada” de la adjudicación de las obras públicas sigue con su tarea imperturbable de cambiar la belleza semiárida de las llanuras majoreras. Por desgracia, los hechos consumados –como muestran las fotografías- llevan a decir “adiós” a las dunas de Jandía.