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Ecoturismo para poner en valor el Senegal de la ‘teranga’ frente al ‘todo incluido’

Natalia G. Vargas

Las Palmas de Gran Canaria —

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Recluirse en un hotel con todo incluido no es viajar a Senegal. Comer thieboudienne en los puestos locales, viajar en bus rapid y conversar con la gente son algunos de los pasos que permiten conocer la esencia del país de la teranga (hospitalidad). Sobre esta premisa, Donat Tendeng, filólogo por la Universidad de Dakar y con un máster en Dirección y Planificación Turística por la Universidad de La Laguna, ha construido un proyecto de ecoturismo que permite descubrir todos los rincones de su país de origen. Su principal objetivo es desmontar las imágenes prefabricadas del continente que se repiten en Europa aunque no retraten su realidad, y dibujar un turismo respetuoso con la naturaleza senegalesa y su población.

“Lo primero es saber a dónde vas. Informarse, conocer las costumbres y respetarlas, aunque sea una forma de vivir muy diferente a la europea”, señala Tendeng. La ignorancia, el paternalismo y marcar distancias con la rutina local solo contribuyen a reforzar una frontera política y social tan antigua como el propio continente. Además, el filólogo revela que “el turismo de sol y playa transmite una forma de vivir que lleva a la población local a pensar que Europa es un paraíso dorado, donde todo lo que tocas es dinero”.

África ha sido la peor parada en esta imagen diferenciada que se ha vendido históricamente de los hemisferios norte y sur. Senegal y Gambia (países en los que Tendeng trabaja como guía turístico) reciben cada vez más turistas, entre otras cosas por la mayor conectividad aérea con territorios como Canarias y la inauguración del nuevo aeropuerto internacional de Dakar, Blaise Diagne (en honor al primer africano negro que ocupó un cargo en el gobierno francés). Sin embargo, como el resto de países del continente, han estado castigados por los estigmas y prejuicios. “Siempre ha estado vigente la imagen que venden las televisiones. Es lamentable ver que sigue habiendo personas aferradas a tópicos que les impiden plantearse un viaje a algún país africano. No está muy bien decirlo, pero todo es negocio. Si vende más hablar de hambre, enfermedades o guerra, las noticias se adaptarán”, critica con dureza el filólogo.

Poco a poco las barreras son más difusas, y los intercambios culturales entre locales y visitantes más enriquecedores. El turismo forma parte de la lucha contra el desempleo en Senegal, uno de los grandes problemas del país. Asimismo, practicarlo de manera ecológica beneficia la industria local y cultural, la preservación de monumentos y lugares históricos y pone en valor las costumbres locales: la danza, la gastronomía o la artesanía, entre otros. “Por su parte, el visitante europeo regresa agradecido al final del viaje, al haber aprendido una forma de hacer y de ser que se ha perdido en su mundo. En cualquier pueblo de Senegal las familias te saludan por la calle, te acogen en sus casas, hablan contigo, te hacen preguntas”, señala el experto.

Según el filólogo, esta hospitalidad solo se consigue huyendo de los núcleos turísticos hacia zonas donde la gente “privilegia el ser humano y el contacto”. Así, en colaboración con Canarias Viaja, propone en sus guías cuatro rutas. La primera, parte de la capital, Dakar, hacia el norte, pasando por el Lago Rosa y el desierto de Lompoul hasta llegar a Saint Louis, donde puede visitarse la reserva ornitológica. El segundo itinerario sale también de Dakar hacia el País Bassari, un entorno natural ubicado al sur del país que combina el cuidado medioambiental con la rutina humana. Este viaje pasa también por el Delta de Siné-Saloum y por distintos pueblos ubicados entre las montañas “donde viven tribus en peligro de extinción”.

El tercer programa combina Gambia con Senegal e incluye la visita a la Isla de los Esclavos de Gorée o a la reserva natural de Banjul. Por último, entre sus opciones ecoturísticas no podía faltar su lugar de origen, Casamance, al sur de Senegal, una de las causas que explica por qué se trata de su favorita. “Es muy diferente a las zonas áridas del norte. Hay muchos bosques sagrados, plantaciones inmensas, pantanos y ríos”, escribe.

Los visitantes que se involucran con la vida local, “ayudan a la población a conocer la realidad del otro mundo”, distorsionada por las imágenes y los discursos políticos y económicos. “Hay dos tipos de turistas: los que vienen con el concepto paternalista y los que de verdad quieren conocer. Los primeros tratan de ”ayudar a los pobres africanos“, sin dar soluciones reales a las necesidades sociales. Los segundos aportan beneficios de manera digna, sin necesidad de sacar fotos para luego mostrarlas y decir ”mira lo que he hecho“, concluye Tendeng.