MADRID, 12 (EUROPA PRESS)
Unas 6 millones de personas acuden cada temporada a las estaciones españolas de esquí pero hasta tres de cada cuatro, un 76 por ciento, admiten desconocer el tipo de filtro óptico que llevan los cristales de las gafas que utilizan para protegerse de los rayos solares en altitudes elevadas.
Así se desprende de las conclusiones de un estudio elaborado por el Instituto Federópticos y la Fundación Visión COI, cuyos autores consideran “significativo” este desconocimiento cuando hasta el 84 por ciento de los encuestados admite conocer los daños que puede provocar el uso de un filtro inadecuado.
“Los riesgos en la visión son sumatorios e incluso pueden aparecer años después”, ha asegurado la presidenta de la Fundación Visión COI, Marisol García Rubio, ya que en la nieve se refleja hasta el 80 por ciento de los rayos ultravioleta (UV) y una sobreexposición a esta radiación puede producir oftalmía de nieve o queratoconjuntivitis, una inflamación de la córnea y de la conjuntiva.
Del total de encuestados, la mayoría (88%) contaba con un nivel de esquí que oscilaba entre medio y competición y, de estos, la mitad utilizaba de forma habitual gafas de ventisca, dado el creciente uso de cascos de seguridad, y hasta el 35 por ciento con gafas de sol.
Tras analizar los filtros ópticos con un espectroscopio, observaron que el 70 por ciento de las gafas de ventisca contaban con una categoría de protección nivel 1 y el 30 por ciento restante de nivel 2, un índice de protección que los expertos consideran “insuficiente y potencialmente peligroso si el día está soleado”.
En lo que se refiere a gafas de sol, la protección más usada era de 3 y 4, con un 60 y 28 por ciento respectivamente.
Además, aunque todos los filtros solares analizados mostraban un nivel óptimo de protección a la radiación UV, sólo el 25 por ciento de las lentes solares carecían de protección a la radiación infrarroja y, en el caso de las máscaras de ventisca, este valor aumenta hasta alcanzar un 90 por ciento.
El exceso de esta radiación puede llevar a un problema de cataratas o pterigión, debido al efecto de dilatación de la pupila, ya que “a menor índice de luz, la pupila se dilata, con lo que su grado de protección frente a afecciones externas desciende de forma cuantitativa”.
El estudio ha mostrado además que, pese a que el 43 por ciento de los esquiadores encuestados usan gafas en su vida normal, casi la mitad (48%) las abandonan para esquiar.
LA MITAD PRESCINDE DE SUS GAFAS O LENTILLAS PARA ESQUIAR
En cuánto al 52 por ciento que sí mantiene su protección ocular en las pistas, el 35 por ciento lo hace con lentes de contacto, el 9 por ciento con gafas de ventisca con suplemento, el 6 por ciento con gafas de sol graduadas y el 2 por ciento restante, utiliza una gafa normal dentro de la de ventisca.
Según el presidente del Instituto Federópticos, Xavier Vivas, es necesario que aquellas personas que practiquen esquí “consulten a un profesional sanitario de la visión”, al que deben exponer las horas de práctica diarias y el nivel de esquí con el que cuentan para que determine el grado de protección recomendado.
De este modo, asegura, se podrán prevenir “problemas muy serios de visión a medio y largo plazo”.
Además, proponen que antes de esquiar y, al igual que se hacen ejercicios de estiramientos, se debe practicar 'palming' durante 30 segundos, una práctica que consiste en intentar ver negro tapando los ojos con las palmas de las manos, ya que así se repone el pigmento de la retina.