José J. Jiménez

27 de noviembre de 2021 10:36 h

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En mayo de 2021 el Cabildo de Gran Canaria anunciaba la adquisición de algo más de tres millones de metros cuadrados en los barrancos de Guguy Grande y Guguy chico. La compra culminó un larguísimo proceso que incluye pleitos por la titularidad del espacio emprendidos por el Ayuntamiento de La Aldea, declaraciones de protección administrativa a través de diferentes figuras y rocambolescos cambios de propiedad. Hace unos meses el Cabildo anunciaba que más del 75% de la superficie de este trozo virgen de la isla es de titularidad pública. Y también la intención de iniciar los trámites para que el lugar se convierta en parque nacional. Como punto de partida el Gobierno insular aprobó una partida de 706.921 euros para la redacción de un documento inicial que estará listo a finales de 2022. No es más que el inicio de una larga carrera que en los casos más recientes ha demorado entre los cuatro años de Guadarrama (2013) y los diez de Sierra de Las Nieves (2021).

La riqueza paisajística y natural de la zona es indudable. Limitándonos a la flora, en Guguy están presentes 39 endemismos insulares (36,8% del total) y 78 canarios (11,8%). Son cifras que igualan e incluso superan a la de otros parques nacionales de las islas. Otro de sus puntos fuertes es que representa todos y cada uno de los pisos bioclimáticos de la fachada sur: desde las comunidades costeras dominadas por el Cardonal Tabaibal hasta el pinar pasando por el bosque termófilo. Pero, ¿reúne Guguy los requisitos mínimos para ser un parque nacional? Y lo que es más importante: ¿Existe el consenso social necesario para que el proyecto no sea una fuente de conflictos?

La declaración de un espacio natural como parque nacional es el resultado de un largo proceso que aúna criterios de naturaleza científica y administrativa. No basta con desearlo. También hay que merecerlo. En la actualidad, España cuenta con un total de 16: cuatro de ellos se encuentran en Canarias. De prosperar la propuesta de Guguy, el Archipiélago marcaría distancias como la región con mayor número de este tipo de espacios protegidos (le sigue Andalucía con tres). Pero, ¿qué condiciones son necesarias para que un espacio natural se mude a la lista de las joyas de la corona? El primero tiene que ver con su singularidad ecológica. Según el plan director de la red nacional, el requisito clave es que el lugar sea representativo: “Un Parque Nacional es un espacio natural de alto valor natural y cultural, poco alterado por la actividad humana que, en razón de sus excepcionales valores naturales, de su carácter representativo, la singularidad de su flora, de su fauna o de sus formaciones geomorfológicas, merece su conservación una atención preferente y se declara de interés general de la Nación por ser representativo del patrimonio natural español”.

Tradicionalmente, los parques nacionales suman otros requisitos que van desde tener “una superficie adecuada como para permitir su evolución natural”; unas condiciones naturales y ecológicas en las que la “intervención humana sobre sus valores sea escasa” y una continuidad territorial “sin enclavados” ni “elementos de fragmentación que rompan la armonía de los ecosistemas”. ¿Cumple la propuesta grancanaria con estos requisitos? Según los técnicos que elaborarán el proyecto sí. Y de sobra. La candidatura grancanaria se sostiene en cinco pilares fundamentales: un medio marino único; uno de los cardonales tabaibales mejor conservados de Canarias; la potencialidad de restaurar las comunidades termófilas de las zonas medias y altas; una geografía que deja al descubierto la historia geológica de la isla y la relación de los hombres y mujeres que viven y vivieron aquí durante siglos y que ha llenado el territorio de hitos arqueológicos, culturales y antropológicos de gran valor. “El 69% del territorio está cubierto por sistemas naturales y la mayor parte de ellos presenta un buen estado de conservación y un pronóstico a futuro muy favorable”, explica Francisco González, biólogo y técnico del Cabildo encargado de coordinar la propuesta.

“La Ley Nacional de Parques Nacionales establece una serie de ecosistemas naturales que tienen que estar representados en esa red: y ahora mismo tenemos varios que están presentes en la zona de Guguy y el territorio aledaño que no se encuentran en otros parques”, añade Gustavo Viera, también biólogo y coordinador técnico de Gesplan. La otra gran baza es “la inclusión de los ecosistemas marinos que están poco representados en la red de parques nacionales”.  Desde las instituciones hay optimismo. Hay buena sintonía entre el Cabildo de Gran Canaria y el Gobierno autonómico que es quien eleva a Madrid la propuesta. “El proceso de aprobación de parque nacional es largo y habrá inconvenientes”, dice Manuel Amador, director insular de Medio Ambiente. “Será un camino tortuoso pero desde el Cabildo tenemos el convencimiento de que todo va a merecer la pena. No podemos garantizar al cien por cien que lo vayamos a conseguir, pero tenemos el beneplácito del Gobierno de Canarias y del Ministerio de Medio Ambiente y Transición Ecológica”.

También hay consenso entre los grandes colectivos ecologistas. “Guguy tiene los requisitos suficientes para ser Parque Nacional”, comenta con contundencia Eugenio Reyes, portavoz de Ben Magec-Ecologistas en Acción. El veterano ambientalista sostiene que los valores de Guguy son indudables. “Entre Agaete y La Aldea se encuentra el 19,7% de toda la flora amenazada del Archipiélago. Sólo Guguy, atesora más endemismos que casi todos los parques nacionales de Canarias” asegura. Y lo de la extensión no debería ser un problema. “Tradicionalmente se ha dicho que hace falta un número de hectáreas, pero hay parques más pequeños”, destaca. Y añade que el fuerte de la propuesta es el mar. “Guguy cumple a la perfección con la idea de parque marítimo terrestre. Con la costa que tiene, será un Parque Nacional espectacular”.

Los parques nacionales canarios representan a la perfección casi todos los grandes ecosistemas de las islas. El Teide a la alta montaña y el vulcanismo reciente; Garajonay, la Laurisilva; el pinar y la alta montaña se combinan en Taburiente y Timanfaya es el prototipo de tierra volcánica joven que recién inicia sus procesos de colonización. Guguy representaría dos ecosistemas terrestres inéditos (el bosque termófilo Y el tabaibal cardonal) y uno de los tramos costeros mejor conservados de las islas. “sólo faltaría un parque en Fuerteventura para incluir los ecosistemas áridos”, demanda Eugenio Reyes. “El potencial que tiene el territorio para ser el escenario de un modelo de economía sostenible vinculado al disfrute de nuestros recursos ambientales es inmenso. La figura de un parque nacional es básica para avanzar en ese sentido”, finaliza.

La necesidad del consenso

El proceso que ha seguido Sierra de las Nieves, en Málaga, para ser el decimosexto parque nacional español es un magnífico espejo en el que mirarse. Sobre todo a la hora de sumar voluntades. Tomás Rueda es biólogo, director de la Reserva de la Biosfera Sierra de Las Nieves y gerente de la Mancomunidad de Municipios del mismo nombre. Y también el técnico al que le ha tocado en suerte liderar el proceso de candidatura del parque andaluz. Y las claves del éxito, asegura, son realismo, sinceridad y consenso. “Un Parque Nacional lleva aparejada una serie de restricciones en un territorio y en una zona periférica de protección. Y lo que hay que lograr es que la gente asuma que el impedimento que suponen esas restricciones se compensan con las posibilidades que genera una figura con alto estatus de reconocimiento internacional”. En el caso malagueño, el consenso se ha logrado tras 20 años de trabajo. “Para lograr que un territorio sea Parque Nacional es necesario un consenso muy amplio por parte del territorio y que la política de protección ambiental no sea una causa de enfrentamiento”.

El apoyo institucional, en el caso grancanario, está asegurado en todos los niveles. Algo que no sucedió en intentos anteriores. “Desde el Ayuntamiento hay una propuesta que en su momento contó con el apoyo de todos los grupos”, comenta Tomás Pérez, alcalde de La Aldea. “Ahora mismo el territorio del municipio tiene protegido más del 83% de su superficie”, aclara el primer edil aldeano quien mantiene que el acuerdo sobre la protección ambiental de gran parte del término municipal es un hecho consolidado. “Lo que hace falta ahora es extender ese consenso que ya se dio con anterioridad a la hora de proteger nuestro territorio al proyecto de parque nacional. Creemos que puede ser una figura muy beneficiosa para el municipio”.  

Pero en Gran Canaria la experiencia histórica pone de manifiesto que las figuras de protección medioambiental crean rechazo entre la población rural. ¿Por qué? “Porque nunca han contado con nosotros”, argumenta Antonio Díaz, presidente de la Unión de Asociaciones de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria. “Ya se hizo una propuesta en el año 89. Tú vas y preguntas a los vecinos si las diferentes figuras de protección han servido para solucionar los problemas y te van a decir que no. Otra vez con lo mismo, te van a decir. Es un departamento más al que acudir para solicitar un permiso. Es añadir más burocracia”, añade Cristóbal Sánchez, secretario de esta unión que representa a cientos de vecinos y vecinas de las cumbres grancanarias.

No es, ni de lejos, la única voz discordante con el discurso oficial. “Sin haber hablado con nadie van pregonando que hay consenso en la zona”, advierte Daniel González, del colectivo Oeste Sostenible: “No han hablado ni con los vecinos, ni con los colectivos, ni con los ganaderos… Lamentablemente ese suele ser el proceder del Cabildo”. Según González, que es técnico en gestión medioambiental, se está “empezando la casa por la chimenea: no saben resolver los problemas que se están dando en el territorio y se meten en una historia como ésta”. La inclusión del medio marino en la propuesta también coge de sorpresa a los pescadores de la Cofradía de Mogán. Y las críticas por la falta de información y de consulta previa vuelven a aflorar. “Esta gente lo hace todo a escondidas y cuando te das cuenta ya está. Y así no se puede”, protesta Cristóbal Godoy, patrón mayor de la cofradía moganera. “Con nosotros no se ha puesto nadie en contacto: ni el Cabildo ni nadie. Y eso que somos los más afectados por cualquier cosa que se haga ahí”. Godoy pone la condición de poder pescar en la zona para apoyar el proyecto. “Si no es así vamos a pelear”, advierte.

Uno de los argumentos que se repiten con insistencia es la falta de gestión por parte de las autoridades. “Estamos quemados con el Cabildo. Se llenan la boca con proyectos que nunca llegan a nada. Y ese malestar se está extendiendo. Lo del Parque Nacional es muy bonito pero lo que está detrás es la nula gestión que se ha hecho en la Reserva Natural Especial de Guguy”, comenta Romualdo Bentor García, científico marino y cofundador del proyecto de divulgación Oeste Aldeano.  Para estos aldeanos vinculados con la gestión de espacios naturales, Guguy está ya suficientemente protegido pero denuncian que desde el Cabildo no se ha logrado poner en funcionamiento las herramientas de gestión vinculadas a la figura de reserva natural especial. “Nosotros estamos a favor del cumplimiento de lo estipulado en una figura como la de Reserva Natural Especial, que ahora mismo está totalmente vacía de contenido por la ausencia de gestión. Hasta el momento, el Cabildo ha sido incapaz de aprobar los instrumentos de planeamiento y gestión de la red de espacios naturales de la isla”, ejemplifica Romualdo Bentor García.

Desde la Unión de Asociaciones de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria apuntan al problema del agua como ejemplo de esa “no gestión en el territorio”. “A usted lo pueden llamar excelentísimo y el título le queda estupendo, pero sin agua a la semana se muere”, ironiza Antonio López. “Todo lo que se está haciendo en Gran Canaria desde hace años sólo tiene el objetivo de actuar como reclamo turístico”, suma Cristóbal Sánchez. “No tiene nada que ver ni con los vecinos, ni con el territorio ni con los diferentes sectores económicos y sociales que se encuentran en él. Y creemos que el Parque Nacional es exactamente lo mismo: puro reclamo turístico”, sentencia.

“Creemos que la declaración de Parque Nacional sería muy negativa. Poner Guguy en el foco de la presión turística de masas no es la solución para generar economía en la comarca”, opina Romualdo Bentor García, quien pone como ejemplo los problemas de residuos que soporta el Parque Nacional del Teide con más de cuatro millones de visitantes al año. “El Parque Nacional es una figura que siempre tiene una vertiente turística importante. Ya hay proyectos para hacer hoteles en La Aldea y no es casualidad que se esté haciendo esa inversión tan importante en una carretera cuya intención va mucho más allá de comunicar el municipio con la zona norte”, opina Daniel González. “La Reserva Natural Especial tiene un instrumento de planeamiento de uso científico y divulgativo y no turístico. Por sí misma, esta figura de protección no garantiza nada. Pero si se hace como se debe sería más que suficiente para garantizar el futuro de Guguy”, finaliza.

“Estamos empezando y aún no tenemos el contrato. Vamos explicarle a la gente los beneficios y los perjuicios que va a ocasionar el parque”, adelanta Manuel Amador, director insular de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria. Un ejemplo de avance, señala, es la prohibición de la pesca deportiva en la zona marítima, un extremo que “va a beneficiar de manera importante a los pescadores tradicionales”. En el mismo sentido se manifiesta Gustavo Viera, de Gesplan, quien cree que hay que buscar esos consensos que “son absolutamente necesarios”. “Tenemos que formar un equipo específico de sociólogos y de trabajadores sociales que trabajen con la gente para comunicar no sólo nuestras propuestas, sino también recoger sus intereses, aportaciones y demandas. Si no trabajamos con la gente del territorio el proyecto no va a tener viabilidad ninguna”, sentencia. “Somos bastante ambiciosos en cuanto al desarrollo de los trabajos. Hay un desarrollo interno que prevemos en tener una propuesta a lo largo del próximo año. Tenemos la sensación de que hay que hacer un buen trabajo para no presentar a la administración una propuesta que no tenga recorrido porque no es querido por la gente, no es entendido o piensan que no han podido participar. Pero esperamos que en dos años podamos tener ya un proyecto que sea susceptible de ser aprobado”, pronostica Viera.

“La propuesta de Parque Nacional para Gran Canaria llega con muchísimo retraso”, señala Eugenio Reyes, portavoz de Ben Magec-Ecologistas en Acción. El veterano ambientalista recuerda que la primera propuesta fue a principios de los años 70 con el nacimiento del movimiento ecologista canario: “En el año 72, cuando vino una comisión de Naciones Unidas invitada por el presidente de ASCAN, Luis García Correa, ellos mismos plantearon porqué Gran Canaria no contaba con un parque nacional”. Las claves que explican este medio siglo de intentos fallidos son, a su juicio, “la falta de claridad en el discurso”, la “devaluación de la protección medioambiental para salvaguardar intereses turísticos” y la “falta de consensos”. “Cuando en los ochenta se lanza la propuesta de Parque Nacional del Nublo, no se hizo un proceso de participación para atraer a la población afectada. Es más, se hizo un acoso y una persecución brutal a la población rural”, explica. Ahora, cree, la isla tiene una oportunidad que no se puede dejar pasar. “El Cabildo de Gran Canaria hace un año respondió una carta de ASCAN asegurando que ‘ahora ese tema no toca’ y a los cuatro meses están aplaudiendo la propuesta. Ese tipo de improvisación no es bueno. Hay que planificar, precipitar un pacto de los alcaldes; un pacto ciudadano y después acometer un trabajo científico serio para poner en valor ese territorio”. Según Reyes, “si se hace un pacto y una hoja de ruta clara, se puede tener al final de esta legislatura o al principio de la otra”.

¿Qué piensa la gente de la zona?

A Tasartico llegó la fibra óptica hace algunos meses. Pero aún no disponen de una red de saneamiento ni de una purificadora. Lo del proyecto lo miran con bastante escepticismo y la opinión casi unánime es que “no va a traer nada bueno para el barrio”, pronostica Rosa, que lleva 25 años residiendo aquí. “Todo el mundo sabe lo que pasa con el Parque Nacional; es un negocio para cuatro y nosotros no vamos a tener ningún beneficio por ello”. El punto de conflicto es el endurecimiento de los controles en la zona, un aspecto que angustia a los residentes de un barrio que, en los últimos años, ha visto como los jóvenes huyen. “Sólo queda aquí puro viejo”, dice Dominga. “A los de Tasartico nos tienen fastidiados y pasó como con lo del Nublo hace algunos años. Nadie nos consulta; nadie viene a hablar con nosotros”, denuncia la vecina. “Sólo para cuando hay elecciones pasan por aquí”, la interrumpe Andrés. “La gente ha comprado terrenos y casas y ahora no podemos ni poner un ladrillo encima de otro”, retoma Dominga. “Están echando a la gente; nuestros hijos no se pueden quedar aquí porque no podemos ni siquiera poner una habitación encima de nuestras casas.

Otro punto de fricción con el Cabildo es la falta de información y de contacto. “Lo vimos en la prensa porque aquí no han consultado con nosotros en ningún momento”, se queja Andrés. Las suspicacias y recelos pivotan en torno a estas dos cuestiones: la de perder la posibilidad de gestionar sus propiedades y la de la falta de comunicación por parte de las autoridades. “Cuando entre el Parque Nacional no vamos a poder seguir con nuestros invernaderos ni nada. No podemos fabricar y por eso el barrio se ha despoblado. Ya sólo quedamos aquí cuatro o cinco jubilados”, expone Esteban. Cuando se les dice que Tasartico quedará fuera del parque y que actividades como la agricultura y la ganadería no sufrirán por ello no se fían: “siempre nos engañan; no es la primera vez que prometen solucionar nuestros problemas, pero todo queda siempre en agua de borrajas”, incide Andrés.

Dentro de los límites de la actual reserva natural especial viven unas 30 personas. Media Luna es un precioso vallecillo a los pies de la imponente mole de Montaña de Los Horgazos y Omayra Navarro tiene una relación muy especial con este espacio. Su familia vivió allí durante décadas y aún cuenta con tierras y aguas que cuidan yendo y viniendo desde La Aldea. Omayra asegura que la figura de protección para Guguy “está bien como está” y que un Parque Nacional ocasionaría “muchos más perjuicios que beneficios”. “El problema de Guguy es que no se ha cumplido el Plan Director; no es más que eso. Los caminos están en muy mal estado, no se controla la acampada en la playa… ¿No son capaces de gestionar ninguno de los espacios naturales de la isla y quieren meterse a plantear un parque nacional?”, ironiza. Según Navarro, la actual figura de protección es la más indicada para Guguy aunque reclama “la aplicación efectiva de todo lo que conlleva”. Esto es, según opina, “un plan de mejoras en los senderos, ayudas reales para los vecinos y vecinas que viven en el espacio y un modelo de explotación turística que prime la calidad y la protección del medio sobre la cantidad”. 

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