El pasado mes de junio el Consejo de Gobierno de Canarias aprobó el decreto a través del cual se modificó la categoría del guincho (Pandion haliaetus) -también conocido como águila pescadora- dentro del Catálogo Canario de Especies Protegidas a especie en peligro de extinción. Hasta ese momento se catalogaba como vulnerable pero en la última década la población de esa ave se ha visto reducida hasta un 50% en todo el Archipiélago. En la actualidad, según los datos de un estudio realizado en 2018, hay registradas siete parejas territoriales, observadas entre Tenerife, La Gomera y algunos islotes del norte de Lanzarote, y cuatro o cinco individuos solitarios también detectados en esas islas. No obstante, y a pesar de que en Fuerteventura, Gran Canaria y La Palma la especie dejó de criar hace más de 35 años, son “relativamente frecuentes las observaciones de individuos en determinados meses del año”, destaca el informe.
Una de las personas que más ha estudiado la trayectoria del guincho en Canarias es Manuel Siverio, quien explica que no se conocen las causas exactas por las que la especie ha ido en decadencia en los últimos años, no se han estudiado. Si bien es cierto que puede que haya una “incidencia alta” con tendidos eléctricos ya que después de la época de cría se dispersan y se desplazan por todo el territorio, tanto por mar como por tierra. Otro peligro para la especie puede estar en los parques eólicos, aunque el experto deja claro que no existe una relación directa, cuenta que en 2012 se vio a un águila pescadora volando entre aerogeneradores en el sureste de Gran Canaria hasta que impactó de lleno contra las aspas de uno de los grandes molinos. “Lo mató al momento”, lamenta. Como sí ocurre con otro tipo de aves, no cree que los animales asilvestrados sean un gran peligro para ellos, entre otros motivos porque no es habitual verlos en los lugares donde los guinchos hacen sus nidos.
Otro de los factores que ha propiciado la merma de la especie es la molestia en las zonas de cría producidas por embarcaciones de recreo, turísticas y motos acuáticas, así como la pesca desde la orilla en enclaves próximos a los nidos. Siverio cree que se deberían tomar medidas, especialmente en las áreas de cría, “no nos vamos a poner en contra del turismo pero si en lugar de ir junto a la costa se retiran 200 metros, no molestaría a las aves”.
Al bajo número de ejemplares, se une la alta tasa de mortalidad de los más jóvenes, algo que para Siverio es “normal en todas las especies”. Afirma que según estudios mundiales la mortalidad el primer año en cualquier ave está valuada al 50%. “Nosotros llevamos anillando pollos desde 2005 y 2006 y no hemos visto ninguno de esos ya adultos criando en un nido. Los hemos visto en alguna isla pero no criando”.
Los guinchos se comenzaron a censar en Canarias en la década de los 80 con los primeros registros oficiales en 1983 y 1984 y contabilizándose entre 12 y 14 parejas. En los 90 se hicieron pocos censos, recuerda Siverio. Llegó el siglo XXI y, en 2008, se detectaron 14 parejas en las islas de Tenerife, La Gomera, El Hierro, Lanzarote y algunos islotes del Archipiélago Chinijo.
En otras islas, como Gran Canaria, se estima que desapareció desde la década de los 70 aunque aún se conservan algunos nidos. Siverio cuenta que en la reserva natural especial de Guguy y en la costa de Tasartico, en La Aldea de San Nicolás, se puede observar material de nidos. De hecho, señala que en la toponimia una de las puntas de la playa del barrio aldeano se le conoce como Punta de la Baja del Guincho ya que era muy habitual ver a las aves sobrevolando la zona.
El experto apunta que las zonas donde es habitual ver a los guinchos tienen unas características muy similares: cerca del mar, acantiladas y orientadas al suroeste. Se da el caso de que en Tenerife se encuentra en la zona del Parque Rural de Teno, en La Gomera pueden verse principalmente entre Alajeró y Valle Gran Rey y, en Gran Canaria, habitaban la zona que va desde Mogán hasta La Aldea de San Nicolás. “Son zonas despobladas y con muchos acantilados, donde el mar queda a resguardo de los vientos alisios y suele estar en condiciones óptimas para pescar”, detalla. Si bien, aclara que estas aves no construyen los nidos a grandes alturas, suelen encontrarse a 50 metros sobre el nivel del mar.
Los guinchos se alimentan fundamentalmente de especies marinas. En el Archipiélago se ha documentado que las familias de los peces voladores y aguja representan entre el 82 y 84% de su dieta.
Sobre si es posible salvar al águila pescadora en Canarias la respuesta es clara: “Es difícil, pero sí, lo que hace falta es protección”. La aprobación del decreto que cataloga al guincho como especie en peligro de extinción implica la adopción, en un máximo de tres años, de un plan de recuperación de la especie. Según la información dictada por el Gobierno de Canarias el día de la celebración del Consejo, en las áreas críticas y de potencial reintroducción o expansión de estos taxones o poblaciones, se fijarán medidas de conservación e instrumentos de gestión específicos para estas áreas o integrados en otros planes que eviten las afecciones negativas para las especies que hayan motivado la designación de las zonas.
El experto cuenta que en la Península -en la comunidad de Andalucía- se ha hecho una reintroducción de la especie. En el Mediterráneo está presente en Baleares, la isla de Córcega, al norte de África y en el entorno de la Macaronesia la especie sigue viva en Cabo Verde, donde lo llaman por el mismo nombre que en Canarias, guincho. “El nombre de guincho llegó aquí por los portugueses y creo que se ha perdido mucho más en Portugal que en las Islas, en el resto de lugares donde se encuentra se conoce como águila pescadora”, sentencia.