Ricos y pobres se la juegan en Copenhague

Unos 20.000 delegados de 190 países asistirán desde este lunes y hasta el viernes en Copenhague (Dinamarca) a la 15 Conferencia de las Partes de la Convención de la ONU sobre Cambio Climático (COP15) que debería alumbrar el futuro acuerdo mundial de reducción de emisiones de CO2. El nuevo texto tendría que sustituir al Protocolo de Kioto a partir de 2013 para hacer frente al calentamiento global.

Esta cumbre, para la que están acreditados 5.000 periodistas de todo el mundo y que tendrá lugar en el Bella Center de la capital danesa, debe “pasar la historia” por el éxito en la consecución de un acuerdo pero también por el número de asistentes, según la secretaria de Estado de Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM), Teresa Ribera. “Sigue habiendo una expectativa grande de éxito”, aseguró.

En todo caso, ya se ha descartado la posibilidad de que Conpenhague culmine con un Tratado Internacional con texto articulado, aunque la responsable española ve “perfectamente posible” un acuerdo vinculante, o lo que es lo mismo, una 'COP decisión', con una “referencia expresa” a que se traduzca de forma inmediata en un tratado. Por el momento, se sitúan a un lado del tablero de juego los países desarrollados y, al otro, los países en desarrollo (emergentes y pobres).

Según las previsiones de los científicos de la ONU (IPCC), los primeros deberían adoptar compromisos verificados de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero entre un 25 y un 40% en 2020 con respecto a los niveles de 1990.

Los segundos podrían continuar incrementando sus emisiones, pero entre un 15 y 30% menos de lo que lo harían si no tomaran ninguna medida, en el mismo horizonte temporal. Todo ello para evitar que la temperatura media del planeta no crezca en más de dos grados centígrados a finales del siglo XXI, una cifra que, en todo caso, no aparece plasmada en ningún acuerdo de la COP.

La UE fue la primera que hace un año adoptó unilateralmente un descenso de sus emisiones en un 20% en 2020 con respecto a los niveles de 1990 y en los últimos días otros países han anunciado compromisos. Entre ellos, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ofrece una reducción del 17%, ahora bien, respecto a 2005, lo que en realidad significa un recorte del 5,5% respecto a 1990. A ellos, se han unido otros países ricos como Japón, Australia y Rusia.

De hecho, los compromisos anunciados por el conjunto de países desarrollados, sin EE.UU., entrarían en la horquilla recomendada por los científicos, aunque la suma de los estadounidenses sitúa las reducciones globales de los ricos por debajo del 20%, lo que no cubriría las expectativas científicas.

La solución a un 30%

En principio, el compromiso anunciado por Obama no es suficiente para que la UE tome la decisión de incrementar el suyo hasta el 30%, como prometió si otros países desarrollados realizan un esfuerzo equivalente al de los europeos. Sin embargo, Ribera asegura que este compromiso es “firme”. “No vamos a dar por adelantado un 30% hasta que no haya un esfuerzo equivalente. La solución, en Copenhague”, comentó.

En cuanto a los países en desarrollo, los anuncios de China e India, que se suman a otros realizados ya por México, Chile, Indonesia o Sudáfrica, han animado las negociaciones. Sin embargo, según Ribera, es necesario comprobar qué significan exactamente los compromisos adelantados por estos países y en qué medida se acercan a las propuestas de los científicos.

Además de las reducción de gases a corto plazo, el futuro acuerdo debe recuperar una señal clara a medio y largo plazo, en 2050; definir la cooperación para la adaptación al calentamiento; diseñar un sistema de reconocimiento de valor para frenar la deforestación; incrementar notablemente la transferencia tecnológica y los recursos financieros (100.000 millones de euros adicionales/año en el entorno de 2020, según la UE) a través de recursos domésticos, mercados de carbono y solidaridad vía presupuestos adicional a la Ayuda Oficial al Desarrollo; y determinar un sistema de monitoreo transparente que dé credibilidad.

Junto con ello, aún hay que trabajar intensamente en los acuerdos relacionados con las emisiones en aviación y navegación marítima y dilucidar si las negociaciones paralelas sobre los mecanismos previstos en el Protocolo de Kioto se incorporan o no al futuro acuerdo. Finalmente, Ribera aseguró que la polémica sobre los mails hackeados en Reino Unido que cuestionan las evidencias científicas sobre el carácter antropogénico del cambio climático no afectará a la Cumbre de Copenhague.