Muchas veces estar a la merced de la sensibilidad de algunos gestores públicos es un suicidio. Ya lo denunciaban hace unos días los colegios profesionales de trabajadores sociales de Canarias con motivo del Día Mundial del Trabajo Social que se celebra este martes.
Sergio Ramírez, es trabajador social y responsable de Nahai, una empresa de intervención con animales. Para él, los recursos destinados a servicios sociales dependen de la voluntad política y sensibilidad de los gestores de cada ayuntamiento, “lo que realmente interesa es la crisis económica, esa necesidad del estado de bienestar sujeta al crecimiento económico”, afirma.
Sergio asegura que para las personas sin recursos, el acceder a esos servicios es una alternativa puntual para poder subsistir, “el decir que no hay servicios sociales es una vuelta a la beneficencia. Distinguir clases sociales entre los que tienen y los que no tienen recursos”.
Pone como ejemplo la tasa de pobreza infantil en Canarias, la más alta de España con un 29%, “te planteas si se trata de un interés de soslayo que hay o si realmente no hay recursos económicos para afrontarlo”, asegura. Comenta que desmoraliza ver cómo se reparte el dinero en algunas instituciones, afirma que “depende del interés que tengan los que están al mando”.
Pero no todo el problema surgió con la crisis económica, cuando había dinero el fallo era la gestión que se hacía, “hubo falta de inteligencia para gestionar los recursos”, apostilla.
Nahai
Al quedarse en paro, Sergio Ramírez aprovechó para retomar una idea que tenía desde hace tiempo, dedicarse a terapias con animales. Así nació Nahai. Junto a la psicóloga Elena Ojeda, ofrecen a distintas organizaciones, instituciones y centros intervenciones con animales. Sergio explica que las terapias que ofrecen en Nahai son un complemento a la labor de los profesionales de los centros.
El resto del equipo lo forman sus tres labradores; Maya, Tirma y Chester.
Tirma es la más tranquila, su especialidad son las terapias con personas mayores. Maya tiene 20 meses, según su dueño, “es más trasto”. Al ser la más sociable, encaja mejor para las terapias con personas con problemas de salud mental. Chester, de ocho años, es el veterano del grupo.
Los beneficios de las Intervención Asistida con Perros (IAP) son muchos, aunque dependen de cada persona, “tenemos casos de personas con alzheimer que están casi siempre ausentes y el hecho de pasear a Tirma y sentir la presencia de la perra les provoca un cambio de actitud muy grande, hasta tal punto que esa persona es capaz de manejar e incluso corregir a la perra con la correa”.
En sesiones de 45 minutos, el perro ayuda a que esas personas se relacionen. El caso de los niños autistas es aún más llamativo, tras varias sesiones con el perro, los niños comienzan a relacionarse entre ellos. También son muy beneficiosos en el trabajo con personas con problemas de estima personal.
“El perro les ofrece una alternativa que no tenían antes”, afirma Sergio. “Les llama la atención. Eso hace que las personas estén más atentas y puedas ir trabajando cosas que habitualmente hacen sin el perro”. Sergio pone de ejemplo a una niña que con la ayuda de Tirma lleva a cabo tareas en una sola sesión que sin la perra le llevaba varias sesiones.
Cuenta con cariño una anécdota en la residencia de ancianos de Valleseco. En una de las últimas sesiones, una señora señaló; “parece mentira que tenga que venir un perro para que nos sentemos y hablemos entre nosotros”.
Los beneficios de la intervención con animales son, en ocasiones, asombrosos, aunque todo en su justa medida, “la perra no es una chamán, motiva y mantiene a la persona activa, pero no cura”, explica Sergio.