¿Qué hubiera pasado si el escape de petróleo ocurre en el Pozo Sandía?

Infografía donde se muestran las cuadrículas donde hay permiso para las prospecciones petrolíferas en Canarias. EFE.

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —

Las corrientes pueden jugar una mala pasada, son impredecibles y actúan con la fuerza de poder arrastrar hasta las costas cualquier elemento que se encuentre a cientos de kilómetros de distancia. Esta es una de las cuestiones que se ha podido aprender esta semana sobre el accidente del pesquero ruso Oleg Naydenov. Cuando todo parecía indicar que la mancha de fuel se alejaba de la costa rumbo a América, de pronto afloran vertidos a la superficie contaminando las playas de Gran Canaria. La amenaza de contaminación ha puesto en alerta a otras islas como Tenerife e incluso a la Gomera.

Los expertos insisten en que el suceso debería servir como precedente en el Archipiélago, ya que se trata del segundo aviso que dan las corrientes. El primero se dio el año pasado con el vertido en la playa de El Cabrón debido a una corriente que se sitúa en Arinaga. Así lo sostiene el profesor de contaminación marina de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Jesús Cisneros. Explica que con el proyecto de Repsol en las aguas canarias ya se había puesto de manifiesto que la corrientes de la zona podían arrastrar un escape de combustible rápidamente al litoral, “con el accidente del Oleg Naydenov y el ocurrido en El Cabrón, queda comprobado”, puntualiza el experto.

La zona donde Repsol pretendía extraer hidrocarburos se situaba a 60 kilómetros de la costa de Fuerteventura y Lanzarote. Cisneros explica que en este área también existe un remolino parecido al que se genera en el suroeste de Gran Canaria. El experto aclara que, aunque los vientos pudieran ser favorables, el vertido procedente de un hipotético escape de combustible podría entrar en una cadena de corrientes donde resulta muy difícil capturarlo. El profesor insiste en que “esto ya se conocía” ya que Greenpeace había elaborado un estudio en el que se explicaban las consecuencias “catastróficas” que podría tener un derrame de crudo para Canarias, pero considera que es importante que se recuerde. Además, manifiesta que otras islas del Archipiélago, así como la costa africana también se podrían haber visto afectadas por este escape.

Este buque hundido a 2.400 metros de profundidad, contenía una carga de 1.400 toneladas de fuel, una cantidad que se traduce en 9.300 barriles de petróleo, según expertos consultados. Cabe recordar que la petrolera Repsol aspiraba a obtener de los sondeos en Canarias 110.000 barriles de crudo al día, por lo que si comparamos cantidades y que el crudo recién salido del pozo no está tratado, se podría hablar de una mayor contaminación en el litoral.

La falta de un plan de contigencia

La respuesta de las autoridades tanto ante la alerta por el vertido en El Cabrón como ante el hundimiento del Oleg Naydenov ha puesto en evidencia la falta de un plan de contingencia, según han reiterado los expertos a lo largo de los últimos días. Cisneros manifiesta que de protocolos de actuación sí que se dispone pero con lo que no se cuenta a la hora de afrontar estos incidentes es con técnicos con experiencia, ya que generalmente “atienden a las voluntades y órdenes de los políticos”.

La cuestión que se podría plantear después de estos dos accidentes es qué habría sucedido si se hubiera tardado tanto en tomar medidas ante una fuga de combustible en el pozo Sandía. Y es que, diez días después del hundimiento del pesquero ruso aún no se ha logrado sellar el tanque de fuel, por lo que si se recuerda la cantidad que Repsol pretendía extraer a diario habría que multiplicarla por cada uno de los días en los que se sigue tardando en parar el vertido.

Otro aspecto que cabría mencionar es que en ambas zonas, en la del pesquero hundido y en el área de los sondeos existe un corredor migratorio de cetáceos. Tras el hundimiento del Oleg Naydenov Greenpeace ya ha denunciado el avistamiento de un delfín con el aleta manchada de fuel. Otras especies también se han visto afectadas como tres tortugas bobas y una pardela que ya han sido tratadas por el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre del Cabildo. Biólogos y ecologistas no han dejado de insistir en que muchas de las aves mueren antes de que puedan llegar a costa, ya que el fuel que se adhiere a sus alas es muy peligroso y les impide volar.

En Lanzarote y Fuerteventura luchan por proteger esta zona de futuras prospecciones ante la riqueza de la zona en especies marinas. Veintiocho de los 87 tipos de cetáceos que existen en el mundo se encuentran en el estrecho que separa Lanzarote de Fuerteventura, el daño que podría ocasionar en estos animales también ha sido denunciado reiteradamente por las organizaciones ecologistas.

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