Viaje al epicentro del horror

Zonas afectadas por el fuego del incendio forestal en el Barranco Los Pajaritos (Cueva Corcho).

Iván Alejandro Hernández

Las Palmas de Gran Canaria —

“Aquí es donde se originó todo”. Con estas palabras, el policía que guiaba a una comitiva de periodistas para conocer una zona quemada del incendio de Gran Canaria mostraba al epicentro del horror que ha arrasado con 10.000 hectáreas de la Isla. El paisaje que muestra el Barranco de los Pajaritos, ubicada en Cueva Corcho, es desolador y el olor, que trepa por la nariz hasta dejar un sabor a ceniza en la boca, lo envuelve todo.

Aún hay humo y la tierra está caliente. Por el camino se pueden divisar vallas calcinadas. Con las altas temperaturas, las llamas se propagaban por las copas de los árboles y se elevaban por encima de los 40 metros de altura. El viento hacía el resto. “Solo podíamos esperar a que bajara para actuar”, recuerda un efectivo de la Unidad Militar de Emergencia apostado con el Cruce de las Pereras. La única opción para los equipos terrestres era frenarlo a ras de suelo y así consiguieron pararlo.

La visita también incluía el Parador de Cruz de Tejeda, reabierto hace unos meses tras una reforma completa y una inversión de 2 millones de euros. El silencio del hotel, hace días rodeado de humo, es absoluto, aunque permanece intacto. El azul brillante de la piscina contrasta con el color negro que ofrecen las vistas.

Más abajo, con mayor perspectiva, la concepción del desastre es más amplia. Montes enteros arrasados donde la única vida que queda es la de los conductores que atraviesan las carreteras, que lucen blancas, contrastando con la oscuridad del alrededor.

Por estas zonas solo transitan los equipos contra incendios para refrescar el calor bajo la superficie, descargando agua. El acceso continúa cerrado. Mientras, algunos vecinos de Valleseco esperaban desde la mañana, apostados cerca del Puesto de Mando Avanzado, indicaciones para poder volver a sus casas.

El casco del municipio, engalanado con las típicas banderas festivas, aguarda la llegada de vida. La basura se agolpa, las calles están vacías y de vez en cuando se escucha el ladrido de algún perro. Todo se ha parado durante cuatro días.

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