Tenerife se atrinchera en el cemento y se adentra en un reloj de arena climático
Tenerife nada a contracorriente en la lucha contra la emergencia climática. Asumir los límites del planeta es uno de los pilares que sostiene la Agenda 2030, que pretende que los miembros de Naciones Unidas avancen por fin en la adaptación de sus territorios frente al cambio climático. En menos de ocho años, los Estados tendrán que haber replanteado su modelo productivo, transformado las formas de desplazamiento de su población y reducido el impacto de su producción energética en el entorno. Por el contrario, en esta isla de 2.034 kilómetros cuadrados se han propuesto en la última década dos macropuertos, al menos siete complejos turísticos de lujo, nuevas carreteras, un tren, la ampliación de uno de sus dos aeropuertos y un circuito del motor.
Todos estos proyectos están “completamente desalineados” con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y con la “imperiosa necesidad” de alcanzar la descarbonización completa de la actividad turística, apunta el profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Matías González. “Ahora que nos llenamos la boca hablando de sostenibilidad, Tenerife es el ejemplo más claro de insostenibilidad”, valora el graduado en Ciencias del Mar y documentalista Felipe Ravina.
Para la urbanista María Tomé, la isla entera se ha convertido en una ciudad. “Hemos diseñado un territorio que está totalmente sobredimensionado en infraestructuras”, describe. “Castilla La Mancha tiene 79.000 kilómetros cuadrados de terreno y ningún aeropuerto. Canarias tiene poco más de 7.000 kilómetros cuadrados y ocho aeropuertos. De ellos, cinco tienen dimensiones como para ser el aeropuerto de una gran ciudad”, ejemplifica la experta.
Analizar el cambio climático en Tenerife es complejo. En un pequeño trozo de tierra, la orografía del terreno presenta enormes variaciones entre un punto y otro, por lo que solo proyecciones muy regionalizadas pueden medir el impacto de la continua emisión de gases contaminantes. Un estudio publicado en 2011 ahonda precisamente en esta idea. Las temperaturas en la isla no están aumentando tanto como en otras regiones continentales. Pero si ponemos el foco en las zonas montañosas, sí. De ahí que la vegetación del Parque Nacional de las Cañadas del Teide esté sufriendo cambios importantes en su estructura, según una investigación de la Asociación Española de Ecología Terrestre.
El Cabildo de Tenerife declaró la emergencia climática en la isla en 2019. Sin embargo, a juicio de Ruth Acosta, exconsejera de Sí Podemos Canarias en la corporación insular, “ese ha sido prácticamente el único gesto en la lucha”. Como caso paradigmático, lo ocurrido en octubre del año pasado: la formación morada retiró una moción sobre cambio climático al plantear el resto de partidos (PSOE, Coalición Canaria y PP) una regasificadora, un anhelo de las fuerzas vivas de Tenerife que alzan la voz cada vez que se pone en duda el desarrollismo isleño.
Pasó con el Puerto de Granadilla. También con Fonsalía. Y está ocurriendo ahora con el Circuito del Motor y el Puertito de Adeje. “Esos proyectos son auténticos disparates. Supondrían una marcha atrás y no hace falta ser muy inteligente para deducir que son un ataque medioambiental”, resume Pedro Dorta, doctor en Geografía por la Universidad de La Laguna (ULL) y director de la Cátedra Reducción del Riesgo de Desastres. “La inversión en estas infraestructuras impide que se pueda realmente invertir en proyectos que beneficien el medio ambiente insular”, agrega Acosta.
En otras ocasiones, además, las soluciones propuestas por las autoridades han provocado una oleada de rechazo e indignación, como ocurrió con la intención de instalar una “incineradora encubierta” en el municipio de Arico. Para Claudia Asensi, de Ecologistas en Acción y autora del informe Canarias ante la emergencia climática, los gobiernos locales están abusando del solucionismo tecnológico para abordar la crisis climática.
“Canarias es un territorio muy limitado en extensión, frágil en sus características ecosistémicas y en su realidad económica y social. Para mantener una vida que merezca la pena ser vivida en nuestro Archipiélago, es necesario un cambio cultural y reorientar nuestro modelo de desarrollo hacia el cuidado de las personas y el medio ambiente”, reflexiona la experta.
La mayoría de científicos consultados valoran positivamente las buenas intenciones de la clase política. Pero recuerdan que no terminan de ser suficientes. Para Dorta, “probablemente la naturaleza nos obligue a cambiar”. Y para Asensi, lo ideal sería empezar a cumplir con la legislación vigente. “Me refiero, por ejemplo, a los incumplimientos continuos en materia de vertidos de aguas residuales tierra mar que deterioran nuestros ecosistemas marinos”. Una misma playa de Tenerife, situada en Los Silos, ha recibido dos banderas negras por contaminación, según un reciente informe de Ecologistas en Acción. Es la única zona del litoral canario con doble penalización por su mala gestión.
En 2018, varios estudios publicados en la revista Environmental Science & Policy destacaban la escasez de políticas públicas para mitigar los peores efectos del cambio climático en Tenerife. Porque esas consecuencias, según ha podido documentar el Grupo de Observación de la Tierra y la Atmósfera (GOTA) de la ULL este año, van a llegar, sin importar el escenario de emisiones de CO2 de las próximas décadas.
“Aún no es tarde para actuar, pero la inercia es grande y se nos acaba el tiempo. Revertir la situación requiere aceptar nuestra situación de emergencia, y un compromiso firme y concertado, tanto de los actores políticos como de la población”, concluye Asensi.
El sur de Tenerife, un “parque de atracciones”
Tenerife cuenta con 162.573 plazas turísticas incluyendo hoteles, apartamentos, viviendas vacacionales y casas rurales, según los datos publicados en enero de 2022 por el Cabildo de Tenerife. Cuna del Alma es el último gran macroproyecto turístico aprobado en la Isla. Esta edificación ocupará 650.000 metros cuadrados en una de las pocas zonas vírgenes que quedan en el sur tinerfeño, el Puertito de Adeje. La obra incluye 420 residencias de lujo y ha sido paralizada de forma temporal por la corporación insular, ante la posible presencia de yacimientos arqueológicos.
De acuerdo con la urbanista María Tomé, para alcanzar un modelo más sostenible, Tenerife no debería limitarse a dejar de crear plazas turísticas, sino que tendría que apostar por una “cultura degenerativa” y reducir las plazas hoteleras. “Estamos creando un Disney World del turismo. La población local va a trabajar a ese parque de atracciones que ahora es el sur de Tenerife, pero vive fuera de él porque está totalmente copado por el turismo”, señala.
¿Se ha confundido el turismo de calidad con el turismo de lujo? “El lujo es un atributo cultural relacionado con una minoría que quiere hacer cosas que están al alcance de unos pocos, pero tenemos que pensar si este es el turismo que nos interesa para alcanzar un desarrollo más sostenible”, señala el profesor de la ULPGC Matías González. “¿Qué pasa cuando el turismo de lujo pasa por destruir un ecosistema natural con una construcción de miles de metros cuadrados?”, plantea el experto.
Por otro lado, no hay que olvidar que la urbanización masiva poco tiene que ver con la economía verde. Un parque edificado eficiente y de consumo casi nulo es uno de los objetivos de la estrategia canaria de acción climática, pero para ello hay que impulsar políticas desde ya, pues el 97% de los edificios de las Islas necesitan de una rehabilitación energética para alcanzar los niveles de eficiencia necesarios para la descarbonización del sector en 2040, según la estrategia canaria de acción climática.
Para Araceli Reymundo, experta en arquitectura bioclimática, no se está haciendo todo lo que se debería. “Apenas se está usando el Manual de Diseño Bioclimático para Canarias publicado en 2011. Por el momento sigue siendo algo opcional. Pero a un promotor inmobiliario solo le interesa vender el mayor número de pisos posibles. Entonces, por ese lado, podemos decir que el sistema no ayuda mucho a avanzar”.
Carreteras y trenes
Si la provincia de Santa Cruz de Tenerife fuera una comunidad autónoma, sería la que tendría una mayor densidad de carreteras con 64 kilómetros de red viaria por cada 100 kilómetros cuadrados. No obstante, la principal solución que las administraciones tinerfeñas han dado al colapso y los atascos es construir aún más. En el sur de la isla ya está en marcha la construcción de un tercer carril en cada sentido a lo largo de toda la autopista que conecta Santa Cruz con Las Américas. Este proyecto ha sido presentado como el antídoto contra los atascos y tiene un valor de 1.955.632 euros.
En el norte de Tenerife se repite la fórmula. Una nueva carretera de 380 millones de euros está en fase de exposición pública. Se trata de una vía de seis kilómetros y seis carriles que pretende construirse entre la zona del aeropuerto de Tenerife Norte y el centro de La Laguna. En declaraciones a los medios de comunicación, el presidente del Cabildo, Pedro Martín, defendió que esta era la alternativa más respetuosa con el medio ambiente para solventar los embotellamientos que se producen cada día en este tramo, ya que el 75% de la obra será soterrada.
“Hay ríos de tinta escritos en la comunidad científica que nos dicen que la expansión viaria viene a ser como un incentivo para el uso del automóvil”, razona Yeray Hernández, investigador del Departamento de Economía Aplicada y Métodos Cuantitativos de la ULL. Según un estudio recientemente publicado en la revista Case Studies on Transport Policy, la medida más efectiva para reducir el tráfico son los peajes urbanos o de circulación, donde los conductores deberían pagar para entrar en los centros urbanos y el dinero recaudado se utilizaría para optimizar el transporte público. En Canarias, el consejero de Transición Ecológica ha dicho que “el problema” en las Islas “no son las carreteras, sino los coches”.
El geógrafo José León, por su parte, insiste en que los atascos se producen porque la actividad laboral se concentra en la capital y en la ciudad de La Laguna, mientras que la población ha construido sus viviendas de forma dispersa en zonas rurales, junto a parcelas de cultivo. “Cuando las huertas dejaron de ser funcionales porque importamos gran parte de los productos que consumimos, se convirtieron en solares”.
Otra de las propuestas en cuanto a movilidad es la construcción de un tren en el sur y otro en el norte. Para el primero de ellos se baraja una inversión que supera los dos millones de euros y pasa por la expropiación de terrenos para construir las vías. Para la urbanista María Tomé, debería priorizarse el mejor uso de las infraestructuras ya disponibles. “Por ejemplo, poner más guaguas por diferentes puntos de la isla para garantizar que las personas puedan estar bien conectadas. No tiene sentido un nuevo tipo de transporte en un territorio tan pequeño y tan diverso”, concluye Tomé.
Posibles soluciones al modelo actual
“Hay profesionales en muchas partes del mundo que están haciendo urbanismo sin construir nada”, comienza la urbanista María Tomé. En este punto señala la importancia de sentarse a hablar con los colectivos sociales de la isla y con la ciudadanía. “Está la opción de regenerar lo que ya está construido, repensar las ciudades y los espacios”.
Para el geógrafo José León la solución no es sencilla. Tenerife “ha creado un urbanismo desastroso”, falto de infraestructuras adecuadas, pero hay planes de barrio que han intentado mejorar todas las carencias de ese urbanismo autoconstruido e informal.
Según Matías González, es posible reorientar el modelo y salvar parte del entorno natural. La esperanza es mayor en el caso de los ecosistemas marinos, que se regeneran con más rapidez. Para ello, es necesaria una transformación cultural que recuerde “la verdadera esencia” de la naturaleza. “Cuando destruimos el medio ambiente estamos destruyendo una fuente de valor. Hemos creído que la esencia de la actividad turística consiste en construir infraestructuras para llenarlas”.
0