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Ana Mato y los años marianos

Nacho Martín, periodista.

Nacho Martín

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En política es importante la forma. Y no solo el fondo. El escenario cuenta porque es donde se juega el partido. O se desarrolla la obra, según se mire. Es el escenario, Mariano, de acuerdo. Pero si pierdes el fondo, ¿de qué te sirven las formas, el escenario y el plasma, que vienen siendo lo mismo? ¿Qué credibilidad te queda? Una democracia se desangra cuando fallan las instituciones, cuando el debate político se traslada al submundo de la farándula.

Cuando la respetabilidad se pierde, la democracia sale por la ventana. Y, no sé por qué, no lo quieres ver.

La dimisión, voluntaria o no, de la ministra de Sanidad es casi el único parapeto que le queda alpresidente, que no quiso compartir el banco azul con una Ana Mato que, quieras que no, estropea la foto del debate sobre regeneración democrática. Pero, mañana… ¿Qué vas a decir mañana?

Los años marianos han sido una sucesión de escándalos. De “gúrteles” y de “Luis, sé fuerte”. De Granados y Matas. De cuentas en Suiza y “tarjetas black”. De sedes remodeladas con dinero negro. De regularizaciones fiscales hechas para los amigos. De visitas papales utilizadas para llevárselo crudo. De indemnizaciones de despido en diferido. De precariedad. Una etapa de corrupción y podredumbre. Unos viajan a Ginebra mientras otros emigran o pierden sus casas.

Y, después de todo eso, ¿qué puedes decir, Mariano, ahora que no tienes parapeto? ¿Qué te queda ahora?

La implicación de Ana Mato en el “caso Gürtel”, de la forma y manera en que se haya producido, es un hecho grave, como lo fue su gestión de la crisis del ébola. Pero no vale con sacarla de la foto.

Quizá fue la responsable, pero no a estas alturas. Su responsabilidad, ahora, se ha convertido en tu responsabilidad. Y ya no te queda margen ni para pedir perdón.

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