De Fuerteventura a Marrakech

Lo razonable es aprender de los errores de nuestros colegas de profesión y no empeñarse en tropezar con la misma piedra hasta cogerle cariño. Sin embargo, parece que hay políticos a los que les cuesta aprender la lección. Es el caso de Águeda Montelongo, que le ha cogido cariño a la piedra. Esta semana han pillado a la consejera del Partido Popular (PP) en el Cabildo de Fuerteventura marcándose un Celia Villalobos. 

“Como solo voy a votar, pues aprovecho”, así explicaba Montelongo cómo aprovecha los plenos del Cabildo para estudiar los apuntes sobre Salud y actividad física, con el fin de prepararse unas oposiciones para profesores de Educación Física de Enseñanza Secundaria.

Montelongo aprovecha porque lo que se debate en los plenos no es tan interesante como para acaparar sus cinco sentidos. A ver si al no prestar atención en los plenos le va a pasar como a los políticos de los partidos contrarios, esos que votan en contra de lo establecido por su partido.

El caso de Montelongo se parece bastante al de Nuria Herrera, la diputada de Coalición Canaria que fue pillada mientras hacía la tarea de inglés de sus hijos en un pleno del Parlamento de Canarias en el año 2013. Ahora que han pasado cinco años, podemos afirmar que el lío que provocó cuando la pillaron con los Workbooks abiertos de par en par no fue suficiente. Son muchos los políticos canarios que aprovechan el tiempo mientras el interlocutor del equipo contrario hace una intervención.

Marruecos

Esta semana también nos enteramos de que la viceconsejera de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias, Blanca Pérez, se habría cogido una semana de vacaciones en 2016 en la que los vuelos habrían sido pagados con dinero público. Aunque la responsable habría hecho el viaje con motivo de la Cumbre del Clima en Marrakech, se habría quedado una semana más. Un escándalo de tal magnitud que ha provocado que desde Podemos se comiencen a pedir explicaciones y una comparecencia de la consejera de Política Territorial y Sostenibilidad, Nieves Lady Barreto. La honestidad entre los políticos canarios está bajo mínimos.