Espacio de opinión de Tenerife Ahora
Maruca, Bruno Mars y mi hermano
El viernes por la noche estaba hablando con mi hermano…, bueno, en realidad wasapeábamos, que es lo que se estila, y entre un ¿qué tal todo?, ¿cómo está mamá y papá?, ¿cómo va el trabajo?, salió el tema de los dones. No, no estábamos hablando de los dones y las doñas, que también nos hubiese dado el tema para mucho, sino de esas personas que tienen un don. Esos seres que te vas tropezando por la vida y que no sabes muy bien cómo ni por qué tienen una capacidad, aparentemente innata, para hacer algo extremadamente bien. El caso es que mi hermano se estaba acordando de un chico, amigo de un amigo, que en una de estas fiestas que organizamos en casa había demostrado sus dotes tocando la guitarra. No llegaba al nivel de Paco de Lucía, pero al chiquito se le daba bastante bien.
Empezamos a desvariar sobre el tema. ¿Todas las personas tienen un don? ¿Llegan todas a descubrirlo? ¿Cuál será el nuestro? ¿Crees que Maruca tiene un don para las lenguas o que tiene una lengua que es un don? Y así intercambiamos un par de wasaps, en algunos momentos con más seriedad que en otros, tonteando sobre el tema.
Teníamos claro que existen personas que nacen con un dominio o talento especial para hacer algo; hace poco vi un vídeo de Bruno Mars con apenas cuatro años y era alucinante cómo bailaba. Definitivamente llevaba el ritmo en el cuerpo de una manera singular. Ahora, te pones a indagar un poco y descubres que todos los componentes de su familia son músicos: su padre percusionista y miembro de una banda, su tío guitarrista, su hermano baterista… Vamos, como para que el niño saliera carpintero. Así que es aquí donde se nos desmonta un poco la idea de un don por nacimiento. Bruno Mars, desde muy pequeño, incluso me aventuraría a decir que desde el vientre materno, ya estaba híper estimulado musicalmente.
A pesar de eso, ahí seguimos empeñados en la idea de que todos tenemos una aptitud innata para algo y que solo algunas personas son capaces de desarrollarla. Es decir, que, si Bruno Mars no hubiese estado incitado por su familia a escuchar y sentir la música, puede que no se hubiese dedicado a ello e incluso ni siquiera supiese que puede llegar a cantar como lo hace. O sí, pero mucho más tarde de lo que lo hizo. Y entonces, ¿nosotros tenemos o no tenemos don? Realmente en este momento nos preocupa. Supongo que ser especial en algo o destacar de manera positiva ante el resto, mola. Pensar que haces algo bien te hace sentir pleno, útil y le da más sentido a tu vida.
Haciendo resumen de nuestros pensamientos y comentarios, llegamos a la conclusión de que, aunque todos nacemos con un carácter predeterminado, nuestras acciones, decisiones, estilo de vida… y, en definitiva, nuestro crecimiento personal, determinan y desarrollan nuestro don.
Para algunos una habilidad es cocinar, cantar, dibujar… pero ¿qué hay de esas persona que dan sin esperar nada a cambio?, ¿o de aquellos capaces de empatizar con cualquier situación?, ¿o de los que iluminan de una forma inexplicable todo lo que les rodea?, ¿aquellos que con un abrazo hacen que te olvides por unos segundos de todos tus problemas? Esos sí que son dones. La importancia no está en lo que hacemos, sino en lo que conseguimos despertar tanto en nuestro interior como en el resto de personas con las que compartimos nuestro don.
Mi hermano no terminó la conversación muy convencido. Yo sinceramente dormí esa noche como cualquier otra. Lo mismo ese es mi don.
Ayer por la mañana recibí un mensaje nada más levantarme: “¡Lo tengo Bebe! Llevo desde nuestra conversación dándole vueltas a la cabeza y… ¡ya sé cuál es mi don! ¡Ya lo sé! Mi don es amar y es genial. Paso del odio, paso de lo malo. Ese es mi don, simplemente quiero ver y veo lo bueno de la vida. Por fin lo he descubierto, ya me tenía loco. Todos tenemos un don, eso está claro, cada uno que lo busque porque yo ya lo he encontrado”.
¿Y tú?
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