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Un final agridulce

Camy Domínguez

Está bien, por fin. Ayer saltó la noticia a los medios de que el Tribunal Supremo con más error que acierto dictaba sentencia firme contra los miembros de la manada, condenándolos a 15 años por barba por delito continuado de violación, después de que los dos juzgados de Navarra hubieran dictaminado que la pena sería solo de nueve años y de que fueran puestos en libertad provisional hasta que la sentencia fuera firme, para que lucieran palmito y fueran vitoreados en las fiestas allá donde los señores cerdos decidieran ir, porque los comportamientos asquerosos en este país son así, de machirulos que se jalean entre sí por las hazañas cometidas.

Pues bien, luego de poner a parir a esa pobre chica con todo lo que se dijo no solo en las salas judiciales, sino en las redes sociales y en lugares de internet donde el vulgo rastrero de los violadores expresa sus más bajos instintos, como el llamado Forocoches, que no sé por qué tarda tanto la justicia en actuar de oficio contra estos energúmenos y tan solo se conforma con cerrar las cuentas de los usuarios y ya está, y después de salir a manifestarse a las calles millones de personas unidas bajo el lema “Yo sí te creo”, por fin se ha llevado a trámite en una entidad superior como es el Tribunal Supremo, que no sé si por miedo a la reacción de las masas o porque es verdad que los jueces estaban convencidos, y se ha cambiado la sentencia incrementando la cantidad de años de prisión y el supuesto penal de ser abuso a violación, que ya es algo, si bien hay un error de partida al considerar en los tribunales navarros que fue un delito continuado y no diez violaciones diferentes, para desgracia nuestra y de la pobre víctima, nadie pareció percatarse de este simple detalle.

Por eso, la sentencia del Supremo me resulta tan agridulce, y supongo que no soy la única que estaba sedienta de ver cómo estos verracos se pudren en la cárcel. Y es que 15 años no es nada para todo el mal que han hecho, no solo a la víctima, pobre chica, sino a todas las mujeres y a nuestra lucha por salir del patriarcado que nos mata y nos denigra a diario. Y encima, si por la ley de la trampa en un par de años estos asquerosos ya estarán en la calle, vaya final más desafortunado para un caso tan sonado y tan indignante.

El proceder de esta gentuza ha creado no pocos imitadores, pues, después de su nombrada hazaña, cientos de manadas han actuado contra la libertad de otras tantas víctimas, creyendo que iban a salir impunes como aparentemente habían salido los cinco cerdos de Sevilla. Pues ya se pueden estar preparando esos otros lobitos, porque ahora que se ha establecido un precedente judicial no les va a salir tan barata la jugada. Esta nos ha servido para aprender dónde no fallar la próxima vez, dónde se encuentran los magistrados más ineptos y cuál es el modo de que se les vaya bajando la superioridad con que actúan estos seres anacrónicos que dicen llamarse hombres y que no son más que violadores. Por cierto, me encanta que por fin podamos usar este término abiertamente para denominar a los de la manada sin miedo a ofenderlos.

Lo más agridulce de todo, además de la tan poca cantidad de años de condena en firme, es el tener que verles el jocico al Prenda y sus secuaces, con lo guapitos que se creían... A ver si desaparecen de las redes sus asquerosos caretos para siempre porque en estos días me sangran los ojos de tanto verlos y me dan arcadas cada vez que me los tropiezo… Señor, haz que pase de mí este cáliz, amén.

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