Espacio de opinión de Tenerife Ahora
El valor del cambio
Iba a hablarles del nombramiento de Cospedal, que la tipa es la bomba, ¿lo pillán? La bomba, ella ¡ministra de defensa! Bueno, lo dejo, que igual el patio no está para estas cosas y el chiste es malo, muy malo. Pero… ¿nos defenderá a tiempo real o en diferido? Va, que me lío, mejor cambio de tercio y les hablo de algo que me mueva por dentro, que en eso sí que voy a ser más auténtica, porque esto de la política...
Como muchos saben (y si no se los cuento ahora), desde hace ya unos años me dedico al mundo de la docencia: soy maestra de primaria. El fin de semana pasado asistí al primer Congreso Internacional de Metodologías Activas de Aprendizaje, que se celebraba aquí, en Tenerife. Vamos, para los que no entiendan del tema, es un encuentro donde varios docentes, psicólogos y pedagogos muy flipados nos muestran el camino hacia un cambio educativo. Allí nos reunimos alrededor de unos trescientos docentes (muy flipados también) con ganas de buscar lo mejor para nuestros alumnos y alumnas, con ansias de saber más, de aprender y seguir innovando. Eso sí, hablo de la mayoría, que también se podían ver caras pixeladas y actitudes de aburrimiento absoluto por no entender lo que allí sucedía. Estas cosas que pasan cuando vas obligado a los sitios. Estos debían estar practicando la tabla del siete (que no sé a ustedes, pero a mí siempre se me traba) mientras el gran Jon Bergmann nos hablaba de la “clase invertida” (otra flipada), o los hermanos Johnson (no los del champú) desplegaban sabiduría y experiencia sobre el aprendizaje cooperativo.
Tengo la suerte de rodearme de compañeros, maestros y profesores, con muchas inquietudes y ganas de no solo enseñar, sino también de aprender. Eso me hace feliz. Realmente me sienta bien saber que hay muchos colegas de profesión que están implicados de verdad en todo esto, que no es solo palabra de César Bona la que hace este trabajo diferente, que desde hace tiempo hay profesionales en los colegios dejándose la piel por el cambio. Pero me falta algo: una ley educativa que secunde de verdad esta idea, unos padres que apoyen el cambio, que crean en el valor de educar por encima de lo que diga una nota, que piensen en formar a sus hijos para el futuro y no en el mundo donde ellos crecieron, que la escuela asuma su rol y comience a debatirse desde dentro, rompiendo esquemas y moldes... La transformación debe ser a lo grande, tiene que realizarse de una manera mucho más integral. Seríamos muy ilusos si pensáramos que un niño solo aprende dentro del aula. El aprendizaje está en todas partes; desde el don que te encuentras cada día al salir de casa y te da los buenos días hasta la señora del quiosco de La Rambla que te despacha con amabilidad y da una sonrisa con la botella de agua. No se aprende únicamente en un centro escolar, pero tampoco se adquiere todo en casa. No saben cómo detesto esa frase que he escuchado a algún compañero: “En la escuela solo se enseña, en casa se educa”. ¡Me molesta muchísimo! ¿Realmente piensan eso? ¿En serio? ¿Por qué elegiste esta profesión? Sí, yo enseño a mis alumnos, pero no solo enseño escritura y cálculo, también enseño a que despierten su curiosidad por el mundo que les rodea, les enseño a ser críticos con lo que ven y escuchan, a ser creativos, imaginativos, respetuosos… ¿No es eso educar? Formo parte de la vida de mis alumnos igual que ellos forman parte de la mía.
Los políticos, los ciudadanos, la familia, el profesorado, la televisión, las redes sociales… Todos formamos parte del cambio educativo, porque todos somos en mayor o menor medida educadores. Es hora de ponerse las pilas, luchar, movilizarnos, hacer algo para que el cambio se produzca. Compartan ideas, reflexionen. Conocemos el camino y solo tenemos que salir de nuestra zona de confort y caminar juntos en esto. Juan José Vergara dice: “No es posible educar desde el simulacro. La educación es un acto de compromiso”. Yo me comprometo, ¿y tú?
Iba a hablarles del nombramiento de Cospedal, que la tipa es la bomba, ¿lo pillán? La bomba, ella ¡ministra de defensa! Bueno, lo dejo, que igual el patio no está para estas cosas y el chiste es malo, muy malo. Pero… ¿nos defenderá a tiempo real o en diferido? Va, que me lío, mejor cambio de tercio y les hablo de algo que me mueva por dentro, que en eso sí que voy a ser más auténtica, porque esto de la política...
Como muchos saben (y si no se los cuento ahora), desde hace ya unos años me dedico al mundo de la docencia: soy maestra de primaria. El fin de semana pasado asistí al primer Congreso Internacional de Metodologías Activas de Aprendizaje, que se celebraba aquí, en Tenerife. Vamos, para los que no entiendan del tema, es un encuentro donde varios docentes, psicólogos y pedagogos muy flipados nos muestran el camino hacia un cambio educativo. Allí nos reunimos alrededor de unos trescientos docentes (muy flipados también) con ganas de buscar lo mejor para nuestros alumnos y alumnas, con ansias de saber más, de aprender y seguir innovando. Eso sí, hablo de la mayoría, que también se podían ver caras pixeladas y actitudes de aburrimiento absoluto por no entender lo que allí sucedía. Estas cosas que pasan cuando vas obligado a los sitios. Estos debían estar practicando la tabla del siete (que no sé a ustedes, pero a mí siempre se me traba) mientras el gran Jon Bergmann nos hablaba de la “clase invertida” (otra flipada), o los hermanos Johnson (no los del champú) desplegaban sabiduría y experiencia sobre el aprendizaje cooperativo.